Texto publicado en el Especial "No a la Reforma de las Pensiones", del Rojo y Negro 243 de febrero 2011
"En realidad lo que se quiere es ofrecer a la causa privada los fondos de la seguridad social.
En la actualidad los fondos privados manejan 12,7 billones de euros, 12 veces el PIB de España y el 27% del PIB mundial.
El aumento de estos fondos ha sido espectacular hasta el momento de la crisis que ha frenado su crecimiento."
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Sus Mentiras:
a) De acuerdo a sus proyecciones demográficas el sistema será insostenible a medio plazo pues al aumentar la esperanza de vida se cobra pensión durante más tiempo.
Sus Mentiras:
a) De acuerdo a sus proyecciones demográficas el sistema será insostenible a medio plazo pues al aumentar la esperanza de vida se cobra pensión durante más tiempo.
La memoria es corta, y al parecer se han olvidado de las grandes y pequeñas predicciones demográficas que no se cumplieron, desde las que hablaban a principio de los sesenta de 10.000 millones de habitantes para inicios del siglo XXI (apenas superamos los 6.000) o más cerca, los agoreros anuncios de algunos cercanos colaboradores de La Moncloa, anunciando la quiebra de la seguridad social sucesivamente para 1996, 1998, 2000 y 2005. Estas proyecciones de la empresa “Predicciones no doy una” también erraron cuando plantearon que para el 2010 la población de 65 o más años se encontraría entre los 27 y 29 millones de personas y la realidad es que apenas llegan a los 17 millones.
Se nos dice que entraremos en crisis porque vamos a vivir más pero parece que la evolución de la esperanza de vida no nos muestra una futura humanidad tan longeva. Vayamos a los datos del INE, según ellos la esperanza de vida media en el año 76 era de 73,34 años; en el año 81 de 75,62 años; en el año 91 de 78 años; 81 en el 2007 y 86 se prevé para el 2050. Hasta mediados del siglo XX la esperanza de vida se duplico, si bien, a partir de los años 60 la evolución de esa esperanza de vida se ha moderado considerablemente, luego el peso de la edad en el sistema se puede considerar más bien liviano.
B) Todos los expertos coinciden: Hay que alargar la edad de jubilación, aumentar el número de años de cotización y tomar toda la vida laboral para calcular el importe de la misma.
Por otro lado, quienes proclaman el cataclismo del sistema público de pensiones y defienden un sistema privado afirman que sus propuestas responden a un consenso unánime entre los expertos, pero eso no es así. Son muchos los economistas, incluso premios Nobel de economía como Joseph Stiglitz, que han demostrado en repetidas ocasiones y por diferentes vías, que las tesis neoliberales de privatización de las pensiones carecen de fundamento y rigor científico.
Otros “expertos”, que vienen del lado liberal, como José Antonio Herce aseguraba en junio de 2009 que “el sistema público de pensiones español entrara en déficit en torno al año 2020, predicción ampliamente difundida por los medios de comunicación. Pero este mismo autor pronosticó en un trabajo publicado en 1995 que la seguridad social tendría un déficit del 0,62 % del PIB en el año 2000 y del 0,77 en el 2005; en otro trabajo de 1996, aseguró que el déficit sería del 1,37% en el 2000 y del 1,80 en el 2005. La realidad de esos años fue un superávit del 0,4% en el 2000 y de 1,1 % en el 2005.
c) Aumenta el número de pensionistas en relación al de cotizantes lo que interfiere a la hora de mantener una saneada tasa de reemplazo:
Ni en los momentos más críticos esta relación ha bajado de 2,18 activos por cada pensionista y ahora, en plena crisis, esa relación es de 2,57.
El superávit de la seguridad social sigue aumentando, menos pero en positivo, las mismas fuentes así nos lo muestran. El superávit en el año 2009 fue de 8.502 millones de euros, un 0,8% del PIB que sumado al fondo acumulado supone en la actualidad, más de 62.000 millones de euros lo que equivale al 6% del PIB.
La Realidad
En realidad lo que se quiere es ofrecer a la causa privada los fondos de la seguridad social.
En la actualidad los fondos privados manejan 12,7 billones de euros, 12 veces el PIB de España y el 27% del PIB mundial.
El aumento de estos fondos ha sido espectacular hasta el momento de la crisis que ha frenado su crecimiento.
En 1995 los recursos manejados por los fondos privados ascendían a 4,9 billones de euros, en 5 años su volumen ascendía a 11,5 billones de euros. España no permaneció ajena a este crecimiento y pasó de los 13.000 millones de euros en 1995 a 38.000 en el año 2.000. Por contra, en estos últimos años los datos que sobre ellos nos ofrece el Ministerio de Economía y Hacienda no invitan al optimismo: En el 2008 la Rentabilidad media ponderada total es de -7,9%. ientras tanto las comisiones de gestión no han dejado de aumentar del 0,86% en el 1994 al 1,11 en el 2008.
En cuanto al porcentaje de inversiones respecto al PIB la contribución de nuestro país a estos productos se encuentra en la parte baja en relación al resto de la UE. Esto preocupa mucho a los Bancos, también al gobierno, de hecho en el documento para la revisión del Pacto de Toledo, el gobierno se queja de “la falta de interés de la población (ellos dicen mercado) por este tipo de productos”
El 72,60% del patrimonio que hemos dado a las entidades financieras para que lo inviertan en nuestras futuras pensiones privadas ha ofrecido rentabilidades negativas La realidad, les hemos regalado un dinero que hemos perdido, bajo el colchón habría rentado más y en su lugar ideal, la caja de la seguridad social, su rentabilidad social habría sido inmejorable.
Lo importante se oculta, aplicamos la ley del embudo al sistema público y lo pasamos por su parte estrecha, mientras dejamos la parte ancha para el sistema privado. Demandamos rentabilidad al sistema público y cerramos los ojos ante los desmanes del negocio privado La clave debería ser la riqueza nacional, no el número de cotizantes. Las pensiones se pagan con las cotizaciones de los trabajadores, pero no tiene que ser necesariamente así. Se podría implicar a otros actores.
¿Por qué tiene que estar equilibrado el presupuesto para las pensiones? ¿Acaso lo está el del Ejército? ¿Y el de la Casa Real? ¿Y el de Educación?¿Y el de justicia? Casi todas las partidas que salen de los presupuestos generales del Estado son deficitarias a efectos contables.
La producción es social, se hace con todo. Toda la sociedad debe de pagar las pensiones y como resulta que la riqueza de las sociedades, aunque ahora esté estancada, no ha hecho otra cosa que crecer, entonces las pensiones no son un problema, lo que si existen son grandes y poderosos intereses para que la riqueza continúe repartiéndose de forma cada vez más desequilibrada e injusta y cuando ese desequilibrio roza el umbral de la miseria para una buena parte de la sociedad y se prevé un posible conflicto de intereses, se saca el miedo a pasear en forma de sombríos augurios, anuncios de cataclismos varios, etc. El miedo paraliza y busca refugio en cualquier sitio, casi todos poco recomendables. Esta es la trampa.
Se habla de constitución y esta establece que se ha de garantizar unas pensiones dignas, luego si este es el fin no cabe plantearse si hay déficit o superávit. La obligación es garantizar unas pensiones dignas con cotizaciones, con impuestos, esto es, tirando de todos los recursos necesarios para cumplir este ineludible objetivo.
El sistema público de pensiones no cobra comisiones, no arriesga en bolsa, no pierde los papeles en el casino especulativo; sin embargo, es solidario, redistribuye la riqueza, pone en valor derechos sociales, su fin es lograr el bienestar de la gente, de toda la gente. ¿Pueden decir lo mismo quienes nos arrojan a la selva de la previsión privada?¿Son compatibles los conceptos previsión y privada? La respuesta ya no está en el aire, rotundamente NO.
Fuentes:
– Joaquín Arriola, profesor titular de economía política en la Universidad del País Vasco
– Miren Etxezarreta, catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona y doctora por la London School of Economics, acaba de publicar Qué pensiones, qué futuro (Icaria).
– ATTAC “¿Están en peligro las pensiones públicas? Las preguntas que todos nos hacemos. Las respuestas que siempre nos ocultan», de Vincenc Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa.