"Necesitamos una sociedad organizada que aparte de protestar plantee alternativas"

Nació en Tarragona un once de septiembre de 1988 y tras varias experiencias militantes entró en la CUP a los 20 años. Desde entonces ha ido implicándose cada vez más tanto en proyectos sociales y políticos como informativos, debido a cursar estudios de Publicidad y Relaciones Públicas y Periodismo en la URV.

 

Colabora con las noticias de Campo en Semanario Directa y con el portal Pobleviu.cat, pero también ha colaborado y trabajado en otros medios locales y comarcales.

Eres una de los impulsores de Pobleviu, el portal de los movimientos sociales del Camp de Tarragona. Coméntanos qué es y cómo os organizáis para que funcione.

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Eres una de los impulsores de Pobleviu, el portal de los movimientos sociales del Camp de Tarragona. Coméntanos qué es y cómo os organizáis para que funcione.

Pobleviu.cat es un portal de contrainformación estricta en que los movimientos sociales tienen un altavoz considerable y también una herramienta de coordinación para que no se pisen actos ni convocatorias. Ha acabado siendo, también, un punto de información de todo aquello que los medios oficiales obvian o sencillamente no tienen acceso por la estructura tan compleja que tienen algunos colectivos o porque no entran dentro de la agenda setting.

La norma de funcionamiento de Pobleviu es la antinorma, la espontaneidad de las personas que nos lo trabajamos para salga adelante. A veces nos decimos algo si preveemos que podemos hacer algún trabajo dos veces inútilmente, pero somos pocos y no suele pasar. Cada uno tiene unas tareas asignadas (diseño, cuestiones técnicas, contactos, redacción …) y así vamos tirando adelante.

Tú solo realizas muchas vídeo-noticias y después las cuelgas en Internet. Háznoslo en cinco céntimos cómo funciona todo, qué posibilidades ofrece el formato y cómo es que cuesta tanto de extenderlo entre los colectivos sociales como un complemento en la prensa escrita.

Primero, para hacer un vídeo necesitas una cámara. Una cámara con un poco de calidad ya cuesta un dinero, y no todo el mundo establece la militancia (para mí, la comunicación es militancia) como una de las prioridades en la economía personal, ni tampoco todo el mundo puede permitirse el «lujo» de destinar un verano de trabajo entero en ahorrar para una cámara. Además, debes tener unas mínimas nociones, que cualquier persona te puede enseñar, y más adelante verás que el problema no termina aquí. A mí particularmente siempre me ha dado muchos dolores de cabeza el software y he acabado con Kdenlive, un programa de Ubuntu que no tiene las mismas prestaciones que el resto pero que es muy sencillo de manejar. Debemos pensar que un vídeo puede ser visionado por muchas más personas que las que se puedan leer el manifiesto de turno.

Ahora parece que haya una saturación de material audiovisual, no como hace cuatro o cinco años, pero aún mantiene su función. Los movimientos sociales, por lo que sea, solemos ir muy atrasados ​​en el uso de las nuevas tecnologías, y eso nos resta posibilidades ante el capitalismo que, por supuesto, siempre está a la última en todo y lo aprovecha al máximo. Hacer un video no cuesta tanto y lo puede hacer todo el mundo. Será mejor o peor, de la misma manera que hay quienes saben más de una cosa o de la otra, y aun así no renunciamos a saber escribir, saber dibujar o a saber de economía.

¿Cómo valoras las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) ¿Y el uso que se hace?

Ante todo me gustaría decir que creo que hemos llegado tarde en Facebook. Facebook está más que saturado y aún hay colectivos que no tienen el suyo ni piensan tenerlo por una cuestión de principios. Y yo me pregunto, ¿qué principios? Facebook es una empresa que guarda tus datos sin tu permiso, que elimina perfiles de activistas, que censura imágenes, que se nutre económicamente de tu participación … sí, todo eso es cierto, pero también es cierto que hoy es donde está concentrada la mayor cantidad de gente en todo el mundo. Y, los movimientos sociales que lo tienen, no lo utilizan muy bien, sólo para comunicación unidireccional, rompiendo el sentido de que pueda tener una red social 2.0.

En cuanto a Twitter, parece que nos hemos puesto más, pero fuera de las grandes áreas metropolitanas la incidencia es casi nula. Creo que debemos asumir que el mundo ha cambiado y que a partir de ahora siempre será más fácil llegar a nuestra compañera de piso vía WhatsApp, Tumblr, Foursquare, Pinterest, Instagram, Gtalk, Grindr, Facebook, Twitter, etc. que no directamente cara a cara. Aquí el discurso por supuesto debe relativizarse y matizar, porque existe algo llamado «brecha digital» que ya sea por motivos económicos o generacionales al final acaba desplazando un volumen importante de población de la esfera pública y social que hoy es virtual .

Trabajando en Pobleviu tendrás constatado un auge de los colectivos sociales en el Camp de Tarragona; ¿podrías hacernos una radiografía de su situación actual y cómo crees que evolucionarán en el futuro?

Cada etapa tiene una punta de flecha reivindicativa. Años atrás las plataformas ecologistas y de defensa del territorio eran prácticamente el centro de todos los movimientos sociales. Luego lo fue el independentismo con las consultas, y ahora el protagonismo lo comparte con lo que queda del 15M. Mientras tanto, los movimientos políticos de siempre se mantienen, ya sea con las libertarias o las de la Izquierda Independentista. Por desgracia el movimiento okupa tiene que crecer mucho en esta zona como para disfrutar de ningún tipo de notoriedad pública.

Sin corporativismo, quizás es que lo vivo más de cerca, la Izquierda Independentista ha hecho una consolidación e incremento de militancia y de asambleas bastante notorio, y el otro foco de atención es el que se ha generado a partir del 15M . En Reus, la Asamblea Popular ha movilizado allí más gente que nunca en el ámbito sociolaboral, mientras que en Tarragona la Plataforma Ciudadana en Defensa de los Derechos Públicos, que ya estaba antes pero que sin el contexto hubiera quedado en nada, ha organizado gente de los barrios y ha conseguido que de alguna manera las asociaciones de vecinos empiecen a posicionarse más allá de las carrozas de Carnaval.

El futuro lo veo complicado si no establecemos referentes. Es necesario crear asambleas de barrio, de facultad, de instituto, y de lo que haga falta, pero si no tenemos un sindicato que nos represente ante el botiflerismo generalizado y pueda hacerlo con garantías y con muchos apoyos, no haremos nada. Lo mismo en el caso de las instituciones, si no tenemos grupos municipales que de verdad informen de lo que pasa y algún día construimos pueblos libres y justos, tampoco haremos nada. Las dos vertientes son necesarias y dependen mutuamente: necesitamos una sociedad organizada que aparte de protestar plantee alternativas y las lleve a cabo. Con lo que sea, con masías ocupadas como Can Biarlu, en Querol (Tarragona), o colectivizar empresas que puedan desaparecer por ERE, o construyendo espacios liberados en todos los barrios, o cuestionando hacernos también nuestra vida personal y ligado con ello nuestra sexualidad y nuestra identidad de género, o trabajando fuerte para hacer saber quiénes son los corruptos y que no están en Madrid, en París o Bruselas, sino que también tenemos en Reus, en Valls, en Tarragona y en Cambrils, hasta alcanzar algún día a asaltar nuestro particular e intransferible palacio de invierno.

Colaboras también con la Directa, convertida en un medio de referencia en Cataluña; como ves el panorama de la prensa crítica?

La Directa nunca será un medio de referencia con casi 1.500 suscriptores, empecemos por ahí. También me atrevería a decir que el ámbito territorial donde puede tener alguna incidencia se reduce a la ciudad de Barcelona, ​​y aún así estaría tirando muy arriba. No pretendo desmerecer la labor del semanario, al contrario, tenemos que darnos cuenta que sin un medio de comunicación de masas no vamos a ninguna parte, se llame Directa, Solidaridad Obrera, Diagonal, Cataluña o como se quiera decir. Y un medio de estas características hay que pagarlo. Alguien tiene que pagarlo. Y qué mejor que hacerlo entre todas, suscribiendose a ella e, incluso, colaborando en ella. El día en que tengamos un diario en los quioscos que podamos considerar «nuestro», ese día, no digo que hayamos ganado, pero ya tendremos medio camino hecho. En general veo mucho conformismo, comodidad e inconsciencia, con lemas como «la prensa apunta, el Estado dispara». Esto será cierto mientras la prensa sea suya. Vivimos en la era de la Opinión Pública y sin acceso a ella no tendremos nunca acceso a la totalidad de las ciudadanas.

¿Cómo ves la situación del periodismo profesional; qué podemos hacer para que nuestras periodistas no tengan que ganarse la vida trabajando en los medios de la derecha conservadora?

Ofreciendo por un lado empleos mínimamente bien pagados y por otro teniendo claro que colaborando con según qué medio y escribiendo según qué artículos, y ya sé que es un criterio muy subjetivo, está favoreciendo a una causa concreta que va en contra de la clase trabajadora y del pueblo catalán. Desgraciadamente hay muchos periodistas militantes o simpatizantes de los movimientos sociales que se han de ganar la vida en medios oficiales, por no decir casi la totalidad. Es por eso que hoy por hoy si no hay más remedio tenemos que cambiar el chip y pensar que de momento ya nos va bien que estén allí, porque los artículos se seguirán escribiendo, pero todavía el periodista puede elegir temas y su enfoque.

Lo que sí no hay que creer nunca es que sus medios son periodísticos y, los nuestros, no. Propaganda hay en todas partes, y la subjetividad es un hecho irrenunciable porque si no dejaríamos de ser sujetos y nos convertiríamos objetos. Por tanto, mientras el periodismo que hacen lo que ellos llaman «periodismo militante», que yo me pregunto si no somos todos militantes de alguna idea, siga las normas de un periodismo honesto, para mí ese será el mejor periodismo. O tan periodístico como el mejor periodismo del mejor periódico anglosajón.

* Josep M. Llauradó es periodista y coordinador del portal Pobleviu. Entrevista realizada por Josep M. Estivill publicada en el núm. 143 de la revista Catalunya.

http://www.cgtcatalunya.cat/spip.php?article8639

 


Fuente: Josep M. Llauradó