Artículo de opinión de Marc Cabanilles publicado en Levante-EMV

Últimamente está de moda el denunciar por atentar contra los sentimientos religiosos. ¿Alguien podría definir que es el sentimiento religioso? ¿Es igual en todas las religiones? ¿tienen sentimiento religiosos los no creyentes? ¿es algo innato o que se inculca?

Últimamente está de moda el denunciar por atentar contra los sentimientos religiosos. ¿Alguien podría definir que es el sentimiento religioso? ¿Es igual en todas las religiones? ¿tienen sentimiento religiosos los no creyentes? ¿es algo innato o que se inculca?

El sentimiento religioso es una cuestión puramente personal, surge de una realidad que nos trasciende como seres existentes (el nacimiento, el miedo, la muerte), que cada uno siente de una manera distinta, nos afecta de un modo distinto, externamente se expresa con manifestaciones dispares, …. y por tanto tiene una difícil definición.

Interrumpir una celebración religiosa gritando «dios no existe», se supone representa un delito contra los sentimientos religiosos. El razonamiento no funciona al revés. Para mí, como ateo, dios no existe y por tanto, considero que todo lo que de él se desprende, es una falsedad. Entonces, ¿porqué no se considera una ofensa a mis sentimientos «no religiosos» el estar subvencionando con dinero público esas falsedades?.

Decir que la cruz del Valle de los Caídos es una mierda, implica una denuncia por herir los sentimientos religiosos. Ahora bien, nadie piensa si mis sentimientos «no religiosos» son ofendidos cada vez que vemos esas miles de toneladas de horrible cemento gris, apiladas en forma de cruz, contaminando el paisaje y descansando sobre miles de muertos que no creían en lo que representa ese símbolo.

En el terreno legal, la discriminación hacia quienes tenemos sentimientos «no religiosos», aumenta. Para poder ofender un sentimiento religioso, la confesión religiosa ha de estar inscrita en el Ministerio de Justicia. Y claro, ¿cómo se puede inscribir una «no creencia»?. Conclusión, los sentimientos «no religiosos», no pueden ser ofendidos. Y como no pueden ser ofendidos, quienes estamos convencidos de que los dioses no existen y son una patraña inventada para meter miedo y ejercer control, hemos de soportar con paciencia y en silencio (para no ofender), la invasión religiosa en todos los ámbitos.

La religión, con sus sentimientos religiosos por delante, invade leyes ( aborto, eutanasia, ofensas, no pagan IBI, inmatriculan propiedades, cobran del IRPF), la televisión (misas, procesiones), invade escuelas (asignatura obligatoria), invade hospitales (capillas), invade calles (procesiones), el ejército (capellanes castrenses), afean la naturaleza (cruces en montañas), invade pueblos (cruces en las entradas), invaden la intimidad (repican campanas a cualquier hora), invade la privacidad (ni homosexualidad, ni preservativos), desprecian la ciencia (la reproducción asistida, las células madre), ningunean las mujeres…

A pesar de esa invasión abrumadora de todos los espacios vitales, no se plantean si pueden estar ofendiendo el sentimiento «no religioso» de quienes no tenemos ninguna religión, y encima pasan al contraataque, diciendo que son perseguidos. Cuando acusan de ofender los sentimientos religiosos, es el acusado quien ha de probar que no tenía intención de herir los sentimientos religiosos de terceros. ¿Cómo se prueba eso si el sentimiento religioso es algo personal?. El que acusa acaba siendo juez y parte, pues sólo su palabra sirve para saber si se ha ofendido.

Hablando de dignidad y libertad de expresión, los valores de una sociedad que se dice «libre» han de ser respetados en todas direcciones. Lo que sirve para el sentimiento religioso, también debería servir para el sentimiento «no religioso», pues ambos no son más que manifestaciones distintas de la esencia humana, sin más valor uno que otro.

La libertad ideológica que, como vemos día tras día, ampara y protege sobradamente los sentimientos religiosos, debería también defender con el mismo énfasis el hecho de no creer en ninguna religión, y poder manifestarlo públicamente sin necesidad de estar pendientes de si vamos a ser denunciados por molestar algún sentimiento religioso.

Marc Cabanilles

http://www.levante-emv.com/opinion/2017/04/15/sentimientos-ofensas/1554503.html


Fuente: Marc Cabanilles