Artículo publicado en Rojo y Negro nº 377, abril 2023

  1. Operación de Estado.

Desde que el pasado mes de junio de 2022, La Directa destapó el primer caso de un policía nacional infiltrado en los movimientos por la vivienda de BCN, ha llovido mucho. Los movimientos populares de Barcelona, Valencia y Madrid han sido el objetivo, de momento, del espionaje de agentes de la policía nacional que bajo identidades falsas han intentado sonsacar información para fines de control de los movimientos de resistencia al capitalismo.

Marc Hernández Pon estuvo dos años infiltrado en el SEPC, (Sindicato de Estudiantes de Països Catalans), Daniel Hernández Pons estuvo 3 años infiltrado en el movimiento libertario barcelonés con militancias intermitentes en sindicatos de vivienda, centros sociales o sindicatos; Ramón Martínez Hernández se infiltró durante dos años en el movimiento popular y antifascista de Valencia y en el Centre Social Okupat Anarquista l’Horta; y recientemente, con menor recorrido pero bajo un perfil de infiltración parecido, Mavi F. L. ha estado infiltrada 4 meses en el movimiento ecologista radical y un centro social en Madrid.

Todos estos nombres son falsos, los nombres reales no se pueden publicar, ya que la ley les protege como agentes de los cuerpos de seguridad del Estado, pero lo que sí podemos saber es que los tres primeros fueron compañeros de la 33ª promoción de la Escuela de Policía de Ávila en junio del 2019 y que su proceso de infiltración empezó en 2020; Mavi, por el contrario, se graduó en 2020 y se empezó a infiltrar en 2022.

Hay que destacar el caso del segundo infiltrado destapado en Barcelona, Dani, que utilizó los lazos sexo-afectivos que creó con diferentes compañeras para ganarse la confianza de ciertas personas y así poder entrar en diferentes círculos de confianza del movimiento libertario. Lo hablaremos más adelante.

Analizando los hechos, y según las informaciones que nos van llegando, suponemos que la Policía Nacional tiene como objetivo obtener información a toda costa de los movimientos anticapitalistas del Estado, que Daniel Hernández ha participado, a posteriori, en encuentros en la Academia de Policía de Ávila donde podría haber dado formaciones a otros agentes sobre infiltración en entornos políticos de izquierda; que si se ha destapado solo una persona de la promoción de mayo del 2022 puede que otros agentes hayan recibido ese mismo encargo. Por eso hay que tener los ojos bien abiertos.

  1. Los ojos bien abiertos, sin cerrar las puertas.

El descubrimiento de estos casos, en especial el segundo de Barcelona, ha generado una sensación de desconfianza, de falta de seguridad y de paranoia en los espacios políticos donde se han dado los casos de espionaje. Ha roto las cadenas de confianza con las que muchas veces se trabaja en nuestros entornos. Las infiltraciones, en muchas ocasiones, han podido generar un cierre de filas, hermetismo y un giro a la endogamia en los espacios políticos donde han golpeado. Esta reacción, más que natural, no deja de ser también una consecuencia buscada por la represión estatal y un error de cálculo nuestro si creemos en la tan pronunciada frase de «que la repressió no ens aturi» (que la represión no nos pare) pues la potencia de nuestros movimientos reside en que son populares, masivos y contagiosos, en que la participación de militantes y simpatizantes se pueda dar con la máxima facilidad. Un proceso que la represión, en sus distintas caras (infiltraciones, detenciones, penas de cárcel, etc.), puede limitar o incluso destrozar.

Esto no quita que tengamos que tener los ojos bien abiertos, analizar cuáles han sido los hechos, los modus operandi y los detalles de estas infiltraciones y de otras pasadas, para poder entorpecer o para destapar sus labores de espionaje, presentes y futuras. Estamos seguros de que las hay y las habrá.

Por otro lado, todo movimiento de resistencia al sistema capitalista tiene que usar un amplio abanico de acciones para lograr sus cometidos. Dentro de estos existen las acciones que no están dentro de la legalidad vigente, y más en un contexto de endurecimiento de penas y represión creciente.

Según sus leyes, un piquete puede ser un delito, la ocupación de una sede del PSOE puede ser coacción y romper unos cristales o hacer una barricada con fuego, terrorismo. Con todo, seguimos apostando por la diversidad de tácticas y por que la legalidad o no de nuestras acciones no nos condicione para continuar haciéndolas. Solo nos debe condicionar la efectividad y la legitimidad. Debemos ser aún más cuidadosas a la hora de practicar la desobediencia civil o la acción directa que pueda comprometer nuestra libertad. Los puños nunca pueden golpear a un ritmo diferente que el conjunto del movimiento, pero estos deben ir bien protegidos por un guante y es aquí donde la afinidad y la seguridad se deben extremar.

  1. La instrumentalización de las relaciones personales y afectivas.

El caso de Dani, el segundo infiltrado de Barcelona, es espeluznante por la brutalidad y el sexismo que comportaron sus métodos. Se ganó la confianza de diferentes personas mediante lazos de amistad y sexo-afectivos. A través de espacios informales consiguió tejer nuevos lazos que le permitieron entrar en diferentes espacios políticos del movimiento autónomo y anarquista barcelonés, instrumentalizando de esta manera tan horrible y durante tanto tiempo las relaciones personales. No nos cabe ninguna duda de que estamos delante de un caso de psicopatía del agente que pudo llevar su doble vida hasta extremos enfermizos, lo que, por desgracia, ya nos habían anunciado como posibles los Estados del Reino Unido y Alemania. Desde estas modestas líneas quiero enviar un abrazo caluroso a todas aquellas personas que han tenido que lidiar personalmente con todo esto.

  1. El recorrido judicial.

En Cataluña, se han denunciado las dos infiltraciones. CGT nos hemos personado en la demanda por revelación de secretos, en el primer caso, y por impedir el ejercicio de los derechos cívicos, abusos sexuales continuados y delitos de tortura o contra la integridad moral, en el segundo.

Al hacer pública esta querella contra el agente en cuestión, contra su superior y contra el Ministerio del Interior, como responsable civil, un ejército de trolls machistas y de extrema derecha se lanzó al ataque contra todo lo que defendiera el posicionamiento de las víctimas… hasta aquí, todo normal. Lo sabíamos y nos defendimos. Lo curioso fue que, desde posicionamientos feministas más clásicos e incluso desde algunxs compañerxs surgieron dudas y críticas a la actuación judicial. Hay que entender que no estamos hablando de un caso de abusos sexuales típicos, hay que entender la complejidad de la situación y que esta querella es una novedad en términos jurídicos. Conviene preguntarse si las compañeras habrían mantenido relaciones afectivas si hubieran sabido que ese personaje pertenecía a la policía entendiendo que lo que las encuadra en su grupo es su pertenencia a unas ideas y prácticas contrarias a la existencia de la propia policía. Deberíamos preguntarnos si no es maltrato o tortura el dolor psicológico que ha ocasionado el agente para sonsacar información a las afectadas, aunque haya sido a posteriori. En este sentido, y dado mi poco conocimiento judicial, recomiendo mucho el artículo de Laia Serra, abogada de CGT en estos temas, publicado por La Directa pocos días después de presentar la querella: ‘Violencia institucional sexualitzada’ (https://directa.cat/violencia-institucional-sexualitzada/).

El ministro Marlaska, por su lado, dijo que en estos casos no se persiguen ideas o movimientos. Declaró textualmente: “Los agentes cumplen sus tareas dentro del ordenamiento jurídico y constitucional, previniendo la comisión de delitos y generando los datos y la información necesaria para garantizar la seguridad de todos”.

Más allá del recorrido que pueda tener la querella, y más allá de la falta total de confianza que tenemos como libertarios en el poder judicial, es importante fiscalizar al poder, ponerle todas las trabas posibles para que le sea lo más difícil posible criminalizarnos o reprimirnos y para no vivir cada día más asfixiados por las cloacas del Estado.

  1. A modo de cierre.

Si el Estado ha gastado toda esta cantidad de medios, dinero y esfuerzos, si ha utilizado estas tácticas tan mezquinas, si se ha saltado sus propias leyes en espiarnos… quiere decir que quizá no lo estemos haciendo tan mal. Que quizá nos vean como un contrapoder al alza que en un futuro cercano pueda llegar a ser una amenaza. Y eso nos debe congratular.

Debemos llenarnos de entusiasmo para seguir cavando trinchera. Para seguir en la pelea. Para que cuando venga el siguiente ciclo de luchas estemos más fuertes, más organizadxs y más cercanxs de la victoria.

Iru Moner

Secretario de Acción Social-Territorial de Catalunya


Fuente: Rojo y Negro