¿Qué defendemos en la calle, en los centros de trabajo a diario, desde la contra reforma laboral, esta gran estafa del capitalismo de barbarie?

Desde luego nos defendíamos y nos defendemos, de un determinado modelo de gestión arbitrario, unilateral y carente de cualquier cultura democrática de respeto por las reglas de juego existentes en nuestro ordenamiento jurídico laboral.

Nos defendíamos y nos defendemos de una determinada gestión que, solamente cuenta la voluntad del “señor” o del amo, donde criterios ajenos a la profesionalidad, el buen hacer, a un determinado modelo de negocio que trascienda la tan arraigada “cultura empresarial hispana” de obtención del beneficio rápido a costa de lo que sea, [sobre todo de la “sobreexplotación de la mano de obra”, reducción de plantillas y carencia de políticas de inversión de futuro], son los criterios que quieren ser impuestos a los trabajadores/as, a los cuales se les “compra o se les convence”, para comportarse como

Nos defendíamos y nos defendemos de una determinada gestión que, solamente cuenta la voluntad del “señor” o del amo, donde criterios ajenos a la profesionalidad, el buen hacer, a un determinado modelo de negocio que trascienda la tan arraigada “cultura empresarial hispana” de obtención del beneficio rápido a costa de lo que sea, [sobre todo de la “sobreexplotación de la mano de obra”, reducción de plantillas y carencia de políticas de inversión de futuro], son los criterios que quieren ser impuestos a los trabajadores/as, a los cuales se les “compra o se les convence”, para comportarse como “súbditos” y renunciemos a nuestra condición de personas y sujetos sociales portadores de derechos.

Aunque la Reforma Laboral del PP, sea un regalo a la discrecionalidad -e incluso a la arbitrariedad- del empresario, la reacción es posible…porque todas las normas y leyes desde antiguo se han aplicado e interpretado en el marco de una concreta relación de intereses y de la correlación de fuerzas existentes en la sociedad, en las empresas, así como de las movilizaciones y exigencias de los colectivos sociales.

Lo que nos demuestran la historia y el día a día es que la herramienta principal de la clase trabajadora, de las personas asalariadas, de todas, con independencia de la categoría o puesto que tengamos en la relación laboral salarial, ayer, hoy, siempre, es y será su capacidad de organización, de unidad y de movilización, de organización sindical en los centros de trabajo y, desde ahí, su presencia y su capacidad de propuesta que responda a las demandas que exigen los cambios.

Y ahora más que nunca también, los trabajadores y las trabajadoras verán que allí donde hay afiliación, y por ello hay sindicato, sus derechos son respetados. Gobiernos a lo Margaret Thacher y Empresarios y Gestores a lo Rosell y Rodrigo Rato, son quienes hacen posible la injusticia social y moral, el empobrecimiento material y moral y causan fracturas sociales que hacen cada vez más desiguales a las personas.

Ayer defendíamos y defendemos ahora y siempre, que los cambios, las adaptaciones a las realidades productivas, deben hacerse desde el respeto de los derechos que corresponde a cada parte y desde la negociación para equilibrar una relación de por sí muy desigual: es un asunto de Justicia Social, es un asunto de Derechos Humanos fundamentales.

Por eso no vamos a caer en la «desmoralización permanente», en el “no se puede hacer nada”, y por eso debemos –y lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo-, luchar contra el peor de los efectos de la Reforma Laboral: que se instale el miedo y se extienda la desmoralizadora idea de que a partir de ahora el empresario ha adquirido el poder absoluto y los trabajadores han perdido toda posibilidad de reacción.

Han venido a por todos y todas. Nos han arrebatado la libertad en primer lugar, la autonomía como personas y nuestra capacidad de decidir. Nos han condicionado nuestras vidas por medio del chantaje miserable del dinero. Nos han convertido en un coste variable, en una mercancía de usar y tirar. Nos han vaciado de dignidad y pretenden dejar sin sentido la vida social.

DMC


Fuente: Desiderio Martín