Debido al pésimo estado de los caladeros
europeos, Ecologistas en Acción pide a los responsables en materia de
pesca un cambio radical en la gestión de los recursos pesqueros, ya que
las malas políticas pesqueras y nuestro voraz apetito están afectando al
estado del ecosistema acuático.
Debido al pésimo estado de los caladeros
europeos, Ecologistas en Acción pide a los responsables en materia de
pesca un cambio radical en la gestión de los recursos pesqueros, ya que
las malas políticas pesqueras y nuestro voraz apetito están afectando al
estado del ecosistema acuático.
El aumento de consumo de productos pesqueros, entre los cuales
nuestro país se encuentra entre los mayores depredadores, casi 45 kg de
pescado al año por persona (mientras que la media mundial es de unos 17
kg/año), junto con la sobreexplotación de los recursos y la consecuente
proliferación de piscifactorías y las granjas de engorde, están sin
lugar a dudas cambiando nuestros hábitos de consumo ¿pero somos
realmente conscientes de este cambio y del impacto que esto causa en el
ecosistema?
Los platos tradicionalmente cocinados con dorada o lubina se han ido
substituyendo por sus homólogos cultivados en piscifactorías, que aunque
no tienen ni el mismo sabor ni calidad, su precio es mucho más
accesible. Ahora bien, existen otros ejemplos cuya substitución por
otras especies resulta preocupante y aunque no nos percatemos lo único
que ha permanecido intacto es el nombre del plato, ya que la especie
cocinada se ha sustituido por otras:
- En Gran Canaria, los “longorones fritos” o
“pejines secos”, platos muy populares formados por inmaduros de
boquerón, o en Tenerife, los “gueldes fritos”, ejemplares de guelde
blanco, Atherina presbyter, cuya captura está prohibida por la
Ley de Pesca de Canarias y que son adultos que ya no crecen más, están
siendo sustituidos en ambos casos por pescaditos de la especie Atherina boyeri,
pez de agua salobre o dulce cultivado en Turquía y cuyo producto se
puede encontrar congelado en bolsas de kilo en diferentes cadenas de
supermercados. - En Málaga, el chanquete, Alphia minuta,
fue una de las primeras especies sobre las que se impuso una veda
indefinida des del 1988. Hoy en día ya casi no queda y su captura y
venta continúan prohibidas en toda Andalucía (aunque se sigue pescando
furtivamente). Ahora bien, el chanquete, que suele medir unos 4 cm, se
vende mezclado con alevines de otras especies: boquerón, sardina,
gambas, langostinos, puntillitas, pijotas, toritos… Así pues, aunque
el nombre del plato típico “chanquete frito” haya permanecido intacto,
su contenido está hoy en día formado por variedad de inmaduros, cuya
captura es por lo tanto ilegal, ya que la pesca de cualquier especie
cuya talla no sea la reglamentaria está prohibida. - El marrajo, Isurus oxyrinchus, que se vende como cazón, Galeorhinus galeus, que a su vez, sobretodo si lo compramos troceado o congelado, no corresponde a cazón sino a caella, Prionace glauca
(llamada también tintorera, mussola o tiburón azul según las zonas), es
otro claro ejemplo de lo difícil que es saber lo que realmente comemos.
Así pues, los conocidos platos como el “cazón en adobo”, “cazón en
amarilo”, etc., conservan su nombre, pero su ingrediente estrella no es
otro que la caella. - El mero, Epinephelus marginatus,
uno de los pescados más apreciados, más caros y también cada vez más
escaso en nuestras costas, se suele ofrecer en los supermercados o
pescaderías en forma de unos magníficos “filetes de mero” a un precio
más accesible, o no. Pero en realidad, lo más probable es que estos
filetes sean perca del Nilo, Lates niloticus. Así pues, y
resumiéndolo muy brevemente, el comprador (seguramente sin saberlo),
estará participando en una compleja injusticia social y ambiental de
grandes dimensiones que ha transformado el tejido socioeconómico de
miles de personas alrededor del Lago Victoria.
Ahora bien, el falso etiquetado se convierte en un fraude mayor (y
cada vez más expandido) cuando se venden especies de poco valor por
otras de mayor valor, lo que no beneficia en ningún caso al pescador, ni
tampoco al consumidor, sino que el mayor beneficiario de este engaño al
que estamos frecuentemente sometidos son los empresarios y los
intermediarios de los productos pesqueros. Auque como participes
podríamos también culpar a las administraciones y responsables políticos
que no aplican las medidas necesarias para impedirlo.
Según un estudio realizado por la Universidad de Oviedo, casi el 40%
de la merluza está mal etiquetada y la merluza procedente del Sur y
Suroeste de África Merluccius capensis, especie más barata que Merluccius hubbsi, procedente de la costa Este de Suramérica o Merluccius merluccius
procedente de la costa atlántica o del Mediterráneo y comúnmente
conocida como merluza o pescadilla, es frecuentemente etiquetada
erróneamente y vendida fraudulentamente.
Otros fraudes comunes que se observan en las grandes superficies es el de etiquetar la caballa del sur, Scomber japonicus, también conocida por estornino, tonino…, por la caballa de la especie Scomber scombrus
que es más fina, contiene menos espinas y cuyo precio es superior. No
dejan de sorprender otros casos en los que la diferencia de precio entre
ambas especies es aún mayor, como por ejemplo etiquetar
fraudulentamente la melva, Auxis rochei, con el nombre de atún rojo, Thunnus thynnus.
Además, aprovechando la similitud de sabores, es muy posible que en
algunos restaurantes nos sirvan lenguado, pero que en realidad estemos
comiendo lenguadina, o pidamos besugo pero nos comamos breca.
Está compleja situación es aún más grave si tenemos en cuenta la
falta de información sobre la calidad o toxicidad de los productos que
consumimos. Debemos tener presente que muchas de las especies aquí
nombradas rebasan con frecuencia la presencia de contaminantes por
encima de los niveles recomendados. Ecologistas en Acción no pretende
alarmar, sino exigir al Gobierno que adopte todas las medidas necesarias
para asegurar la trazabilidad y calidad de los productos pesqueros de
la forma más clara y veraz posible.
Debido al aumento de la acuicultura, sobreexplotación, exportación y
falso etiquetado, podría parecer que todo continúa igual, pero las
capturas de muchas de las especies comúnmente consumidas han disminuido o
incluso han desaparecido debido entre otros a la sobreexplotación
pesquera. Por este motivo Ecologistas en Acción pide a los responsables
en materia de pesca un cambio radical en la gestión de los recursos
pesqueros, ya que las malas políticas pesqueras, Europeas y nacionales, y
nuestro voraz apetito están afectando gravemente al estado de los
ecosistemas acuáticos, los pescadores artesanales, las comunidades
costeras tradicionales que dependen de la pesca y por ende nuestra
propia seguridad alimentaria y la de terceros países.
http://www.ecologistasenaccion.org/article20993.html