Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico

¡El tren!, ¡La Autovía!, ¡El puerto!, ¡Gibraltar!…. Tener amplias miras, otear un horizonte, tener en consideración lo por llegar, lo que depende de voluntades ajenas… es bueno, conveniente e incluso necesario. Lo que ya no parece que ayude a reconstruir un presente incierto y un futuro nada halagüeño, es perderse en mirar hacia cualquier punto más allá de lo cercano, más allá de aquello que es posible y necesario hacer con las propias energías y potencialidades.

¡El tren!, ¡La Autovía!, ¡El puerto!, ¡Gibraltar!…. Tener amplias miras, otear un horizonte, tener en consideración lo por llegar, lo que depende de voluntades ajenas… es bueno, conveniente e incluso necesario. Lo que ya no parece que ayude a reconstruir un presente incierto y un futuro nada halagüeño, es perderse en mirar hacia cualquier punto más allá de lo cercano, más allá de aquello que es posible y necesario hacer con las propias energías y potencialidades. Mirar a cualquier punto en el horizonte justifica la inactividad, la falta de iniciativas propias, pretendiendo legitimar la inacción, la apatía de quienes lejos de sobrevivir, viven con cierta holgura, cuando miles de personas a su alrededor pasan mucha necesidad.

Se pensará que algo se hace si se mejoran las comunicaciones de nuestro territorio se tendrán mejores ocasiones de hacer negocio, o si se resuelve la existencia de un “paraíso fiscal”, que descompensa totalmente y lastra una parte del desarrollo económico de toda la zona. Y es evidente que es así y que ello no debe olvidarse, ni cejar en el empeño. La cuestión pierde interés cuando ese mirar hacia fuera, hacia quienes deben “invertir”, como si de ellos dependiera la suerte de un cuarto de millón de personas que vivimos aquí y no allí, no se completa con el hacer aquello que es necesario aquí y ahora.

Lo que justifica, en primera instancia, que existan instituciones, organismos, administraciones públicas, asociaciones empresariales … , se encuentra en el diario discurrir de lo cercano. Respuestas a tanto cierre de pequeñas empresas, de tantos miles de personas sin empleo y de decenas de miles de jóvenes que no tienen presente ni futuro, son las necesarias ahora. Que se rasguen las vestiduras porque en los presupuestos del Estado no aparezcan partidas para inversiones en infraestructuras en este territorio, o que quienes ganan mucho dinero, hasta en tiempos críticos, como dicen que estos son, no reviertan parte de sus pingües beneficios en la mejora de la economía real, no tiene el menor sentido, si no se interviene directamente en la economía “local”. Desde tiempos inmemoriales se escucha aquello de ¡A Dios rogando y con el mazo dando! Y es que parece que el mazo, o no se quiere coger o quienes deben hacerlo no tienen energías o entendederas para cogerlo, usarlo y acertar.

Que se critique, que se denuncie, el abandono secular de este territorio por quienes tiene la responsabilidad de colaborar en la mejora de las vidas de las gentes que aquí habitamos, podría tener algo de sentido, siempre que quienes lo hacen articulen iniciativas que hagan precisamente eso que critican. No basta a estas alturas con quejarse, con espetar al otro partido que no hizo, que no hace o deja de hacer. Enfrentamientos vacios que pretenden demostrar a las “masas”, las ¡enormes! preocupaciones, que no ocupaciones, de quienes les pedirán el voto próximamente.

Por ello mala receta, políticamente hablando, es mirar siempre para afuera.

Rafael Fenoy Rico

 


Fuente: Rafael Fenoy Rico