En julio y agosto de este año estamos varias compañeras de la “Red Europea de Hermandad y Solidaridad con Colombia” en distintas veredas de los municipios de Granada y San Luis, del Oriente Antioqueño. Nuestro acompañamiento es motivado sobre todo por una petición que nos hicieron los líderes campesinos de la zona debido a las presiones ejercidas sobre ellos y las comunidades por parte del Ejército.
IMPRESIONES DEL ORIENTE ANTIOQUEÑO, JULIO 2004
El presente relato quiere recoger algunas impresiones personales de las primeras dos semanas de acompañamiento sobre la situación encontrada en esa zona del Oriente Antioqueño.
Este año no han cesado los atropellos del Ejército contra la población civil campesina. Mucha gente nos habla de asesinatos selectivos, de malos tratos tanto físicos como verbales, muchos casos de robos de cosas personales, de alimentos, ropa, de dinero, pues, de todo lo que les pueda servir a los soldados, casos de vandalismo, amenazas, humillaciones de mujeres. En los últimos doce meces ha aumentado la cantidad de ejecuciones extrajudiciales de campesinos, o sea los casos en que el Ejército (la IV Brigada) se lleva a una persona y luego esa persona aparece muerta y casi siempre vestido con uniforme militar y es reportada como guerrillero o guerrillera caída en combate.
Algunos de los casos son tan macabros, que uno a veces no sabe si reír o llorar. Contó un campesino que un día la tropa llegó a su finca y, como de todos modos piensan que todos los campesinos que viven en esa zona son por lo menos colaboradores de la insurgencia, le exigieron que “cantara” dónde estaban escondidos los guerrilleros. Pero él no sabía nada. Los soldados no le creyeron y lo enterraron en un hueco de manera que sólo la cabeza quedaba fuera, y siguieron insistiendo que cantara, que de lo contrario lo matarían. Como él realmente no sabía nada de la guerrilla, empezó a cantar como un gallo en la madrugada y con eso la tropa lo tomó por loco y lo dejó vivo. Como consecuencia, toda la vereda se desplazó.
Otra manera de aterrorizar a la población campesina son los sobrevuelos y ráfagas de ametralladora desde helicóptero y avión. Esta vez nos tocó justo el día de la Virgen del Carmen, cuatro horas seguidas, de mediodía hasta la tarde. Alguien comentó, con el humor negro que se convierte en mecanismo de autoprotección mental, que mira que nos mandan la pólvora para la Virgen. A pesar de que el avión vuela y dispara desde una altura desde la cual sería muy mala suerte si alguien fuera alcanzado por una bala, basta para aterrorizar a la población. Hay cosas a las que uno no se acostumbra nunca.
Ni pensar en los horrendos gastos de tales operativos ; mientras tanto el Gobierno colombiano aumenta la edad de jubilación y corta las pensiones, impone IVA sobre todos los productos de la canasta básica, etc., pues, toma medidas para rebuscar recursos para los gastos sociales para los cuales supuestamente no hay plata.
Por otro lado, se escuchan también comentarios de que el Ejército se comporta más “formalito”, que “ya no molestan tanto”. Incluso ofrecen plata para que los campesinos se conviertan en informantes. Ese cambio de actitud se puede explicar de varias maneras. Puede ser el juego del bueno y del malo ; puede ser una manera de ganarse la confianza de la población y así intentar sustraer a la guerrilla su supuesta base ; y puede ser el resultado de la presión por demasiadas denuncias sobre atropellos y ejecuciones extrajudiciales, pensando sobre todo en la implementación del “Laboratorio de Paz del Oriente Antioqueño”, apoyado económicamente por la Comunidad Europea.
Lo que difícilmente cuadra con la idea de un laboratorio de paz (pues, sería de preguntar de cuál paz hablamos) es el anuncio del Gobernador de Antioquia de aumentar el pie de fuerza en la región, bajo el pretexto de las peleas por el control de los cultivos de coca entre las FARC y los paramilitares. Dentro de poco llegarán cinco nuevos contingentes de contraguerrilla y una nueva brigada móvil.
Referente a la situación social, no ha disminuido el bloqueo económico efectuado por militares y paramilitares en el lado del municipio de Granada. Por el lado del municipio de San Luis todavía no sobrepasa controles rutinarios de los mercados a la entrada y salida de la cabecera.
En vez de disminuir se ha agudizado de tal forma que varios campesinos ya tienen problemas para vender su panela, el único producto comercial que fabrican. Militares y paramilitares amenazan a esposas e hijos y les dicen que sólo pueden mercar o vender si llevan a los esposos o padres, respectivamente. Se ha agudizado también en términos de que ya se ha vuelto casi imposible pedir a vecinos que vendan o compren para las familias que no pueden salir a la cabecera. En Santa Ana, los soldados exigen que los mercados encargados sean retirados del pueblo por los destinatarios mismos o que manden su cédula, lo cual significa un riesgo inaceptable.
Lo que tampoco ha cambiado son los frecuentes cortes de energía eléctrica, debido a las malas instalaciones y el poco o casi nulo interés del Estado en mejorar esa situación. Hay daños que alguien de la comunidad misma podría arreglar, pero no se atreven a subir adonde están los postes cuando está el Ejército cerca, o cuando hay rumores de que el Ejército podría estar cerca. Falta de energía, a menudo de varios días seguidos, incluso semanas, implica que los paneleros con motores eléctricos (y parece lógico tener motores eléctricos en una región que produce la tercera parte de toda la energía eléctrica del país) no pueden moler la caña, que por lo tanto no tienen panela para vender, que por lo tanto no tienen plata para mercar, que por lo tanto la comida en la finca se reduce a lo más básico ; ni hablar de cosas tan cotidianas como calcetines o botas de caucho que entonces se vuelven bienes de lujo. Implica que las mujeres cocinan con hornos de leña (lo cual da un saborcito lo más de rico a las comidas) cuyo humo da dolor de cabeza y que significan más trabajo. Implica noches a la luz de velas, si es que las consiguieron en el pueblo, y con eso noches de más angustia por el posible paso del Ejército. Implica tener pocas noticias de lo que está pasando fuera de la propia zona, ya que la tele sin energía no funciona y debido al bloqueo es difícil conseguir pilas pequeñas para radio, ya que supuestamente sirven para las radios de la guerrilla.
Aunque la situación en sí no ha cambiado sustancialmente, las personas con quienes uno habla sienten más angustia y más inquietud que el año pasado (cuando pasamos varias semanas en la misma zona). En casi cada conversación el primer tema que sale a flote son atropellos vividos en carne propia o por un familiar, o el miedo a tales atropellos.
A veces esa angustia llega a niveles ya increíbles. Contó una señora ya mayor que un día hace poco llegó la tropa a su finca y como ella tiene más camas que familiares que viven en la finca, para el Ejército era lógico que las camas sobrantes eran para la guerrilla. La señora estaba tan angustiada que me preguntó si fuera mejor sacar las camas innecesarias de la casa, para evitar futuros atropellos. Ya no vale el dicho “Quien nada debe, nada teme”.
En ese contexto, los rumores ayudan mucho a tensionar el ambiente, rumores de que el Ejército estaba allá arriba, que estaba allá abajo, que había cruzado el puente, que habían llevado a fulano de tal, que mejor entonces no ir a cortar caña, que mejor entonces no moler, que mejor no sembrar fríjoles, que mejor no ir a mercar. Pues, en parte los rumores logran frenar las labores cotidianas sin que a menudo los afectados vayan a averiguar si son rumores o no.
Continúa el desplazamiento gota a gota, hay muchas fincas abandonadas. Ese abandono obviamente es un problema para las familias afectadas, pero lo es también para las que quedan, ya que los cafetales descuidados ofrecen el hábitat preferido para la broca, la mayor plaga del café en la zona, que de esos cafetales se propaga a cafetales sanos todavía. Además, las familias que quedan se sienten más solas y les cuesta más esfuerzo seguir resistiendo.
Pero todavía las hay, y no pocas. Hay familias que siguen cultivando su tierrita, pase lo que pase. Otras familias optan por refugiarse en el monte hasta que haya pasado el Ejército, a veces varios días o incluso semanas. Algunas familias que ya no pueden seguir viviendo en sus fincas se mueven dentro de la región en vez de salir de ella definitivamente.
Otra forma de resistencia la constituyen los pequeños grupos que cultivan maíz y fríjoles, trabajan la caña entre varios, o crían gallinas, pues, los que intentan mejorar la seguridad alimentaria de sus familias frente al bloqueo.
A nivel comunitario, las Juntas de Acción Comunal siguen jugando un papel importante para aglutinar a los habitantes en torno a asuntos comunes y solucionar problemas menores, y para mantener el sentido de pertenencia a determinada vereda.
En un contexto tan difícil, las diferentes formas de resistencia y los núcleos de organización campesina y comunitaria son esenciales para contrarrestar las intenciones del Gobierno de, a través de la represión militar y paramilitar, desplazar a las comunidades campesinas para imponer un modelo de desarrollo en el cual no tienen cabida.
Es por eso que ameritan todo el apoyo y el acompañamiento internacional que les podamos brindar.
*****************************************************************
RED DE HERMANDAD Y SOLIDARIDAD – COLOMBIA
redher@sky.net.co redeuropa@redcolombia.og
*****************************************************************
Par : rr.ii.