“El Estado pierde 11.839 millones al vender Catalunya Banc”

(De la prensa)

Se mire por donde se mire, todo en el Reino de España hiede. La corrupción arrecía. A diestra y siniestra, cada partido político esconde un latrocinio en sus alforjas o se lo está pensando. El ex presidente balear y ministro del PP Matas entrando en la cárcel por tráfico de influencias, y su colega de Castellón Fabra en lista de espera, por la derecha nacional, mientras los 45 de Gürtel, Bárcenas y los siete enanitos y el pío Cotino caminan en idéntica formación.

Se mire por donde se mire, todo en el Reino de España hiede. La corrupción arrecía. A diestra y siniestra, cada partido político esconde un latrocinio en sus alforjas o se lo está pensando. El ex presidente balear y ministro del PP Matas entrando en la cárcel por tráfico de influencias, y su colega de Castellón Fabra en lista de espera, por la derecha nacional, mientras los 45 de Gürtel, Bárcenas y los siete enanitos y el pío Cotino caminan en idéntica formación. Y en el ala catalanista, el “muy honorable” Pujol y su extraña familia, pura corporación Corleone con barretina, sacan a sus ancestros de la tumba para justificar una fantasmal fortuna de 137 millones de euros oculta desde tiempos inmemoriales.

Pero en la sedicente izquierda tampoco son mancos, solo que a la progresista manera. Tras la revelación de las sicavs del clan Cañete-Valenciano -Meyer y pendientes de que la juez Mercedes Alaya parachute al Supremo a los ex presidentes de la Junta, Chaves y Griñán, el nuevo secretario general del PSOE, un tal Sánchez, que pasará a la historia por haber inaugurado la etapa del teleprompter en los discursos políticos, nos ha recordado al Adolfo Suarez de “puedo prometer y prometo”. Ha sido durante la clausura del congreso donde fue refrendado por aclamación como nuevo líder del partido cuando ha asegurado que si llega al gobierno revisará los acuerdos con la Santa Sede, derogará la reforma laboral y removerá cielo y tierra para que la crisis no la paguen los de siempre.

Bonitas palabras. Todo ello escoltado en el pódium triunfal por los cuatro secretarios generales que en el PSOE han sido. A saber: el hombre que en la transición ratificó los privilegios concedidos por Franco al Vaticano (Felipe González); la persona que perpetró un golpe de estado económico al modificar el artículo 135 de la Constitución y promovió con el consenso de CCOO y UGT la primera contrarreforma laboral (José Luis Rodríguez Zapatero) y el individuo que al frente de la Comisión de Economía de la Unión Europea, primero, y luego de la Competencia, ha sido el ejecutor del austericidio dictado por la troika (Joaquín Almunia).

Y falta el que entrega el testigo, Alfredo Pérez Rubalcaba, el de la triste figura, perejil en todas las salsas reaccionarias de los anteriores gobiernos socialistas. Pues bien, el hombre que llevó al partido de Pablo Iglesias al peor resultado de su historia, ha sido despedido con todos los honores por los delegados presenten en el cónclave. ¿Se imaginan ustedes que pasaría si en cada empresa, en cada tajo de esta piel de toro, se hiciera lo mismo: premiar a los que nos arruinan? Iríamos de cráneo. Aunque bien mirado, a lo mejor esto es lo que sucede. Vamos hacia atrás, y progresamos adecuadamente, porque los que no representan son unos zotes cleptómanos a los que aplaudimos sus fechorías. ¡Ay esa bobalicona militancia socialista que congreso tras congreso dice amén a las melonadas de sus líderes impasible el ademán!

Este dueto es el que ha arrasado el país. Con distinta letra pero con la misma música y sobre todo con idéntica vocación: vivir del cuento. Dice la vigente Constitución, y sentencia el mínimo sentido común, que todo ciudadano español tiene derecho a un trabajo digno y a una vivienda, y que la riqueza de la nación está al servicio del interés general. Pues ni curro ni casa. Desde los Pactos de la Moncloa hasta las recientes involuciones laborales iniciadas por Zapatero y profundizadas por Rajoy (con la complicidad de CCOO y UGT en la etapa socialista), todas han sido maniobras para abaratar los salarios, empeorar las condiciones de trabajo y pauperizar el empleo. Seis millones de parados y una masiva emigración de talentos jóvenes (la nueva cara del exilio político) nos contemplan. ¡España va bien!

Claro que hasta épocas recientes aquí quien más o quien menos tenía su ración de vivienda propia o el colchón de la familia para ir tirando. De ahí ese supuesto milagro de que con una tasa de paro cercana al 26% de la población activa (casi el 60% entre los menores de 35 años) la calle aún no sea un polvorín. Más allá del cortafuegos que se atribuye a la economía sumergida, en la que, por cierto, no suelen incluirse los dineros evadidos por la casta dominante a los paraísos fiscales. Pero eso también voló y ahora son las magras pensiones de los abuelos las que aguantan el tipo. Nuestros representantes decidieron dar nuevos yacimientos de usura a la banca amiga, que todos los años perdona millones de euros a los partidos, a través de la trama de las hipotecas basura y las preferentes. Un chollo que no solo preñó el sueño imposible de tener al alcance de todos los bolsillos una casa en cómodos plazos, sino que además dejó el país convertido en una inmensa hormigonera por la codicia combinada de los amos de las finanzas y la mafia del ladrillo.

Y ahora ha llegado el turno a nuestras universidades, el último recurso de las clases medias para mejorar las condiciones de vida de sus vástagos. Con el trabajo a verlas venir y la posibilidad de tener un techo digno convertido en un desideratum, los más creyentes pensaban en los estudios universitarios como salvavidas promocional. Pero de nuevo nos hemos topado con las pirañas de la banca, gracias a los cambios legislativos introducidos por los respectivos gobiernos del PSOE y del PP para meter a nuestros campus en el denominado Plan Bolonia, que no es sino una maquinación con que troquelar los estudios superiores a la horma del mercado. De esta forma, si hasta principios del 2000 hacer una carrera en una universidad pública en España era factible para mucha gente, de ahora en adelante funcionara un númerus clausus económico que incrementará aún más las ya alta cotas de desigualdad social que la crisis ha provocado.

Y todo porque Botín y los de su curia han visto en el alma mater una excelente oportunidad de negocio, tras esquilmar el filón de la hipotecas basura y las tramposas preferentes, auténticos agujeros negros donde se encuentran sumidos millones de familias. Para ello, primero se subieron las tasas y se modificó la estructura académica, introduciendo enseñanzas de grado de cuatro años y másteres de un año. Se vendía así la idea de que el grueso del alumnado tuviera una potente formación troncal, dejando la especialización para aquellos otros con mayores recursos para afrontar el mayor coste de la matrícula y la demora en egresarse. Pero hecha la ley por los distintos ministros de educación del duopolio dinástico hegemónico (la excomunista Pilar del Castillo por el PP; María Jesús San Segundo, Mercedes Cabrera y Ángel Gabilondo por el PSOE y José Ignacio Wert de nuevo por la derecha), hecha la trampa. El proyecto que maneja el actual ejecutivo busca ahora dejar los grados en tres años y los másteres en dos, una involución catastrófica para las economías más modestas. La solución es la misma otra vez: endeudarse con la banca en esa modalidad que llaman beca-préstamo. Así el sistema financiero español, líder europeo en márgenes abusivos de intermediación, no solo será el mayor casero del país sino que aumentara su pasivo y ostentará la mayor cartera de clientes del mundo entre la juventud emprendedora. Con este panorama, en los dos últimos años de “bolonios” se registraron 45.000 matrículas menos en las universidades públicas.

Sin embargo será el Banco de Santander el gran beneficiado de la ”modernización universitaria” perpetrada por los sucesivos gabinetes socialistas y populares. Pelotazo que ha convertido un bien de primera necesidad como era estudiar una carrera en un auténtico artículo de lujo. De hecho, la entidad que preside el ínclito Emilio Botín lleva años fagocitando a la comunidad universitaria a través de su red Universia. Se trata de un potente portal digital que ofrece en exclusiva y régimen de monopolio contenidos de todos los centros de enseñanza superior de España y Latinoamérica ante la absoluta permisibilidad de las autoridades oficiales y académicas. La penetración del Santander en los campus llega hasta el punto de sufragar congresos internacionales a los que concurren regular y dócilmente decanos y rectores de todas las universidades. Comparsas estos del botín en curso y tan entregados a la causa que ya es tradición que la reunión anual del Consejo de Administración de Universia se haga el mismo día y en el mismo lugar que tiene lugar la de Conferencia de Rectores Universitarios Españoles (CRUE). Dos foros simbióticos que siempre cuentan con la presencia estelar del banquero de banqueros y zar de las “primas únicas” como generoso anfitrión.

En esa auténtica “merienda de negros”, con perdón de la metáfora, en que se ha convertido el negocio de la enseñanza universitaria en España solo unos cuantos intelectuales se atreven a criticar los designios de la banca manumisora. La catedrática Teresa Miras Portugal, presidenta del Comité de Expertos que analizó la situación de la universidad española, ha valorado así las consecuencias de la reforma en marcha: “El préstamo universitario hundirá definitivamente a la clase media” La Voz de Galicia 28/07/14). Y el constitucionalista Roberto L. Blanco Valdés, en un reciente artículo publicado un día antes en el mismo diario, titulado “Estudiantes: ¡que Bolonia os coja confesados!”, tildaba de “cataclismo” la susodicha reforma y señala responsables: “La política universitaria –la de Wert y sus predecesores ha convertido a nuestros estudiantes de la enseñanza en unas desvalidas cobayas, que están al albur de los caprichos y ocurrencias de Ministros y Gobiernos”.

Mientras tanto, los medios de comunicación celebraban el éxito del Tercer Congreso Internacional Universia de Rio de Janeiro con asistencia gratis total de 1.103 rectores españoles y latinoamericanos, de 33 países. Tras forrarse con las miserias del corralito argentino y los réditos de su paridad monetaria, la inmensa ubre del Banco Santander, la madrastra buena del duopolio dinástico gobernante que patentó la transición, pretende ahora captar a decenas de millones de futuros profesionales de ambos lados del charco. Generaciones emergentes de universitarios pilladas en el cepo de las becas-préstamo made in Bolonia.

Sin curro, sin casa, sin universidad. Todo para los bankers y sus monaguillos.

Rafael Cid

 


Fuente: Rafael Cid