La jornada en los talleres de Meriñán comienza a las ocho, o a las ocho y media, como muy tarde. Lo primero que se hace es ir a comprobar a las naves si el nivel del agua es aceptable : si no lo es, hay que arrancar de inmediato el generador para que un sistema hidráulico achique el líquido, para que éste no inunde e inutilice la maquinaria de la empresa. Las labores de mantenimiento son lo primero. Después, ya habrá tiempo suficiente como para desayunar, leer la prensa o un libro, jugar al ajedrez o simplemente, pasear. Ésta es, en parte, la rutina que a lo largo de los últimos 100 días han seguido los seis trabajadores de Menasa que permanecen encerrados en la empresa, luchando con un único objetivo : « Mantener nuestro puesto de trabajo ».
« De momento, llevamos 100 días, más de tres meses. Si las cosas no cambian, mañana (por hoy), serán 101. No nos rendiremos », comenta Jorge Álvarez, portavoz de los encerrados. « ¿De ánimos ? De momento, por lo menos hasta mediados de noviembre no pensamos que vaya a haber novedades. Si para entonces la situación no ha mejorado, habrá que plantear a la asamblea la posibilidad de intensificar las movilizaciones », añade el trabajador. A las dos de la tarde, dos o tres de los encerrados se acercan en furgoneta hasta algún establecimiento hostelero de Langreo. « Casi todos los días tenemos a gente de los bares que se preocupa por nosotros y colabora », señala Jorge Álvarez. Junto a él, sus cinco compañeros, Julián Coto, Joaquín Álvarez, Carlos Borge, Alejandro Canga « Pellico » y Aquilino Menéndez esperan con paciencia la llegada de las seis de la tarde, la hora a la que suelen recibir la visita de sus familias. « Es el mejor momento del día », afirman los trabajadores.
Las mujeres de los empleados de Menasa son, según ellos mismos, « un pilar fundamental » de la lucha que mantienen por sacar la empresa adelante. « Realizan movilizaciones, hablaron con Llamazares, contactaron con la Casa RealÉ juegan un papel importante », señala Jorge Álvarez. Los encerrados permanecen con sus familias « hasta la hora de cenar, más o menos ». Para los trabajadores con hijos pequeños, como Joaquín Álvarez, separarse de ellos no es fácil. « Cuando llega aquí lo primero que hace », cuenta Carlos Borge, « es acercarse a su padre y abrazarle. Para los que tenemos chavales mayores, como Jorge y yo, es distinto ».
Durante la cena, los encerrados vuelven a encender los generadores que proporcionan electricidad a la zona de oficinas y a las bombas de achique. Hidroeléctrica cortó hace más de un mes el suministro, y de momento no se ha recuperado. « El otro día «Fito» (Adolfo Carrocera, administrador único de la compañía) se reunió con la eléctrica. Pero, por lo que tenemos entendido, más que ayudar, lo que hizo fue impedir que tuviéramos electricidad », afirma Álvarez.
(26-10-05)
Secretaría de comunicación de O.O.V.V de la CGT de Oviedo
Par : Sindicato de OOVV de CGT- Oviedo
Fuente: Luisma DÍAZ / LA NUEVA ESPAÑA