El día 14 de abril se celebra el aniversario de la proclamación de la II república española que ocurrió tal día en 1931. Este aniversario permite reflexionar sobre como comenzó esta etapa política y cómo finalizó sangrientamente a manos del fascismo. Muchos historiadores de uno y otro bando, e incluso los sin bando, que por cierto abundan, han coincidido en que el periodo republicano fue acogido con muchísima esperanza por un pueblo cansado de ser ninguneado, oprimido, agotado por siglos de maltrato e ignorancia.

También coinciden en que tempranamente este pueblo comienza a organizarse y demandar reformas. A partir de este momento las líneas historiográficas van separándose hasta llegar la minoritaria de defender la legitimidad del golpe de estado de un grupo de Generales encabezados por Mola y al que se suma Franco, que acabó con ella.

También coinciden en que tempranamente este pueblo comienza a organizarse y demandar reformas. A partir de este momento las líneas historiográficas van separándose hasta llegar la minoritaria de defender la legitimidad del golpe de estado de un grupo de Generales encabezados por Mola y al que se suma Franco, que acabó con ella.

Se enarbolan en el día señalado las banderas tricolores y en el fondo de los corazones de cientos de miles de personas se aventa un futuro sin monarca. Porque el origen de la palabra República procede del lat. Respublĭca y según la Real Academia tiene varios significados todos ellos congruentes: 1. f. Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado. 2. f. En algunos países, régimen no monárquico. 3. f. Estado que posee este tipo de organización o de denominación. La esencia de la república es el antimonarquismo. Ya que los monarcas por definición no pueden ser elegidos por los pueblos, su naturaleza es contraria a este derecho de toda persona a poder ser elegida o elegir para el desempeño de la más alta representación del conjunto de sus conciudadanos y conciudadanas.

Este aspecto es el que debe enfatizarse cuando de república se predica y quizás deberíamos avanzar un paso en la historia y, encontrando otro concepto, superar esa palabra que contiene múltiples significados y que de tanto mal usarse ha perdido la fuerza necesaria para concitar la unión de voluntades contra la monarquía, cualquier monarquía, del tipo que sea. La palabra República la han utilizado los regímenes dictatoriales, añadiéndoles calificativos como popular, socialista, nacional… En sí, más allá de una alternativa a la monarquía, no es posible predicar nada concreto, ya que las democracias burguesas que sirven de soporte político del concepto republicano, se han adaptado bien a las monarquías parlamentarias, que cohabitan sin problema alguno con la aberración de la heredad de la jefatura del estado y el reconocimiento de que la realeza se encuentra más allá de las leyes, siendo inviolables sus personas.

Lo que nadie explica al pueblo es que esto ocurre porque realmente el pueblo no es libre de tomar decisiones y hay que “tutelarlo”, para evitar que las enormes fuerzas fascistas del capitalismo supriman las libertades formales con las que se conforma ese pueblo y de paso permiten bien vivir a los miles de diputados y diputadas, que a eso de parlamentar se dedican. Por eso no basta decir “Viva la República”. Es preciso expresar No a los monarcas, No a los políticos de oficio, y Sí a la libertad y la capacidad de decidir permanentemente de cada ciudadana y ciudadano. Sí a la democracia directa, no delegada. Ese es el fondo de la cuestión cuando conmemoramos el aniversario de la malograda II República Española.

Rafael Fenoy Rico


Fuente: Rafael Fenoy Rico