Artículo de opinión de Octavio Alberola.

Sí, señor Sánchez, «en el día de hoy, 24 de octubre de 2019, han concluido las tareas de exhumación y del traslado de los restos del dictador Francisco Franco, desde la basílica del Valle de los Caídos hasta el cementerio de Mingorrubio», y podría haber sido un día «para celebrar -tal y como usted dijo- una gran victoria de la democracia española».

Sí, señor Sánchez, «en el día de hoy, 24 de octubre de 2019, han concluido las tareas de exhumación y del traslado de los restos del dictador Francisco Franco, desde la basílica del Valle de los Caídos hasta el cementerio de Mingorrubio», y podría haber sido un día «para celebrar -tal y como usted dijo- una gran victoria de la democracia española». Pero no lo ha sido porque -como usted mismo lo reconoce- sigue la infamia de que más de un tercio de los restos mortales de casi 34.000 españoles represaliados tras la Guerra Civil, conducidos al Valle de los Caídos sin el consentimiento de sus familias, «permanecen aún hoy sin identificar».

Sí, señor Sánchez, es una una infamia que esas víctimas de la Dictadura sigan aún hoy sin identificar. Pero lo más grave, lo más infamante, es que haya un artículo (el artículo 10) en la Ley de Memoria Histórica que las discrimina; pues, como usted sabe, en lo que concierne al derecho de reparación, ese artículo divide arbitrariamente a las víctimas de la Dictadura en dos categorías en función de haber sido ejecutadas antes o después de 1968.

Sí, señor Sánchez, es una infamia, conceder una reparación trece veces menor (9.900 euros) a las familias de las víctimas de la represión franquista, ejecutadas antes de esa fecha arbitraria de 1968, que la concedida (135.000 euros) a aquellas cuyos familiares fueron ejecutados después de esa fecha.

Sí, señor Sánchez, es una infamia esta arbitraria e injustificable discriminación que afecta a todas las víctimas de la represión franquista ejecutadas antes de 1968: tanto a los represaliados cuyos restos siguen, sin identificar o no, en El Valle de los Caídos, como a los Federico García Lorca, Blas Infante, Lluis Companys, Juan Peiró, Julián Zugazagoitia, Francisco Cruz Salido, Julián Grimau, Joaquín Delgado, Francisco Granado y muchas otras víctimas del franquismo.

Sí, señor Sánchez, es una infamia que los cuerpos de muchos de esos represaliados fueran trasladados «sin consentimiento o en el más absoluto desconocimiento de sus familias»; pero esa infamia la cometió la Dictadura. En cambio, la responsabilidad de la infamia de no identificar aún los restos de muchos de ellos es de los que han gobernado durante la Democracia y no han acometido tal tarea. Como lo es del gobierno socialista del señor Zapatero que en la Ley de Memoria Histórica se discrimine a todas las víctimas de la Dictadura ejecutadas antes de 1968, y lo es también suya, señor Sánchez, por no haber reformado esa ley para poner fin a tan infamante discriminación.

Sí, señor Sánchez, es una infamia «que aún hoy existan miles de fosas dispersas por toda nuestra geografía» y «muchos restos de represaliados por identificar»; pero la peor infamia es seguir manteniendo esa arbitraria e infamante división de las víctimas de la represión franquista en la Ley de Memoria Histórica. Una Ley que pretende «dar verdad, justicia y reparación a las víctimas de la dictadura» y, en su artículo 10, las divide arbitrariamente, sin justificación alguna.

Sí, señor Sánchez, «es una aberración intolerable que debemos afrontar con decisión. Por justicia y dignidad. Pero, sobre todo, por pura humanidad. La España de hoy tiene una deuda con esas familias». ¡No lo olvide!

Octavio Alberola


Fuente: Octavio Alberola