Ajko VI: El Konsumismo
Otra cosa que me da asco y que creo necesario señalar es esta delirante forma de vivir consumiendo.
El sistema se alimenta de nuestra pobre riqueza.
Se sostiene porque somos partes de este engranaje que a su vez tritura nuestros huesos y los vomita.
El ser humano está envasado al vacío, listo para ser adquirido.
Depende
del mercado, del trabajo, del sexo, del origen, depende del aspecto,
de la ideología, todo esto son factores que influyen a la hora de
ponernos precio.
Depende
del mercado, del trabajo, del sexo, del origen, depende del aspecto,
de la ideología, todo esto son factores que influyen a la hora de
ponernos precio.
Y
luego, ingenuos, por si esta esclavitud no fuera bastante, recorremos
los mercados como enfermos, atesorando objetos que nos vacían por
dentro.
Y
luego, ingenuos, pensamos que somos libres porque elegimos entre
blanco o negro y la verdad es que sólo si entregamos nuestro tiempo
a cambio de dinero, sólo si entregamos nuestro dinero a cambio de
cosas tenemos libertad, libertad para consumir y para morir
consumiéndonos.
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Ajko VII: Los Intelektuales
El
último asco al que esta poeta dedicará unas letras, es a los
artistas, a los escritores, a todos aquellos que pueden ponerse en
esta orilla del espanto y sin embargo optan por la palabra
conveniente, por la palmadita en la espalda por la vulgaridad o la
sandez o la actitud pedante.
Y
yo sé que soy intolerante con todos ellos, yo sé que cada cual
puede plantar cara a la vida de la manera que crea conveniente, esto
lo sé, pero cuando se trata de gente que comparte este oficio de
poeta o parecido me arden las venas si entretienen el pincel o las
letras explicando la forma romboide de sus ombligos. Me da asco
mirarlos risueños en la presentación de libros, mientras fuera,
caen pobrezas, me da asco escucharlos en sus tribunas, mientras
fuera, se suceden los desahucios, me da asco mirarlos recogiendo sus
prebendas, mientras fuera la cárcel o la tortura o las leyes o las
bombas coagulan los presentes.
Porque
no es tiempo de callarse, no es momento de mimar a Narciso como si
fuera el único superviviente, aquí y ahora son precisas la palabra
clara, el valor del compromiso.
Alejándonos
de esta realidad, viviendo fuera de ella, somos siervos de los que
nos gobiernan.
Y
sin libertad, el artista, el poeta, se convierte en un vocero más,
en un eco, en un escribidor al dictado del luto y de la sangre.
Silvia
Delgado