El cambio climático ya es un fenómeno real en nuestro país. Un detallado estudio de Francisco Ayala, representante en el Consejo Nacional del Clima, demuestra que en las últimas tres décadas la temperatura media en España ha aumentado 1,53 grados centígrados.
Hay que recordar que el fenómeno del calentamiento global ha puesto en alerta a todos los países por una subida de temperatura media en el planeta en los últimos 150 años de 0,7 grados. Es decir, en España ha subido más del doble en la quinta parte del tiempo.
Los datos que aporta Ayala son incontestables : provienen de 38 estaciones del Instituto Nacional de Meteorología, que tienen la estadística completa y que en la mayoría de los casos están en los aeropuertos -con lo cual no hay el efecto isla de calor de las grandes ciudades- y son gestionados con el rigor de los militares a su cargo.
Según el investigador Ayala, que también es asesor del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPPC) de la ONU, los datos son significativos al 95%. De las 38 estaciones analizadas, repartidas por toda la geografía peninsular, sólo dos zonas no han registrado aumentos de temperatura : Huelva y Raneda (Asturias).Ambas estaciones están muy próximas al mar donde existe un efecto de amortiguación por la influencia marina.
Sin embargo, las estaciones de Manises (Valencia), Navacerrada en Madrid, y la base aérea de Albacete superan de media los dos grados de aumento de temperaturas. En los observatorios cercanos al litoral, la subida ha sido de 1,40 grados, mientras que en los del interior peninsular el aumento ha sido de 1,60 grados.
Para Ayala, los datos demuestran que « el cambio climático ya ha comenzado en España ». Y no sólo por la subida del mercurio de los termómetros, sino por los demás datos que también aportan las estaciones : « La lluvia está a la baja mayoritariamente, la humedad registra una tendencia bajista, el número de días de nieve desciende sin excepciones, las máximas y mínimas anuales están al alza sin casos opuestos, el número de días con temperaturas medias superiores a 25 grados se ha multiplicado por seis o siete, y la subida del nivel del mar se ha multiplicado por tres en sólo la última década. Es el cambio climático sin lugar a dudas », declara Francisco Ayala.
Se trata de la primera vez que gracias a los registros meteorológicos se comprueba el aumento de temperaturas y los cambios de otros factores climáticos. Hasta el momento existía la conciencia generalizada de ese calentamiento por los testimonios de las personas más mayores y por otros bioindicadores como, por ejemplo, la presencia de un insecto taladro en los pinos de Sierra Nevada 800 metros por encima de su cota máxima de existencia hasta ahora.
Como en Marruecos
« Hemos entrado en una clara africanización del clima peninsular », afirma el investigador. « El cuarto meridional del país tiene ya temperaturas medias anuales iguales al norte de Marruecos hace un cuarto de siglo, y a mediados de siglo, las tendrá toda la mitad sur de la Península », añade.
Lo ocurrido ya en la península Ibérica sobrepasa con creces las previsiones del IPPC, que en sus modelos climáticos auguraba un aumento de temperaturas de 0,4 grados por década en el siglo actual. Es decir, en España ese ritmo ya ocurrió en las pasadas tres décadas y con una décima superior de las previsiones. Ayala considera con los datos obtenidos que fácilmente para mediados de siglo la temperatura puede subir entre 2,55 y 3,50 grados centígrados. Las cifras, sumadas a las subidas ya producidas, están en la zona más alta de las previsiones del IPPC, con consecuencias dramáticas.
Las previsiones en la vegetación son una ralentización del crecimiento y productividad debido al claro aumento del estrés hídrico. El aumento de temperatura conllevará inevitablemente un corrimiento altitudinal de las zonas de vegetación, según Ayala.
La disminución de los recursos hídricos, el aumento de temperaturas y la disminución de la humedad del aire, disminuirán las láminas de agua por el severo aumento de la evaporación. El aumento de temperatura traerá inevitablemente un claro aumento de la evapotranspiración de suelos y plantas, y por tanto una reducción de los recursos hídricos disponibles. « Esta reducción ha tenido que darse ya, lo que cuestiona algunos planes hidrológicos. En el caso del Trasvase del Ebro es especialmente relevante », concluye el investigador.
GUSTAVO CATALAN DEUS
Fuente : EL MUNDO