Ecologistas en Acción organiza proyecciones, charlas y concentraciones en el segundo aniversario del accidente

Cuando se cumple el segundo aniversario del accidente nuclear de Fukushima, ya se vislumbran las terribles afecciones sobre las personas, el medio y la economía y aún no se han manifestado todos los efectos. A pesar de su gravedad, no se han aprendido las lecciones del siniestro, como recuerda Ecologistas en Acción. La organización organiza charlas, concentraciones y proyecciones antinucleares en diferentes ciudades del Estado español.

El 11 de marzo de 2011 se registró un terremoto seguido por un tsunami, con efectos devastadores en los seis reactores de la central nuclear de Fukushima-Daiichi y en otros ocho reactores de Japón. El terremoto ya produjo graves daños en los reactores y el tsunami vino a completar la destrucción de equipos vitales para la seguridad, lo que desembocó en una masiva fuga de radioisótopos, sobre todo yodo y cesio.

El 11 de marzo de 2011 se registró un terremoto seguido por un tsunami, con efectos devastadores en los seis reactores de la central nuclear de Fukushima-Daiichi y en otros ocho reactores de Japón. El terremoto ya produjo graves daños en los reactores y el tsunami vino a completar la destrucción de equipos vitales para la seguridad, lo que desembocó en una masiva fuga de radioisótopos, sobre todo yodo y cesio.

La humanidad se enfrentó a un nuevo accidente que dispersó grandes cantidades de radiactividad en el medio terrestre y en el mar. Pero el siniestro también fue singular con respecto a los anteriores, puesto que se produjo en Japón, una potencia tecnológica de primera línea, y se generó por un evento externo a la central. Este último hecho añade gran incertidumbre a la seguridad de las plantas, puesto que dejó en evidencia que no es posible prever todo lo que va a suceder en torno a una central.

Los efectos sobre el medio y la salud de las personas no van a ser fáciles de obviar, porque hoy en día no han hecho más que empezar a manifestarse. De entrada, el riesgo aún no ha desaparecido en Fukushima, puesto que las estructuras dañadas de los reactores podrían no resistir a posibles seísmos en el futuro. Además, en la zona contaminada, de evacuación obligatoria, se recogieron más de 1.600 víctimas del terremoto y tsunami: nunca sabremos cuantas de esas vidas se podrían haber salvado con la debida atención que no se produjo para evitar la radiactividad.

La contaminación viajó muy lejos del reactor e hizo que los niveles de radiactividad superasen las dosis admitidas para los trabajadores expuestos a distancias de 80 km y que los niveles fueran 8 veces lo normal en Tokio, ciudad de 30 millones de habitantes situada a 250 km de la central.

Además, se vertieron más de 12.000 toneladas de agua contaminada al mar, lo que tendrá consecuencias impredecibles. De hecho se han pescado ejemplares de peces con un nivel de radiactividad 2.500 veces el permitido.

Los primeros efectos de esta contaminación se registran ya en un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde los cálculos indican: un aumento del 4% de tumores sólidos y del 6% en cáncer de mama en mujeres expuestas en su infancia; un aumento del 7 % de las leucemias entre los adultos expuestos en su infancia y un aumento de los cánceres de tiroides casi en un factor 100. Además de esto, la OMS recomienda continuos estudios médicos sobre la población para detectar las posibles enfermedades derivadas de la radiación.

A los terribles daños para la salud y el medio, hay que sumar los daños económicos. Según evaluaciones independientes, estos podrían ascender a 250.000 millones de dólares, de los cuales ya se han gastado unos 43.700 millones de dólares de dinero público. En Japón la responsabilidad civil es ilimitada, pero no hay ningún reglamento que establezca cómo deben pagarse las indemnizaciones, por lo que TEPCO, la empresa propietaria de la central, todavía no se ve obligada a acometer indemnizaciones de consideración. Las cifras anteriores hay que compararlas con el máximo gasto por daños a terceros previsto por la legislación europea, en que se contempla una responsabilidad civil limitado, que ascienden a 1.200 millones de euros.

Pese a todo esto, algunos gobiernos, como el español, siguen sin aceptar la evidencia de la peligrosidad de la energía nuclear y no establecen calendarios de cierre de las centrales nucleares. La industria nuclear y las compañías eléctricas que poseen centrales siguen poniendo la obtención de beneficios por delante de la salud de las personas y el medio ambiente. Es un caso más de apropiamiento privado de los beneficios y de socialización del riesgo.

Para Ecologistas en Acción el accidente de Fukushima muestra a las claras que es imposible garantizar la seguridad de las centrales nucleares y que lo más sensato es proceder a su cierre escalonado. Existen ya energías alternativas capaces de suministrar electricidad sin riesgo y con mínimos impactos ambientales.

A lo largo de la próxima semana grupos y federaciones de Ecologistas en Acción organizan actos en Extremadura, Cataluña, Madrid o Castilla y León para recordar el accidente, analizar las amenazas actuales y reivindicar modelos energéticos alternativos.

Información sobre eventos: https://www.ecologistasenaccion.org/article20037.html


Fuente: Ecologistas en Acción