El peligro no está en que Grecia caiga y suspenda pagos. El verdadero problema está en los bancos alemanes y franceses, sobre todo, que tienen en sus balances deuda soberana griega a espuertas. Porque si el gobierno heleno declara no poder hacer frente a sus compromisos con los mercados acreedores, las partidas de deuda consignadas en los balances de las entidades financieras prestatarias perderían gran parte de su valor y el efecto dominó de esa volatilidad sobrevenida contagiaría a todo el sistema.

Un país puede, y en ocasiones debe suspender pagos por razones de fuerza
mayor, verdadera “razón de Estado” caso de existir tal cosa, si el grado de
exigencia de su cumplimiento ocasiona un sacrificio intolerable para la
colectividad. A veces la suspensión de pagos es la forma menos dañina de evitar
el numantinismo social.

Un país puede, y en ocasiones debe suspender pagos por razones de fuerza
mayor, verdadera “razón de Estado” caso de existir tal cosa, si el grado de
exigencia de su cumplimiento ocasiona un sacrificio intolerable para la
colectividad. A veces la suspensión de pagos es la forma menos dañina de evitar
el numantinismo social. No estamos -contra lo que nos quieren hacer creer
nuestras instituciones, los gobiernos que dicen representarnos, los expertos
que no supieron prever la crisis porque estaban en la pomada y los medios de
comunicación que fiaban la superchería del tinglado depredador- ante un caso de
deshonestidad del pueblo griego, de súbito holgazán y genéticamente perverso.
Estamos, por el contrario, ante otro episodio de expolio a escala global del
mundo de los negocios y en especial de la banca de casino. Una banca que con su
avidez originó la crisis y que de nuevo ahora pide que nos inmolemos en su
beneficio.

Llueve sobre mojado. Aunque el terremoto económico que se anuncia devaste
Atenas, su epicentro está en un sistema financiero que, con el aval y la
complicidad de los dirigentes estatales, quiso lucrarse a costa del mal ajeno
comprando deuda soberana de Grecia al 6% de interés con el dinero prestado por
el Banco Central Europeo (dinero público de todos los europeos, incluidos los
ciudadanos griegos) al 1%. La fórmula del éxito caníbal era socializar las pérdidas,
privatizar las ganancias y secuestrar la soberanía popular

Por eso no hay que tener miedo ante las noticias que amenazan con la
posibilidad de impago de pensiones y sueldos de funcionarios. Estamos curados
de espanto y ya nos conocemos todos. Es la hora de cambiar las tornas: en el
futuro hay que socializar los beneficios y privatizar las pérdidas. Como
asegura el artículo 128 de la vigente constitución “toda la riqueza nacional,
en sus distintas formas y sea cual sea su titularidad, está subordinada al
interés general”. A veces es preciso que muera un solo hombre para salvar un
pueblo, pero jamás todo un pueblo debe morir para salvar a un único hombre. Y además
aquí la humanidad brilla por su ausencia.

¡No nos representan!

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid