Artículo de opinión de Rafael Cid
<<Doctores sin luz, que muerden y no leen>>
(Francisco de Quevedo)
<<Doctores sin luz, que muerden y no leen>>
(Francisco de Quevedo)
Pendientes de pasar de las musas al teatro, la llegada del primer gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos tiene de entrada, al menos en el terreno de lo simbólico, varios aspectos positivos nada despreciables. Tres me parecen los más relevantes: haber cuarteado el bipartidismo y su simulacro opositor, madre de todas las corrupciones ambidiestras; quitarle mordiente a ese pellizco de monja tremendista que clama contra los gobiernos de rojos social-comunistas; y pregonar que el derecho a decidir no es ni de lejos una patología ideológica, demostrando el tongo de la inclusión del referéndum en la constitución solo como placebo, no vinculante, meramente consultivo. Incluso resulta interesante que esta superación de <<líneas rojas>> se haga desde el momento cero, cuando el nuevo equipo gubernamental tiene intacto su capital político.
Por algo se empieza. Lo que ocurre es que no basta con buenas intenciones y palabras. Hay que sembrar y dar trigo. Eso en democracia significa un mínimo de coherencia entre medios y fines que supere la nota de corte. Para que lo legal y lo legítimo se reconozcan como partes habilitantes. Porque lo que abunda en la vida real, esa gobernanza de garrafón, es un negacionismo ético encumbrado hasta sus últimas y descaradas consecuencias. Del Poder siempre hay que relativizarlo todo e incluso así nos quedamos corto. Más si cabe cuando, como ocurre ahora, viene precedido por un plus de confianza que, a poco que se beneficie de los esquemas frentistas, puede derivar en despotismo benefactor. Ya hubo un socialismo que se atribuyó científico, y aquel troquelado funesto de prueba y error resultó baldío, y padecemos una teoría económica omnisciente tan creída de su sapiencia que dicta progreso a golpe de orfandad. Dos acepciones del utilitarismo vulgar, igualitarista y neoliberal, paternalista y de <<mano invisible>>, nada recomendables.
Y aquí es donde la larga marcha de Pedro Sánchez a través de las instituciones flaquea. Lo suyo es tener razón por motivos equivocados. Basta echar un vistazo a su cambiante ideario para sospechar del todo y de sus partes integrantes. Veamos lo que Pedro Sánchez hizo y dijo antes de pasar por las urnas y lo que luego mantuvo en las antípodas de lo proclamado:
-Abanderó el juego de patriotas, emulando a las tres derechas reunidas en la madrileña Plaza de Colón. La bandera más grande nunca vista nunca en un mitin le sirvió de telón de fondo para el acto de presentación en sociedad tras recuperar la secretaria general del PSOE. A más más, la campaña sanchista del 10-N se diseñó bajo el eslogan <<Ahora España>>, el mismo lema que usó la Fundación Franco en 2017.
-Ofició de gran inquisidor del independentismo. Tras sumarse a la aplicación del 155 en Catalunya con el PP de Rajoy anunció que iba a pedir reformar el Código Penal para tipificar el delito de rebelión sin necesidad de que hubiera violencia.
-Ante la crisis venezolana se presentó como el más halcón de los antichavistas. Presumió de liderar la posición de la Unión Europea en el reconocimiento exprés de Juan Guaidó como Presidente encargado de aquel país y cedió la embajada en Caracas para refugio del dirigente de la oposición Leopoldo López, fugado de una cárcel.
-Denostó en prime time a Pablo Iglesias calificándole de no ser un demócrata y se declaró incompatible con Unidas Podemos por perseguir todo lo contrario de lo que el PSOE blasona.
-Inició su presidencia publicitando el acogimiento de los náufragos del Aquarius y luego dejó en la estacada a los migrantes cuando la crisis del barco de salvamento español Open Arms, en plena ronda de encuentros con exponentes de la sociedad civil.
-Pasó de pactar un relator en su encuentro con Torra en el palacio de Pedralbes estando en la oposición a negarse a coger el teléfono al President de la Generalitat y anunciar que si era elegido jefe del gobierno traería detenido a Carles Puigdemont en primera instancia.
Como muestra es suficiente de la realidad paralela construido por Pedro Sánchez. Ahora vayamos a la almendra. Porque ni se trata de un mentiroso compulsivo ni de un trastornado. Es puro cálculo político. Sánchez, siguiendo el guion trazado por su Maquiavelo de cabecera, el tal Redondo ahora recompensado como supremo edecán del Ejecutivo, ha hecho y dicho una cosa y la contraria para asegurarse llegar a La Moncloa. Y ahí es donde las formas democráticas quedan al pie de los caballos. Porque el Sánchez de antes del 10-N buscaba ampliar su base de votantes lanzando guiños de complicidad al elector derechista y una vez logrado su aval en las urnas ha optado por una alianza con su demonizado rival para consumar la investidura y presumir de giro progresista. Todo en la peor tradición del florentino, aquella recogida en el capítulo XVIII de El Príncipe, referida al arte de la astucia, el disimulo, el incumplimiento de la palabra dada, condensada en la máxima <<un príncipe no necesita ser virtuosos, le basta con simularlo>>. Un Manual de Resistencia para súbditos y abducidos.
Lo que pasa, como ocurre con el coronavirus, es que el contagio puede afectar hasta a partidos asintomáticos. Acaba de ocurrir con la gente de Iglesias por partida doble, y dice el refrán que quien prueba repite. Unidas Podemos ha hecho piña con Vox, PP, Ciudadanos y PSOE en la mesa del Congreso para impedir que se haga pública la hoja de servicios del torturador franquista, luego galardonado por todos los gobiernos de la transición, Billy el Niño. Aunque la primera en la frente se produjo la víspera con luz, taquígrafos y retransmisión televisiva. Penoso resultó contemplar a todos sus ministros sin excepción aplaudir durante cuatro ditirámbicos minutos el discurso del Rey Felipe VI en la inauguración de la XIV Legislatura de las Cortes. Sin que la contraprogramación de una parte de los diputados de la formación morada sirviera de compensación. Adulación cortesana para el representante de la dinastía restaurada por el mismo espadón criminal que llevó a muchos republicanos a los campos de exterminio nazis, cuyo símbolo lucían en sus solapas el vicepresidente de Asuntos Sociales Pablo Iglesias y el responsable de Consumo Alberto Garzón al tomar posesión de sus cargos. En el pecado de constituirse en Gobierno de una monarquía con antecedes penales se lleva la penitencia del abismo existe entre el loquor y el dicere (entre hablar y decir). A lo peor los palmeros comparten aquella monumental parida que lanzó Sánchez en la CNN norteamericana y ahora repite la insufrible portavoza del PP, Álvarez de Toledo, de que << quien mejor encarna los valores republicanos es el Rey>>.
Menos mal que desoyendo la ley de la gravedad que rige las instituciones los de abajo no siempre imitan lo que apedrean desde las alturas. Apañados estaríamos si el ejemplo trolero de Sánchez e Iglesias se generalizara a las relaciones sociales. El caos y la rapiña reinarían por doquier. Hay muchas formas de engañar a los ciudadanos, pero que lo hagan aquellos que dicen representarlos, con el descaro que quien roba una cartera en el metro y clama ¡al ladrón! señalando al atracado, es valleinclanesco.
Rafael Cid
Fuente: Rafael Cid