Sucedió en la tarde del cuatro de enero de 2000. El compañero Luis Marcos Rivera, Luisito para la CGT, había acudido desde Valladolid, junto a varios centenares de cegetistas más de todo el territorio español, a solidarizarse con los cerca de setecientos despedidos de una contrata de Airtel en Alcobendas que tenían convocada una huelga contra los despidos.
La huelga había tenido un seguimiento cercano al cien por cien y todo había ocurrido dentro de la común “normalidad” en estos casos : numerosa presencia policial protegiendo los intereses de la patronal, abucheos para los pocos esquiroles que entraban a trabajar y aplausos y cánticos para las numerosas trabajadoras y trabajadores que se incorporaban a la concentración de protesta ; tan tranquilo estaba resultando todo que los concentrados se permitieron establecer turnos para ir a comer antes de la entrada del último turno, el de las cuatro de la tarde… Y entonces fue cuando se preparó el jaleo : la policía de Ansuátegui, Gobernador Civil* de nefasto recuerdo para los madrileños por la represión de libertades vigente durante su mandato, estaba deseosa de actuar y actuó cargando contra los escasos manifestantes que se habían quedado de retén. En la carga, varios policías blandiendo sus “defensas” bajaron la calle persiguiendo a algunos de los concentrados, fue entonces cuando se encontraron de frente con Luisito que volvía de comer con otros compañeros, y lo arrollaron, y lo tiraron al suelo esposándole las manos a mitad de la espalda, y lo golpearon hasta el punto de pegarse a veces los policías unos a otros… Luego, en el calabozo, los maderos terminaron la “faena” y continuaron golpeándole hasta que del cuello para abajo no quedó un centímetro cuadrado de piel sin marcar…
Lo sorprendente vendría luego, cuando para ocultar sus fechorías los policías acusaron a Luisito de haber golpeado a dos de ellos causándoles varias lesiones ; pero Luisito no es Superman, Luisito cojea y no ve de un ojo, por eso le pillaron, porque sus limitaciones físicas le impidieron reaccionar más rápido, pero ya se sabe de la eficacia de la policía española : siempre detienen al culpable, lo que pasa es que el culpable no es aquel contra el que se tienen pruebas o evidencias, el culpable para la policía española todavía sigue siendo muchas veces el primero al que pillan, y en esta ocasión fue Luisito, aunque lo único que hizo fue recibir hostias. Luego está el ambiente en el que se produjo el hecho, el Madrid de terror que impuso Ansuátegui, el correspondiente libre albedrío de la policía y el consecuente actuar de funcionarios represores envalentonados ; total, que a Luisito le piden nada más y nada menos que siete años de cárcel en un juicio que se celebrará en la Audiencia Provincial de Madrid del seis al ocho de noviembre de este año, ¡casi ocho años después de que ocurrieran los hechos !
Luisito es conocido y tiene muchos amigos entre los militantes de la CGT, y no sólo entre su Federación Local de Valladolid o en la Federación de Limpiezas, sino en todo el país, no en vano le pillaron cuando estaba ejerciendo la solidaridad con otros trabajadores… Pues ese mismo espíritu solidario, el que con generosidad ha mostrado él en otras ocasiones, es el que ahora debe también mantener el conjunto de la CGT, y no sólo en solidaridad con el compañero, sino también en el propio beneficio de cada uno de los que pensamos que el mundo puede cambiarse con las armas del compromiso, la solidaridad y la generosidad. En el juicio que empieza el próximo seis de noviembre no se está juzgando sólo a un compañero, sino también a toda una forma de pensar y a una de nuestras principales señas de identidad. Desde el Comité Confederal se organizará oportunamente la movilización en Madrid, acudamos todas y todos en solidaridad con Luisito y en defensa de nuestras ideas.
* Los delegados y subdelegados del gobierno siguen comportándose como gobernadores civiles.
Fuente: CGT Valladolid