Retrato de las seis mujeres y un hombre que desde hace más de 70 días defienden sus derechos laborales ante Vialia a costa de familia y salud.-
22/03/12. Opinión. A una semana de la Huelga General EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recoge en esta colaboración de Paco Zugasti, miembro del Ateneo Libertario de Málaga, la situación de las seis limpiadoras y el trabajador de Eulen que se encuentran en huelga desde el pasado 10 de enero frente a Vialia, su lugar de trabajo.
“Han
sido denunciadas por poner pancartas, multadas por la policía local
por orden directa del alcalde, algunas de ellas han sufrido
agresiones cuando estaban solas por parte de los vigilantes de
seguridad de SEGUMA que ‘vigilan’ el Centro Comercial Vialia.
Pero ellas siguen en huelga y siguen con su lucha, denunciando el
abuso de una patronal que no respeta los más elementales derechos
laborales”.“Han
sido denunciadas por poner pancartas, multadas por la policía local
por orden directa del alcalde, algunas de ellas han sufrido
agresiones cuando estaban solas por parte de los vigilantes de
seguridad de SEGUMA que ‘vigilan’ el Centro Comercial Vialia.
Pero ellas siguen en huelga y siguen con su lucha, denunciando el
abuso de una patronal que no respeta los más elementales derechos
laborales”.LLEVAN
más de 70 días en huelga (empezaron el 10 de enero), reclaman sus
derechos y defienden su dignidad, derecho al salario, al tiempo de
descanso que legalmente les corresponde y derecho a ser tratadas como
personas. Todos los días se concentran a las puertas de Vialia -en
cuya limpieza trabajan, subcontratadas por la empresa EULEN- con una
pancarta que dice: “Somos limpiadoras, no mercancías”.RECLAMAN
que se respeten los tiempos de descanso y el disfrute de festivos que
tenían reconocidos y que la empresa ha modificado unilateralmente.
También que se les aplique el convenio de contratas ferroviarias
que, además de ser más favorable que el que se les aplica en la
actualidad, es el que legalmente les corresponde porque la empresa
para la que trabajan está ubicada en un recinto ferroviario.HAN
sido denunciadas por poner pancartas, multadas por la policía local
por orden directa del alcalde, algunas de ellas han sufrido
agresiones cuando estaban solas por parte de los vigilantes de
seguridad de SEGUMA que ‘vigilan’ el Centro Comercial Vialia.
Pero ellas siguen en huelga y siguen con su lucha, denunciando el
abuso de una patronal que no respeta los más elementales derechos
laborales. ¿Quiénes son estas trabajadoras?ÉLIDA
tiene
53 años es natural de Ecuador y antes de trabajar en Vialia, donde
lleva cinco años como limpiadora de mantenimiento, trabajó
limpiando casas, sin papeles y sin contrato, hasta que consiguió
regularizar su situación. Trabaja 25 horas a la semana y su sueldo
es de 680 euros. Como no le alcanza con este sueldo “siempre he
estado pidiendo horas extra y cuando no tenia horas pedía anticipos”“CUANDO
la vez anterior las compañeras hicieron huelga yo no participé pero
presencié lo que estamos viviendo ahora; vi como se estaba tratando
a mis compañeras, como se inventaron la semana de nueve días, me
convencí de que hay que apoyar la huelga por justicia, por reclamar
nuestros derechos”. Hay cuatro compañeras que no se han sumado a
la huelga, Élida piensa que es “porque tienen miedo y por no
perder las palmaditas en la espalda”. “Yo ya pase por esa misma
experiencia” dice.TIENE
un hermano en Ecuador que antes fue sindicalista y ahora es
empresario, “lo que hace es reírse, pero a la vez me desea que
todo salga a favor nuestro”. “Mis hermanas que viven aquí están
muy preocupadas, piensan que este es un mal momento para haber hecho
huelga. Pero yo creo que hay que seguir, uno tiene que ser de una
sola palabra, cuando se da un paso hay que seguir hasta el final,
salga como salga, pero no perdiendo la esperanza de que la justicia
siempre salga a flote”. “Reclamamos que se nos respete lo que es
nuestro, una nómina limpia, un sueldo limpio, que nuestro contrato
sea el que nos corresponde”. Cuando la concentración se mantuvo
durante doce horas ininterrumpidas, incluido el tiempo de comida,
Élida, con 20 euros, compraba y preparaba comida para todas “porque
hay que ajustar gastos”.ANTONIA
lleva
cuatro años trabajando en Vialia. Es limpiadora y gana unos 780
euros al mes por 36 horas de trabajo a la semana. Tiene 37 años y
está casada pero su marido, que fue despedido
de Vialia por reclamar sus derechos, está ahora trabajando en
Holanda. Como a Antonia le han impuesto estar de servicios mínimos
se ve obligada a ir a trabajar. En el trabajo está siendo acosada y
ha sufrido ya dos agresiones por parte de los vigilantes de seguridad
de la empresa SEGUMA. La primera fue una agresión verbal y se
produce cuando, en su tiempo de descanso, un guardia de seguridad se
acerca a ella y empieza a llamarla repetidas veces “mora de mierda”
y le dice que va a matar a su marido, de origen magrebí. La segunda
agresión se produce en el momento de ir a fichar, otro guardia de
seguridad le impide el acceso y le propina un codazo en el pecho.
Como otras compañeras también ella ha sido multada por la
policía local que parece que estuviera contratada por la patronal.LAMENTA
Antonia que haya compañeras que no secunden la huelga, “no están
por miedo”, dice, “yo también tengo miedo pero hay que arriesgar
porque no podemos consentir que nos humillen”. Muchas veces se
siente sola pero valora enormemente la solidaridad de sus compañeras
en huelga y el apoyo que reciben de la CGT y de las muchas personas
que muestran su apoyo a diario. Antonia a veces lo pasa muy mal por
el acoso al que está sometida, está en tratamiento con
ansiolíticos, pero su voluntad no decae; “vamos a seguir adelanta
hasta donde haga falta”, “hasta mi cumpleaños que es en
nochevieja” dice con cierto tono de humor.SUSANA
trabaja como limpiadora en Vialia desde hace cinco años, su jornada
diaria es de 5 horas y 10 minutos y gana 625 euros al mes. Tiene 43
años y vive sola, de su familia dice “siento que me apoyan porque
saben que no estoy en la huelga por gusto, estoy por una causa justa,
defiendo mis derechos”. También siente el apoyo de sus compañeras
y del sindicato. Lo que peor lleva es tener que hacer servicios
mínimos porque, tanto ella como sus compañeras son constantemente
acosadas por los vigilantes de SEGUMA. “Te vigilan constantemente,
controlan todos tus movimientos, pero no te hablan. Es una situación
angustiosa”. Con todo, está dispuesta a seguir con la huelga el
tiempo necesario, “vamos a seguir adelante mientras la empresa no
acepte lo que es justo y nos pague lo que nos debe”.CONSUELO
de 39 años, lleva 5 años trabajando en Vialia, “antes de esto
trabajaba en casas, en la obra también, después me quedé un
tiempillo parada hasta que conseguí este trabajo”.Es
limpiadora y cobra un sueldo de 800 euros, trabaja 6 horas y veinte
minutos al día, está casada y tiene tres hijos. La huelga y la
concentración permanente que mantienen a las puertas de Vialia le
está creando problemas en casa: “mi niña necesita que le ayude a
estudiar para sacarse el graduado, tengo que levantarme muy temprano
para dejarles la comida hecha a mis hijos, ellos llegan y se la
calientan, ya no comen conmigo como antes”. “Me duele cuando me
dicen: ‘mamá, es que nosotros no podemos estar ni un día
contigo’. Yo les digo que estoy luchando ellos y lo entienden pero
una como madre se siente mal”. “Llego a casa muy cansada y con
ganas de descansar pero mis hijos reclaman mi atención”.NO
es esta la primera huelga en la que participa Consuelo en defensa de
sus derechos. Fue hace tres años, la despidieron y el despido fue
declarado nulo. “Con mis compañeras en huelga me siento como en
familia, siento su apoyo cuando me encuentro mal, cuando el
pensamiento se me va a mi casa, a mis niños, ¿cómo estarán?
¿Habrán llegado ya del Instituto?”. A pesar de todo tiene claro
que han de seguir adelante, así lo han hablado entre las compañeras;
“ya, a lo que sea, porque si nos vamos para adentro vamos a ser
humilladas y maltratadas por las personas que están allá y a mi me
parece que nosotras valemos mas que ellos”.LOLI
tiene 55 años, lleva cerca de seis trabajando en Vialia, es
limpiadora, cobra 670 euros y trabaja cinco horas y diez minutos
diarios, “antes trabajaba más horas pero me las han reducido”,
Su sueldo es el único ingreso que entra en casa, su marido está
parado, tienen cinco hijos mayores y uno de ellos, también parado,
vive con ellos. A Loli también la agredieron los vigilantes de
seguridad contratados para la huelga. Eran las ocho y media de la
tarde cuando ella y Paqui intentaron entrar al servicio, los cuatro
guardias de seguridad de SEGUMA se colocaron formando barrera para
impedirles la entrada, las zarandearon y a Loli le rompieron el
bolso. Un testigo presencial llamó a la policía y denunció la
agresión. A Loli le dio una subida de azúcar y perdió el
conocimiento. Se la llevaron en una UVI móvil al Hospital Civil y
allí certificaron que había sido agredida. “Todavía estoy en
tratamiento con pastillas”.“YO
creo que hay que ir hasta el final porque aquí, en cuantito
entremos, nos van a acribillar, van a ir a por nosotras”. “Yo lo
que quiero es que nos paguen ya todo lo que nos deben, que nos den
los días que hemos ganado en el juzgado y volvamos a entrar, lo que
no se puede es estar así, en mi casa no hay ni un duro”.MIGUEL
es el único hombre del grupo, tiene 46 años y lleva 6 trabajando en
EULEN, antes en la Fábrica de San Miguel y en los últimos años en
Vialia. Es especialista y trabaja en altura, allí donde no
llegan las personas llega Miguel con una máquina. Por este trabajo
en jornada de ocho horas diarias, cobra 1.000 euros al mes. De ahí
tiene que sacar para pagar una hipoteca de 600 euros y los demás
gastos de la casa, bien poco es lo que les queda a él, a su mujer
que está en paro y a un hijo de 16 años que tiene una discapacidad
psíquica.SIENTE
que la empresa les ha engañado. “En noviembre fuimos a la huelga y
la desconvocamos porque la empresa nos prometió que iba a estudiar
nuestras peticiones, nos torearon hasta que pasase la Navidad que era
cuando podíamos hacer mas fuerza. Cuando comprobamos que nos habían
engañado volvimos a la huelga y así estamos desde el mes de enero”.
Se acerca la Semana Santa y a las autoridades les empieza a preocupar
más la huelga, por eso han reforzado el cordón policial; “no nos
dejan movernos, policías nacionales, locales, secretas, seguridad
privada… solo falta el ejército”. Todo ese despliegue de
efectivos represivos para siete personas en huelga.A
Miguel
le afecta personalmente la situación pero, sobre todo, el ver como
algunas de sus compañeras están padeciendo serios problemas
psicológicos por la presión a que están sometidas, con frecuencia
las ve llorar. “Se pasan malos momentos con la policía y guardias
de seguridad acosándote”. “Y aquí estamos prácticamente todo
el día, llegamos a las 7 de la mañana y estamos hasta las ocho de
la tarde o más”.MERCEDES
tiene
46 años y lleva 4 años trabajando en Vialia. Es especialista y
conduce una máquina limpiadora del
suelo, trabaja 26 horas a la semana y cobra poco más de 600
euros al mes. Este sueldo es el único ingreso con que cuentan en
casa. Mercedes está separada, “mi hija mayor se ha quedado parada
después de estar siete años trabajando, tengo otro hijo mediano con
22 años y una chica con 17 años que están estudiando”. Sus hijos
le preguntan que cuando va a acabar esta situación, “yo llego a
casa agotada porque también tengo que hacer servicios mínimos y eso
lo notan mis hijos”.NO
sabe cuando va a acabar esta situación “convocamos a la empresa a
negociar pero no deja nada en claro”. Lo que si tiene claro es que
tienen que seguir adelante “porque es un beneficio para nosotras
para el día de mañana y es nuestro, llevamos luchando cinco años
ya, con la empresa anterior y con esta que tiene ahora la contrata”.PAQUI
es la delegada sindical de CGT. Tiene también 46 años y trabaja en
Vialia desde el 2006, contratada por EULEN ahora y anteriormente por
AL SUR. Con esta empresa también estuvo
en huelga para reclamar sus derechos, fue despedida pero el despido
se declaró nulo en el juzgado. Es limpiadora y trabaja 40 horas a la
semana por lo que cobra un sueldo de algo más de 800 euros. “Estar
en huelga y estar concentrada a las puertas de Vialia me afecta
personalmente, porque tiene una la casa abandonada, a mi hija que
tiene una minusvalía la tengo que dejar sola, la profesora ya me ha
llamado; afecta familiarmente y psicológicamente también, si a eso
le añades que no cobramos, pues imagínate”. Paqui está separada
y su sueldo es el único ingreso que entra en la casa, además de
doscientos y pico euros que le pasa su exmarido a la hija de ambos.
Tiene otra hija y una nieta que entienden la lucha de su madre y
abuela, “ellas me apoyan en que reclame mis derechos pero no
entienden que no las pueda ver”.DE
sus compañeras dice que “tienen días buenos y días malos, como
yo misma, pero las veo que no se rinden”, cuando se le pregunta en
qué va acabar todo esto responde: “yo creo que lo vamos a
conseguir, vamos a conseguir lo que reclamamos porque no estamos
pidiendo nada que no sea justo, pedimos derechos legalmente
establecidos, derechos que se nos han reconocido en sentencias
judiciales y que la empresa no respeta”.SI
hay algo que caracteriza a este grupo de personas son los fuertes
lazos de solidaridad y apoyo mutuo que se ha creado entre ellas.
Valoran sobremanera el apoyo que reciben de sus compañeros y
compañeras del sindicato y de las personas y colectivos que se
interesan sinceramente por su situación. Están viviendo un
experiencia dura pero, a la vez, muy estimulante. Irradian una
fortaleza y un coraje ejemplares. Si te parece que estas personas
merecen tu apoyo y solidaridad, acude, siempre que puedas, a las
concentraciones diarias a las puertas de Vialia y aporta, lo que
puedas, a la cuenta de solidaridad con ellas.Fuente: Paco Zugasti - El Observador