En Mhamid, la carretera termina. Más allá solo sol, desierto y arena. Este pequeño pueblo del sur de Marruecos es conocido como la puerta del Sahara. Aquí solo llegan algunos turistas en busca de la poesía del desierto. Una pequeña industria de hoteles, alquiler de todoterrenos y excursiones ha florecido a orillas de las dunas. La frontera argelina es una difusa línea situada a unos tres kilómetros en algún punto del mar de arena.
A la entrada del pueblo, frente a la comisaría de policía, hay un pequeño campamento de saharauis, con un cartel que dice : “nada como nuestra sangre para defender nuestros derechos legales”. No se esconden, dan la cara, algo difícil y peligroso en este pais, mas aún siendo saharauis en Marruecos.
Ismail Bourgba me explica sus reivindicaciones.” Llevamos cuatro meses aquí acampados, Somos saharauis, hemos nacido y vivido siempre aquí, por lo que también somos marroquíes, queremos nuestros trabajos, nuestros derechos como ciudadanos”.
Son licenciados universitarios pero llevan más de seis años sin opción de trabajar. El gobierno marroquí se lo impide. Algunos, han aprobado oposiciones, pero aquí todo se investiga y cuando se descubre su ascendencia saharaui, se les despoja de su plaza y de su trabajo. Denuncian la corrupción que llega a todas partes, como la arena del desierto cercano, ensuciando cualquier rincón. Aquí los derechos se compran, quien paga tiene trabajo, siempre que no tenga la más mínima ascendencia saharaui.
Se han reunido en varias ocasiones con el gobierno, que al principio les daba largas y ahora directamente los ignora. Me cuentan la falta de medios, de profesores para sus hijos, sólo hay dos que se encargan de todos los niveles. La falta de expectativas de futuro. Las dificultades del día a día. La marginación a la que se ven sometidos.
Muchos tienen familia al otro lado, en los campamentos de refugiados : “podríamos irnos a los campamentos, nuestra vida allí sería mucho más fácil, pero somos de aquí, hemos nacido aquí y aquí queremos quedarnos, luchamos por ello”.
Son tratados como enemigos en su propia tierra. Están solos, no tienen relación con otras asociaciones, ni siquiera con los saharauis del otro lado. No tienen el apoyo de nadie.
Aquí no vienen a ponerles películas, no les hacen festivales, no se ve a ningún progre promocionándose, no hay fotógrafos ni les escriben artículos épicos en las revistas de los dominicales. Esto no es la retaguardia. Aquí no va a venir nadie porque las fotos no salen bonitas, entra en plano los policías marroquíes, que miran intimidadores.
Para los turistas son tuaregs ; para los marroquíes, saharauis ; para los saharauis, no existen ; y para los que bajan al desierto a hacerse la foto y promocionar sus películas, son cuatro gatos sin ningún valor mediático. Para ellos queda el miedo y el abandono.
Dejo aquí su e-mail. Cualquier muestra de apoyo será seguro bien recibida. En ingles o francés :
Ismail Bourgba : Bourgba1982@hotmail.com
Fuente: Carlos Otero