Artículo publicado en Rojo y Negro nº 394, noviembre 2024

¿Recuerdan cuando Telecable era sinónimo de innovación y desarrollo tecnológico en Asturias? Si el lector de este artículo no es de Asturias, probablemente Telecable ni le suene.

Un poco de historia
Telecable nació como operadora de TV por cable, con la liberalización del sector, y circunscrita a la provincia de Asturias. A pesar de ser éste un ámbito geográfico disperso, envejecido y pequeño en cuanto a población, pronto pasó a ser una empresa rentable, estable e innovadora, de la que vivíamos 180 familias directas y otras 800 indirectas, entre los técnicos de campo y personal de atención al cliente. Con la concentración del sistema bancario y su necesidad en acopiar efectivo, Cajastur (luego Liberbank) vendió su participación a un fondo de inversión y ahí comenzó el periplo de ver cómo van desmontando una empresa rentable cada vez que se la pasan de mano en mano.
El fondo de inversión norteamericano Carlyle vendió a los británicos Zegona, que sin dinero para comprarla pero con una eficaz ingeniería financiera (también podría llamársele timo de la estampita), se procuró unos buenos beneficios a base de endeudar la empresa, puesto que su rentabilidad anual le sabía a poco. Poco después, Zegona vendió Telecable —a un precio injustificable— al grupo Euskaltel, accediendo de esa forma a su accionariado. He de decir que la entrada en Euskaltel fue nefasta en Telecable, fue como ponernos debajo de una apisonadora que conllevó la reducción, mediante externalización, de un 30% de la plantilla. Obviamente, en todo este proceso, no faltaban los iluminados que nos vendían las bondades de cada venta, o los beneficios “para todos” de prescindir de 80 personas con alta capacidad y experiencia técnica. Poco después, el grupo Masmóvil compró al grupo Euskaltel, iniciando una nueva etapa. A estas alturas, cualquier cambio sólo podía ser a mejor, puesto que la situación con Euskaltel liderando (eran los compradores y como tal actuaban) estaba siendo insostenible desde el punto de vista laboral. El período dentro de Masmóvil fue estable y a mejor, en general rompiendo con las formas de trabajo imperativas del socio vasco y conformando una estructura más amigable y respetuosa con las personas trabajadoras.
Pero ¿cómo una empresa que nació como un proyecto ilusionante para impulsar el desarrollo de Asturias ha terminado en una crisis laboral que pone en riesgo el futuro de tantos trabajadores y sus familias? Pues en la cúspide de todas esas fusiones y concentraciones empresariales, buscando aquello tan valorado por el capitalismo de superempresas, está la fusión entre Masmóvil y Orange. Seguramente, una de esas empresas campeonas que alguien tiene ideada en algún despacho, pero en las que tanto la parte laboral como los propios usuarios son los grandes perjudicados.

MásOrange: La cara oculta de una fusión millonaria
Debido a la envergadura de sus cifras, la Comisión Europea ha estado estudiando esta fusión durante más de un año, con el empuje de ambas empresas y de los gobiernos francés y español. Para su aprobación, se establecieron una serie de requisitos que pasan por desprenderse de ciertos activos para favorecer a un tercero y, en teoría, mantener un escenario de competencia entre empresas. En esos requisitos se establece la obligación, por ejemplo, de desprenderse de frecuencias de radio (utilizadas para 4G y 5G) o la obligación de ceder infraestructura o equipamiento a terceros, pero no se establece ninguna obligación respecto a la parte trabajadora. Qué bien estaría una carencia de 5 años en los puestos de trabajo ante una fusión de este tipo, pero como en otras concentraciones empresariales, siempre salen perdedores y ganadores los mismos. A todo esto, el Gobierno de España, que podría haber establecido compromisos de mantenimiento de empleo, sólo jugó en favor de los intereses empresariales buscando una de esas campeonas nacionales, donde el/la trabajador/a es simplemente carne humana susceptible de ser reemplazada y con las que se reduce a los clientes, usuarios, sus posibilidades de elección reales.
Y aquí nos vemos, 5 meses después de la tan ansiada fusión, en un ERE que pretende prescindir de casi 800 personas alegando motivos tan discutibles como los de siempre: económicos (cuando los costes laborales no llegan al 5% del gasto) o de duplicidad de puestos (quién podría prever algo así, ¿verdad?). Cuando realmente los gastos que lastran una mayor rentabilidad de la empresa son los propios de sus ingenierías financieras, deudas y demás y las posibles duplicidades podrían reubicarse en una estructura de casi 8.000 trabajadores/as. En el fondo, la receta capitalista que ya conocemos: reducir costes laborales, aunque económicamente cueste más apoyarse en empresas externas para realizar el trabajo buscando maximizar el beneficio y repartirse dividendos entre unos pocos. Alguno de los actores de las ventas anteriores aún debe estar contando el dinero que se ha llevado.
Impacto Social: El ERE afecta ahora mismo a personas en todo el territorio del Estado, a una plantilla con varias décadas de dedicación en sus respectivas empresas y sin más posibilidad que recurrir al pataleo, puesto que la legislación favorece a quien favorece, a pesar de que la nueva MASORANGE anuncia un EBITDA de 1.307 M € en el primer semestre del año (+6,7%) según publica la propia compañía.

La lucha obrera
La empresa está sabiendo jugar perfectamente sus cartas poniendo todo el proceso en manos de un despacho de abogados especializado. Con el proceso de ERE en marcha, han tardado 32 días en presentar sus condiciones iniciales mermando considerable e interesadamente la capacidad de respuesta conjunta. Están previstas concentraciones diarias en los centros de trabajo repartidos por toda la geografía y, desde hace unos días, se vienen celebrando movilizaciones en la Puerta del Sol de Madrid, ante el Ministerio de Trabajo… El terreno propicio para un ERE de éxito han venido fomentándolo desde hace años impulsando la irrupción de un “sindicato moderno” que les baila el agua y que tristemente representa al 100% de la plantilla en alguna de las sociedades involucradas, dejando fuera de toda consideración a sindicatos como USO, ELA o CGT para tratar de buscar soluciones diferentes a la reducción de puestos de trabajo en un sector que ya ha reducido su personal en casi 5.000 personas en lo que va de año y cuyo resultado (con condiciones muy alejadas de anteriores ERE) será referencia para los siguientes procesos similares que seguirán viniendo a continuación.

Iván Fernández


Fuente: Rojo y Negro