Sobrevivir a la derrota
Las mujeres que se habían distinguido en la defensa de la II República fueron especialmente castigadas en una dura posguerra. Algunos testimonios han ido apareciendo en los últimos años, como los que recoge la periodista Llum Quiñonero en este libro.
Sobrevivir a la derrota

Las mujeres que se habían distinguido en la defensa de la II República fueron especialmente castigadas en una dura posguerra. Algunos testimonios han ido apareciendo en los últimos años, como los que recoge la periodista Llum Quiñonero en este libro.

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Grupo de milicianas, en diciembre de 1936, del libro ’Rojas’, de Mary Nash.

Este libro, que en su origen fue un documental para TVE bajo el título, Mujeres del 36, reúne un mosaico de vidas que perdieron no ya la guerra, sino la paz. Además de la complicidad del nosotras, el título adelanta la idea de que las cuatro mujeres que asoman a estas páginas tuvieron que reconstruir su vida después de sufrir la represión que sucedió a la Guerra Civil y al margen de la paz oficial.

Trinidad Gallego, veterana comunista cuyo principal pecado fue nacer pobre y no remontar esa carencia en su juventud a pesar de estudiar enfermería ; Rosa Cremón, hija de un minero francés que llegó a España como voluntaria y fundió su biografía con la de los españoles, hasta el punto de que para sobrevivir a la derrota permaneció en este país con un nombre prestado ; Conchita Liaño, viajera y cofundadora de Mujeres Libres y hoy exiliada en Venezuela, y Concha Pérez, anarquista como la anterior, constituyen cuatro testimonios de supervivientes de la España vencida.

Para las cuatro, la República fue el tiempo de las oportunidades vitales, además del de su estricta juventud. Por ser mujeres, la España republicana representó el inicio de un cambio que se anunciaba prometedor y que pronto se esfumó. La cárcel, la enfermedad y la dificultad de encontrar trabajo como enfermera, jalonaron la vida de Trini Gallego en la dictadura. Conchita Liaño y Concha Pérez, anarquistas y abanderadas de la tímida revolución sexual iniciada en los años treinta, incorporaron los avances conseguidos en el terreno de la igualdad y la libertad sexual a su vida familiar.

La historia de Rosa Cremón, que falleció recientemente, es una de las más inquietantes. Unida a un militante republicano y embarazada en los días finales de la Guerra Civil, tuvo que dar a luz a su hija en medio de la multitud, pocas horas después de que los italinos de la División Littorio se hicieran cargo de los derrotados que aguardaban en vano en el puerto de Alicante a que barcos de bandera internacional los sacaran fuera de la España vencedora. El puerto se convirtió en una trampa mortal para algunos y otros fueron detenidos y confinados : los hombres en el campo de Albateras y las mujeres en el cine Ideal.

El intimismo y la evocación convierten este libro de historias en las que ocasionalmente flota la pérdida y la tristeza, en un canto a la esperanza. Aunque sólo son cuatro historias de las muchas que ofrece el telón de fondo de la Guerra Civil, convertida ya en un filón literario e historiográfico, el libro demuestra, cuando menos, que la vida no se detiene. Ni la guerra ni la derrota paralizaron del todo las vidas de estas cuatro republicanas ni acabaron con sus sueños.


Fuente: INMACULADA DE LA FUENTE/EL PAIS