Esta es una de las frases que Evaristo Páramos, el cantante de Gatillazo, lanzaba antes del comienzo de uno de sus conciertos, concretamente en el que tuvo lugar en Leganés (Madrid) a finales de octubre de 2017.

Yo estuve por allí, cubriendo para Rojo y Negro Televisión, la tele de CGT, dos días de actuaciones de grupos punk-rock en el Festival Akubierto. Era la primera vez que veía en directo a Evaristo y también la primera vez que iba a poder tratar el tema de la libertad de expresión con personas que llevan toda su vida profesional plantando cara al sistema a través de la música.  

Yo estuve por allí, cubriendo para Rojo y Negro Televisión, la tele de CGT, dos días de actuaciones de grupos punk-rock en el Festival Akubierto. Era la primera vez que veía en directo a Evaristo y también la primera vez que iba a poder tratar el tema de la libertad de expresión con personas que llevan toda su vida profesional plantando cara al sistema a través de la música.  

En aquella entrevista que realizamos entre ensayo y ensayo Evaristo nos contaba que en realidad nunca, hasta ese momento, había tenido que enfrentarse a “movidas judiciales” por el contenido de sus letras y que los “mayores problemas” a los que había tenido que hacer frente solo pasaban por las típicas paradas o registros en controles policiales antes o después de conciertos. “Nos paraban no por pertenecer a un determinado grupo de punk o por lo que decíamos cuando cantábamos, sino porque nos consideraban gente rara”.

Evaristo Páramos lleva más de 30 años subiéndose a escenarios. Sus letras han sido la banda sonora de varias generaciones que han crecido siendo conscientes de la mentira democrática en la que vivimos. Los mensajes de sus canciones, y esto es lo realmente triste, siguen estando de actualidad. Paro, precariedad laboral, machismo y violencia institucional contra las mujeres, desahucios, recortes de derechos y libertades, expolio y desmantelamiento de los servicios públicos para costear los privilegios de una clase política, empresarial, judicial y religiosa totalmente desconectada de la población a la que dicen “representar”.

Evaristo es un artista comprometido. No ha dejado de serlo a lo largo de toda su vida profesional y jamás ha tenido complejos a la hora de decir lo que siente por políticos, curas, empresarios y aristócratas de este país. Especialmente le ha dado “caña” a ese brazo armado del Estado, conformado por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, que están al servicio de gobernantes que a su vez lo están al de los más ricos. Evaristo jamás ha escondido su animadversión por los uniformes y ha criticado, a través de sus letras, el “trabajo” que estos hombres y mujeres realizan en nuestra sociedad cuyo único objetivo es reprimir a quienes luchan contra las injusticias, y en los últimos tiempos, a quienes muestran una clara disidencia contra las instituciones del Estado, como la monarquía, el poder judicial, los gobiernos, el ejército o la policía.

En relación a los últimos acontecimientos en los que se ha visto envuelto el vocalista de Gatillazo o de la Polla Rércords, somos muchos y muchas las que compartimos puntos de vista similares a los de Evaristo. Por eso nos sentimos identificados con las letras de sus canciones que reproducimos y  compartimos constantemente, porque a través de ellas nos hemos unido soportando un poco mejor la compleja realidad social en la que nos ha tocado nacer y sobrevivir. También somos muchas y muchos quienes, en algún momento de nuestras vidas, hemos sido testigos de algún abuso policial, y cómo algunas de estas personas, “antes hombres y ahora polis”, se han dejado llevar por el “poder” de una placa para imponer su particular justicia. Entiendo perfectamente que Evaristo Páramos lance su mensaje antipolicial desde su tribuna particular, los escenarios en los que lleva más de tres décadas, y espero que no deje de hacerlo en mucho tiempo.

A pesar de todo, existen también muchas personas que actualmente, después de las decenas de vídeos que en los últimos años han dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales, siguen negando la existencia de “montajes policiales” y por lo tanto niegan estar sufriendo las consecuencias de vivir en un “Estado policial”, con restricciones en derechos fundamentales como el de la libertad de expresión o la libertad de información. Las leyes mordazas se han encargado de que decenas de músicos, artistas, tuiteros y periodistas estén siendo perseguidos, y en algunos casos procesados, por ejercer derechos supuestamente reconocidos en la Constitución Española de 1978.

En este sentido, resulta paradójico que la  “identificación” de Evaristo Páramos por agentes de la Guardia Civil en el festival jerezano ‘Primavera Trompetera’, se haya producido a pocos días de conocer que el rapero mallorquín Valtonyc ha tenido que huir de este país (en teoría un país democrático) por hacer canciones críticas con la monarquía española. No es el único músico que pasa por lo mismo. Pablo Hasel, César Strawberry (Def con Dos) o los raperos y raperas del colectivo ‘La Insurgencia’ también han sido juzgados y juzgadas por el contenido de sus canciones y andan a la espera de que los jueces decidan si entran en la cárcel por estos hechos o no. En cualquier caso, el simple hecho de pasar por un tribunal a consecuencia de un tuit, un poema, un artículo o una canción es inadmisible, pero es una realidad que está ocurriendo con demasiada frecuencia y que todavía muy poca gente comprende y por lo tanto asimila.

Volviendo a la entrevista que hicimos a Evaristo para Rojo y Negro Televisión hace apenas seis o siete meses, el cantante nos decía que “la garra del sistema llega y captura un muñeco y a mí todavía no me ha tocao. Lo que llamamos ‘poder’ funciona de una forma sencilla. Hay unos señores arriba y un mogollón de gente abajo. Y abajo tenemos distintos niveles de distracción que utilizan para tenernos divididos”.

Parece que le llegó el turno a Evaristo Páramos. El sistema ya ha puesto sus ojos en él y esto solo acaba de comenzar. ¿Qué será lo próximo? ¿A quién le tocará medir sus palabras la próxima vez?


Fuente: Macarena Amores