Siete inmigrantes desaparecieron en el mar anoche en Fuerteventura, en plena maniobra de rescate por parte de una patrullera de la Guardia Civil, que había interceptado la patera en la que viajaban apiñados junto a otros 28 africanos. Era la cuarta patera que intentaba alcanzar la isla en el día de ayer. El suceso ocurrió a unos 300 metros de la costa de Pozo Negro (en el municipio de Antigua), confirmó un portavoz de Cruz Roja.

Siete inmigrantes desaparecieron en el mar anoche en Fuerteventura, en plena maniobra de rescate por parte de una patrullera de la Guardia Civil, que había interceptado la patera en la que viajaban apiñados junto a otros 28 africanos. Era la cuarta patera que intentaba alcanzar la isla en el día de ayer. El suceso ocurrió a unos 300 metros de la costa de Pozo Negro (en el municipio de Antigua), confirmó un portavoz de Cruz Roja.

Siete inmigrantes desaparecieron en el mar anoche en Fuerteventura, en plena maniobra de rescate por parte de una patrullera de la Guardia Civil, que había interceptado la patera en la que viajaban apiñados junto a otros 28 africanos. Era la cuarta patera que intentaba alcanzar la isla en el día de ayer. El suceso ocurrió a unos 300 metros de la costa de Pozo Negro (en el municipio de Antigua), confirmó un portavoz de Cruz Roja.

La patrullera salió al encuentro de la frágil embarcación, guiada tan sólo por las señales de radar. Una vez localizaron la patera a las diez de la noche, se inició una complicada aunque habitual maniobra, conocida como abarloamiento, consistente en reducir la marcha a menos de un 1 nudo de velocidad (1,8 kilómetros/hora), acercar y atar con cabos su alto y duro casco al de la barquichuela, que, por el peso de sus pasajeros, apenas levantaba unos 15 centímetros de la superficie y se encontraba llena de agua.

Cuando en unos pocos segundos los agentes habían salvado a 20 personas, los 15 restantes se levantaron de repente, se agolparon en un solo lado de la patera y provocaron el vuelco de la embarcación, relató un portavoz de la Delegación del Gobierno en Canarias. Los guardias lanzaron todo tipo de cuerdas, chalecos y botes. Rescataron a ocho personas más, uno de ellos con parada respiratoria, al que reanimaron en plena cubierta. Entre los siete desaparecidos no había ni mujeres ni niños, indicó el mismo portavoz oficial.

La patrullera desembarcó a los supervivientes en el muelle de Gran Tarajal, donde profesionales y voluntarios de Cruz Roja los recibieron mojados, con graves síntomas de hipotermia, estado de shock y muy débiles, relató el presidente insular, Gerardo Mesa. Cuatro fueron derivados a las urgencias de un centro de salud y al hospital insular. El resto recibió ropa seca, bebidas calientes y comida y fue derivado al centro de internamiento de El Matorral. Ninguna de las cuatro patrulleras de la Guardia Civil con base en Fuerteventura está diseñada para el rescate de personas en alta mar, sino para labores de vigilancia costera y lucha contra el narcotráfico, como ha reconocido en numerosas ocasiones el propio delegado del Gobierno, José Segura. Sus cascos se levantan más de un metro de la superficie e impiden a los entregados agentes realizar un rescate rápido, mucho más con mar bravo, en plena oscuridad y con grupos humanos nerviosos, presa del pánico que no hablan español.

Las barcas de madera viajan a una velocidad media de 5 nudos (unos 9 kilómetros a la hora) pero paran el motor y quedan a la deriva cuando escuchan los motores y ven los focos de las patrulleras.

La investigación abierta por el Ministerio del Interior sobre otros dos naufragios ocurridos de manera similar los días 2 y 10 de junio de 2003, donde desaparecieron 21 inmigrantes, dio la razón a la primera versión oficial, según la cual, los náufragos navegaban a la deriva, se levantaron al ver la patrullera y cayeron al mar. Entonces murieron 21 personas. En mayo de 2001, otro suceso parecido acabó con la vida de 15 inmigrantes.

Juan Manuel Pardellas – Santa Cruz de Tenerife

ELPAIS.es