En el 2010, en una democracia, según dicen, bien alimentada, han sacado a los militares a la calle. Han aireado las amenazas, han mostrado las garras mientras el populacho aplaudía.
Y todos tan tranquilos con esta gloriosa victoria.
Los fusiles resucitaron, vinieron para quedarse como se queda la miseria, como se queda el miedo y la ignorancia esparcida por los rincones.
Por la fuerza, por cojones, el gobierno no admite rebeliones.
Y que sirva de precedente, los muertos pueden sembrarse si son ciudadanos con conciencia de clase.
La violencia se derrama porque exige, para continuar viva, silencio a manos llenas.
Que callen todos, que se arrodillen, que nadie levante el puño ni la palabra, que los sables están afilados y tienen sed de sangre.
La democracia desafía a la paz y a la justicia mientras la mayoría recita la propaganda, bate palmas y se idiotiza.
Silvia & JKAL