La separación entre el verticalismo y CGT junto con la supuesta concienciación de los despedidos es una oportunidad para abrir mentes y plantar cara al capital.
De forma salvaje, el capitalismo se echa encima de uno de los supuestos reductos sagrados de la clase obrera, un símbolo venido a menos después del duro trabajo desmovilizador de los sindicatos amarillos, después de convenios donde los trabajadores han sido tratados eficazmente como mano de obra sumisa y flexible y después del troceo de la empresa original en contratas y subcontratas sin fin.
Una élite de basura sindical certifica cada retroceso dado, siempre con la excusa de ser un paso atrás menor que el deseado por unos dirigentes crecidos con cada nuevo titubeo de la plantilla, conocedores del juego entre bambolinas de sindicatos corruptos y cobardes que sólo buscan justificaciones que salven una cara cada vez más dura y evidente.
El principal problema de organización de la clase trabajadora es la influencia repugnante de ese modelo de sindicalismo vertical frente a la existencia de otras referencias con un perfil netamente, o muy cercano, anticapitalista y que apuesta por la lucha obrera como único camino para resistir al capital.
Bien, con los despidos de SEAT la barrera informativa ha sido claramente rota.
Tanto el pueblo en general, como especialmente en la propia empresa, han podido conocer, aunque haya sido explicado de forma suavizada, las diferencias entre un bloque sindical CCOO-UGT que firma despidos obedientemente y la existencia de una alternativa al lloriqueo y lamento mal disimulado.
También ha podido conocerse la diferencia de trato consecuente : una oleada de despidos a afiliados a CGT y de disconformes, incluyendo a su secretaria general en Catalunya.
En muchas cabezas ha aparecido, por fin, la conclusión de que hay unos sindicatos vendidos y hay unos sindicatos íntegros y que luchan contra las barbaridades del capitalismo.
Hace años que los trabajadores no sabemos qué hacer con un ERE sobre la mesa, con las deslocalizaciones, con los avances neoliberales. Cualquier protesta tiene una difícil salida por el juego del amarillismo y las leyes favorables a la patronal.
Tenemos una oportunidad.
Tenemos una oportunidad de plantar cara, de extender las protestas fuera del terreno de los despedidos, fuera del terreno de SEAT, fuera del terreno de CGT.
Tenemos una oportunidad de provocar al sistema, no tenemos nada que perder. Centenares de obreros presuntamente molestos y concienciados han acabado en la calle, supuestamente será bastante probable unir a un buen número y realizar acciones conjuntas. La rotura del bloqueo informativo y las ganas de canalizar la rabia contra el sistema y muchas agresiones que hemos tenido que tratar muchos trabajadores, puede ser el inicio de una toma de conciencia que vaya más allá de la problemática que existe en SEAT, que quede más cerca de un ¡Estamos hasta los cojones !
Sintel. Sintel acabó como acabó y tuvo los compañeros de viaje que tuvo, eso no importa. Sintel empezó como una reivindicación laboral y se fue desarrollando como un grano en el culo de los poderosos que tenían que ver cada día los efectos de sus comportamientos terroristas.
Creemos un nuevo Sintel, una nueva protesta visible, diaria, indefinida, provocativa, númerosa, activa.
¡Movilizemos a toda la buena gente de SEAT, a los despedidos, a los solidarios ! ¡Acerquemos la batalla a zonas públicas, en las mismas narices de este puto sistema !
Extendamos la lucha, aprovechemos el momento para generar la semilla de un inicio de protestas no contra SEAT, no contra tal o cual política, sino contra la raíz misma del problema.
Tenemos una oportunidad. Compañeros de CGT, compañeros de SEAT, dad el primer paso, buscad manos que allí estaremos.
Fuente: O.Gràcia