Editorial Rojo y Negro 203
La CGT, como organización, se encuentra inmersa en pleno proceso de elecciones sindicales. Ahora, en junio, justo en la mitad de este año electoral 2007, posiblemente sea necesaria una mínima evaluación reflexiva sobre cómo transcurre este proceso, un primer balance, no sólo estrictamente estadístico, sino también cualitativo y de valoración.
Editorial Rojo y Negro 203

La CGT, como organización, se encuentra
inmersa en pleno proceso
de elecciones sindicales. Ahora,
en junio, justo en la mitad de este
año electoral 2007, posiblemente sea necesaria
una mínima evaluación reflexiva sobre
cómo transcurre este proceso, un primer balance,
no sólo estrictamente estadístico, sino
también cualitativo y de valoración.

Los datos nos indican sin ningún tipo de
dudas que CGT está creciendo de forma significativa,
pudiendo hablarse de un incremento
en torno al 25 % en el número de delegados/
as en relación a las elecciones del
año 2003, quienes a su vez representaron ya
un incremento del 25 % en relación a las anteriores.
Como sindicato no tenemos techo
electoral. Crecemos en cantidad y también en
diversidad puesto que estamos entrando en
sectores productivos nuevos, entramos en la
pequeña y mediana empresa, estamos presentando
listas en lugares hasta ahora inaccesibles
al sindicalismo que CGT representa.

CGT ya no es sólo un sindicato tradicionalmente
implantado en las grandes empresas
del sector público o privado, sino que la realidad
es bastante más diversa y rica. Tenemos
presencia en la práctica totalidad de sectores
laborales, en todas las provincias.
La CGT está inserta en la realidad social,
tiene presencia en los conflictos laborales
más importantes que se plantean actualmente
o puedan plantearse en el futuro. Son miles
los delegados y delegadas sindicales que
se computan bajo las siglas de CGT, tenemos
capacidad de intervenir en todos los conflictos
sociales. En definitiva, el balance no es,
no puede serlo, sino optimista.

Ha sido una lucha muy dura la que hemos
tenido que librar para poder imponer en
el panorama sindical unas nuevas siglas. Han
sido necesarias casi dos décadas para que la
CGT empiece a ser reconocida de forma generalizada
por toda la sociedad, y más concretamente,
por la clase trabajadora. Hacerse
hueco en el complicado panorama electoral
actual no ha sido fácil, aunque ahora podemos
saber y estar seguros de que estamos en
el camino correcto. En serio, sin duda, entre
delegados/as, candidaturas, votantes, afiliación,
contactos, simpatizantes, compañeros
de trabajo, movimientos sociales, vecinales,
trabajadores extranjeros, ciudadanía en general…
Son varios los millones de personas
que a diario, de una manera o de otra, tienen
contacto con las siglas CGT.

Cuando en 1989 tuvimos que renunciar
por imperativo legal a nuestras siglas CNT y
optar por las nuevas siglas CGT, éramos
conscientes de que corríamos muchos riesgos,
como el desconocimiento de nuestras
propuestas entre la clase trabajadora, una posible
pérdida de identidad, de historia y de
memoria, necesidad de redefinir nuestro espacio
y modelo sindical en el anarcosindicalismo,
obligatoriedad de abrirse a un proceso
de expansión y apertura para insertarnos en
la realidad de esos años. Los riesgos se han
convertido en realidad, pero se están superando
con ideología, formación y ejemplos
de coherencia en la lucha sindical.

Esos riesgos siguen presentes hoy en día
y sólo pueden superarse como lo estamos haciendo :
con convicciones profundas de que
la clase trabajadora necesita un modelo organizativo,
no sólo revolucionario, sino libertario
y antiautoritario, lo mismo que lo necesitaron
nuestros compañeros y compañeras
de clase desde 1910. Un modelo sindical que
dignifique el sindicalismo, que sea el arma
que utilicemos para superar la esclavitud y
conseguir mejoras, un modelo sindical autónomo
de la política partidista, basado en el
pacto confederal libremente asumido, que se
hace fuerte frente a las improvisaciones, a las
debilidades egoístas personales o a las coyunturas…
Respetando los acuerdos de los
que libremente nos autodotamos.
Si la valoración que hacemos es optimista
ante los resultados electorales en estos primeros
seis meses del año 2007, debe ser a todas
luces tremendamente optimista si
consideramos el punto de partida y el lugar
de llegada desde el año 1989.

Desde que en 1984, en el Congreso de
Unificación, adoptamos el criterio de presentarnos
a las elecciones sindicales para vaciar
de contenido los comités de empresa, como
CGT, estamos demostrando día a día que esa
“nueva vía” sindical que se podía abrir entre
el sindicalismo de oficina, institucional, autodenominado
mayoritario y el modelo anarcosindicalista
tradicional y ortodoxo, esa “nueva
opción deseable”, es posible. La opción
sindical que representa y construye día a día
CGT en el panorama anarcosindicalista es
posible. Podemos crecer, queremos crecer,
tenemos derecho a luchar por crecer, y todo
ello bajo el ámbito ideológico del antiatoritarismo
actualizado a la realidad del siglo XXI.

En CGT nos reconocemos libertarios, así nos
presentamos en las empresas. En CGT no estamos
para hacer carrera política, ni estamos
al servicio de ningún partido, ni estamos para
manipular a los trabajadores/as, estamos
para mejorar la sociedad, el mundo y, por
tanto, para que mejoren las condiciones la
clase trabajadora. Por eso, CGT es más que
un sindicato, porque unimos la acción sindical
y la social. En CGT, no le reconocemos la
patente del anarcosindicalismo a nada ni a
nadie porque por definición la sociedad libertaria
del futuro tendrán que construirla
los que vivan en ese futuro, con sus ideas, sus
acuerdos, sus pactos, pero sin dogmas. Los
trabajadores/as tenemos muy claro que nadie
nos da nada a cambio de nada, que la emancipación
la haremos nosotros mismos o no se
hará nunca, que como nadie trabaja por mí,
nadie puede decidir por mí.

Poco a poco, la CGT va creciendo y lo va
haciendo de forma sólida, con pies de plomo,
decantándose sin prisas y sin pausas, reconociendo
su derecho a que la integren aquellas
personas que sean leales con la organización.
Tenemos claro que el mejor antídoto contra
el revisionismo, el pragmatismo, el oportunismo
y las influencias inconscientes del capitalismo
es la formación.

En CGT cabemos todos y todas. Será el
aprendizaje de nuestras estrategias, nuestra
práctica, lo que vaya moldeando a ese conjunto
de trabajadores/as que sufren la explotación
social, económica, cultural, educativa
y personal del capitalismo y que, en un momento
determinado, deciden entrar en CGT,
ser sus delegados y delegadas, ser su afiliación
y militancia, ser su voz y sus rostros.