Cuando echamos la vista atrás es fácil pensar que los tiempos pasados fueron peores. La historia cuenta que ayer hubo mucha más sangre derramada que en la actualidad, parece como si sòlo estuviéramos dispuestos a aceptar que la bestia ha recorrido el pasado dejando su estela terrorífica y que ahora está acorralada, dando zarpazos agónicos, casi muerta.
Pero esto no es cierto, la historia de ayer y la de hoy son igual de delirantes, la bestia está viviendo en plenitud pero ha cambiado estrategias, ha sofisticado los métodos, ha aprendido a metamorfosearse, a fundirse, a mimetizarse para pasar desapercibida y poder así continuar saciando su hambre inmensa.
Es difícil imaginar otro tiempo donde el ser humano fuera menos libre
que ahora, es difícil imaginarlo tan intoxicado, tan confundido, tan
vigilado.
Y lo que ayer nos parecía que no podría ocurrir de ninguna de las maneras hoy sucede como si nada.
¿Cómo íbamos a pensar que nos robarían lo conquistado por las generaciones que nos preceden?
Es difícil imaginar otro tiempo donde el ser humano fuera menos libre
que ahora, es difícil imaginarlo tan intoxicado, tan confundido, tan
vigilado.
Y lo que ayer nos parecía que no podría ocurrir de ninguna de las maneras hoy sucede como si nada.
¿Cómo íbamos a pensar que nos robarían lo conquistado por las generaciones que nos preceden?
¿Cómo íbamos a pensar que las semillas iban a ser un día propiedad de alguien?, ¿y el agua?, ¿y las canciones?
¿Cómo íbamos a imaginar que se torturaría impunemente?, ¿Qué se metería en la cárcel al que disiente?
¿Cómo íbamos siquiera a sospechar las excusas usadas para masacrar pueblos completos reiteradamente, sarcàsticamente?
¿Cómo íbamos a pensar que la impunidad sería una señora distinguida que va del brazo de asesinos que gobiernan?
¿Cómo íbamos a pensar que llegaríamos así al presente, sin pan, sin techo, sin derechos?
¿Cómo íbamos a saber que iríamos andando de espaldas con una jauría azotándonos la cara y las ideas?
Joder, yo creía que teníamos los dientes afilados para romper las cadenas y que nunca podrían ponernos las viejas.
Pero las llevamos puestas, las más antiguas y las nuevas que se inventan.
Silvia Delgado