Atenas, Grecia. El movimiento de las asambleas en las plazas comenzó de manera completamente inesperada el 25 de mayo, en Atenas. No está claro quién fue el grupo que tomó la iniciativa de publicar un llamado en Facebook para concentrarse en la plaza Sintagma y expresar indignación y rabia contra las políticas de austeridad del gobierno. El movimiento de las asambleas populares en Grecia atrae la atención de todo el espectro político y constituye una expresión de la crisis de la política en general.
En Desinformémonos: TPTG – Traducción: Amaranta Cornejo y Marcela Salas – Foto: Elpida Niku
En Desinformémonos: TPTG – Traducción: Amaranta Cornejo y Marcela Salas – Foto: Elpida Niku
Sin embargo, parece
que algunas personas cercanas a un grupo político influido por la
ideología democrática de Castoriadis participaron, entre otros, en la
iniciativa. La convocatoria fue publicada favorablemente por los medios
de comunicación y en los primeros días éstos hicieron referencia a una
pancarta que supuestamente apareció en las movilizaciones españolas:
“Shhh, no grites, vamos a despertar a los griegos”, o algo por el
estilo. Por supuesto, nadie esperaba lo que vendría después.
La propuesta inicial fue una declaración
de independencia y separación de los partidos políticos, representantes
e ideologías. Asimismo, se declaró la voluntad de protestar
pacíficamente contra la gestión estatal de la crisis de la deuda y
contra “todos aquellos que nos trajeron hasta aquí”. Por otro lado, un
eslogan principal fue el llamado a una “democracia real”. El lema de la
“democracia real” fue reemplazado rápidamente después de un par de días
por el lema de “democracia directa”. El esfuerzo inicial de los
organizadores para establecer normas específicas y democráticas para la
asamblea fue rechazado por los participantes. Sin embargo, algunas
normas se establecieron después de algunos días sobre el plazo de los
discursos (90 segundos), la forma en que una persona puede proponer un
tema para la discusión (en forma escrita, dos horas antes del inicio de
la asamblea) y la forma que los altavoces estaban siendo seleccionados
(a través de una lotería). También hay que mencionar que en torno al
núcleo de la asamblea general siempre hubo discusiones e incluso
enfrentamientos entre los participantes.
Al inicio había un espíritu comunitario
en los primeros esfuerzos por ocupar de forma autogestiva la plaza, y
los partidos políticos no fueron tolerados. Sin embargo, los
izquierdistas, y, sobre todo los procedentes de SYRIZA (Coalición de
Izquierda Radical) obtuvieron rápidamente intervención en la asamblea de
Sintagma y se hicieron de importantes cargos, más concretamente en el
grupo de “apoyo administrativo” y en el de “comunicación”. Estos dos
grupos son los más importantes, ya que organizan la agenda de las
asambleas, así como el flujo de las discusiones. Cabe señalar que estas
personas no declararon abiertamente su filiación política y se
presentaban como “individuos”. Sin embargo, estos políticos no fueron
capaces de manipular por completo una asamblea tan volátil y
heterogénea, pues la deslegitimación de los partidos políticos
prevalecía. Es muy difícil, además, participar como individuo en estos
grupos específicos, ya que tienen que hacer frente a los mecanismos del
“partido sombra” de los izquierdistas.
Las manifestaciones organizadas sobre
una base diaria poco a poco se convirtieron en masivas, expresando la
completa deslegitimación del gobierno y del sistema político en general.
En la manifestación más grande, quizá 500 mil personas participaron (el
domingo 5 de junio).
La composición social de la heterogénea
multitud que se reúne cada día, incluye trabajadores, desempleados,
pensionistas y estudiantes, así como pequeños empresarios o ex jefes
afectados por la crisis. En las manifestaciones de la plaza Sintagma se
formó, desde los primeros días, una división entre los que están
“arriba” (cerca del Parlamento) y los que están “abajo” (en la plaza
propiamente dicha).
En la primera categoría, están algunos
nacionalistas y grupos de extrema derecha que han estado activos desde
el principio, influyendo en la gente más conservadora y/o menos
politizada que participan en las manifestaciones (ya sean proletarios o
pequeños empresarios proletarizados anteriormente). Es muy común que la
mayoría de ellos se reúna fuera del Parlamento para saludar banderas
griegas, realizar un gesto con la palma de la mano abierta contra los
diputados, gritar consignas populistas y nacionalistas como “traidores” o
“ladrones” o incluso cantar el himno nacional. Sin embargo, el hecho de
que estas personas sean políticamente más conservadores no significa
necesariamente que sean más controlables cuando los conflictos con la
policía se agravan, o que puedan ser contados en las filas de grupos de
extrema derecha.
Por otro lado, el segundo grupo que
forma la circunscripción electoral de la asamblea está mucho más
orientado a la izquierda democrática (patriótica, antifascista,
antiimperialista), como puede ser visto en los comunicados votados (ver
http://real-democracy.gr), y es también proletario en su composición
(trabajadores desempleados, funcionarios, estudiantes universitarios,
trabajadores del sector privado, etcétera).
Los izquierdistas han logrado organizar
una serie de eventos de discusión sobre la “crisis de la deuda” y de
“democracia directa” con invitados procedentes del mundo académico de
izquierda (por ejemplo, con economistas de izquierda como Lapavitsas)
que están conectados con diversos partidos políticos de izquierda
(principalmente SYRIZA y ANTARSYA). La organización de estos eventos
reproduce y refuerza la división entre los “expertos” y “no-expertos”, y
el contenido de las presentaciones de los oradores invitados se ha
centrado en una gestión alternativa política y económica de las
relaciones capitalistas y la crisis. Por ejemplo, las principales
opiniones expresadas en relación con el tema de la deuda varían en
propuestas de “reestructuración de la deuda” y cancelación de la “parte
odiosa de la deuda” a peticiones de una suspensión inmediata de los
pagos por parte del Estado griego o a salir de la zona del euro y la
Unión Europea.
En cualquier caso, el contenido político
expresado en estos eventos es el de una vía alternativa y más
patriótica para el “desarrollo del país” y la creación de un verdadero
Estado social-demócrata. En otras palabras, estos eventos tratan de
dirigir el debate hacia un camino alternativo para la reproducción de
las relaciones capitalistas en Grecia, que serán implementadas por un
gobierno diferente en la que los izquierdistas han asumido el papel que
merecen. En ocasiones, participantes de la asamblea han criticado el
destacado papel de los expertos en los paneles, así como de la
concepción de la deuda como una cuestión de logística nacional, sin
embargo, sus críticas han sido demasiado débiles para cambiar toda la
dirección.
La propuesta más conocida para un manejo
de izquierda de la “deuda nacional” viene de la Comisión de Auditoría
griega, que se compone de varios políticos de izquierda, académicos y
burócratas sindicales y favorece la idea de la cancelación de la “parte
odiosa de la deuda ” siguiendo el modelo Ecuador. La presencia de esta
Comisión se estableció en la plaza en los primeros días, cuando se
aprobaron las resoluciones para la exclusión de los partidos políticos y
organizaciones por ser esta una “asociación de ciudadanos”. Algunos de
nosotros hemos estado implicados en asambleas temáticas que han nombrado
la asamblea general en torno a temas de trabajo y desempleo llamado
Grupo de los Trabajadores y Desempleados. En colaboración con otros
compañeros, esta asamblea ha tratado de promover la práctica
auto-organizada de “suspensión de pagos” para la directa satisfacción
de nuestras necesidades. Por supuesto, este grupo está en completo
desacuerdo con las propuestas de la izquierda política para la
“suspensión de pagos de la deuda soberana”. Algunos sectores de las
oficinas de desempleo han estado llamando a los trabajadores
desempleados organizados a unirse al grupo en la plaza Sintagma y tratar
de iniciar conversaciones con miras a la organización de las asambleas
locales de trabajadores desempleados (este último objetivo,
lamentablemente, no fue exitoso). También se han organizado tres
acciones directas en la estación de metro de la plaza Sintagma, donde,
en colaboración con un colectivo que ya ha tomado acciones en este
tema, la coalición de los comités “no pago”, bloquearon la máquina
validadora de boletos.
Los izquierdistas que participan en esta
asamblea han tratado de limitar las actividades de ésta a las demandas
políticas de la izquierda “el derecho al trabajo”, “trabajo pleno,
decente y estable para todos”, etcétera, sin ningún tipo de interés real
para comunicar sus experiencias de lucha (si es que han tenido alguna) y
participar en la acción directa colectiva. Sin embargo, el principal
problema es que, aparte de nosotros, algunos
anti-autoridades/anarquistas e izquierdistas la participación de otras
personas, tanto en las discusiones como en las acciones es casi
inexistente, a pesar de las acciones que se han organizado han sido
acordados por la asamblea general. Esto lleva a otra observación
importante sobre la asamblea de la plaza Sintagma. A pesar de que la
asamblea ha tomado días tras día decisiones que implican la organización
de acciones directas, al final muy poca gente realmente participa en
ellas. Parece que el proceso de democracia directa de sólo votar a favor
o en contra de una propuesta específica en una asamblea masiva tiende a
reproducir la pasividad y el papel de los espectadores / votantes
individualizados.
Esta pasividad y la individualización de
parte importante de la gente fue superada el día de la huelga general
(15 de junio), cuando la necesidad de luchar contra los intentos del
Estado para disolver la manifestación y para volver a ocupar la plaza
Sintagma, no sólo dio lugar a la participación de miles de personas en
los enfrentamientos con la policía, sino también dio lugar a la
expresión de la solidaridad real entre los manifestantes: la gente se
liberó de las manos de la policía gracias a otros manifestantes, el
equipo médico ayudó a quien estuviera en peligro debido a los gases
lacrimógenos y la brutalidad de la policía, hubo una alegre danza de
miles de personas en medio de los gases lacrimógenos, etcétera
Sin embargo, hubo ciertas fuerzas, es
decir, los medios de comunicación, los partidos de izquierda y los
fascistas, que trataron de promover la separación entre los
manifestantes mediante la violencia y por medio de la acusación contra
algunos manifestantes violentos de ser instigados por la policía a ser
agentes provocadores. Cuando el bloque anarquista / anti-autoridades y
los bloques de los sindicatos de base llegaron a la plaza Sintagma y
algunos de los compañeros se trasladaron a la zona frente al parlamento,
un grupo de fascistas lanzaron un par de bombas molotov, y algunos
individuos comenzaron a gritar a través de megáfonos que los
“kukuloforoi” (encapuchados) eran los provocadores encubiertos por la
policía y que debían ser aislados. Este grupo comenzó el ataque contra
los anarquistas / anti-autoridades y logró que otros manifestantes
participaron en el ataque también. Los anarquistas / anti autoridades
lograron hacer frente a los ataques y responder con éxito a éstos. Sin
embargo, los medios de comunicación explotaron este incidente,
describiéndolo como un ataque de los anarquistas en contra de los
“indignados” (como se llama a las multitudes que están en las plazas)
con el fin de promover la separación entre los “violentos” y los
manifestantes “pacíficos” dentro del movimiento. El video de este
incidente se repitió una y otra vez el resto del día. Sin embargo, en
el plano de la política callejera, este intento no fue exitoso ya que
cuando la policía atacó más tarde a los manifestantes, se enfrentaron
con un grupo totalmente mezclado.
Además de los medios de comunicación,
los partidos de izquierda trataron de promover la separación entre los
“violentos” y los manifestantes “pacíficos” a través de su “teoría de la
provocación”, acusaciones continuas y propaganda contra los anarquistas
/ anti-autoridades.
Sus objetivos son, por supuesto,
diferentes: quieren restringir el movimiento a los límites de la
legalidad y la tranquilidad para que puedan ser capaces de capitalizar
políticamente de acuerdo con sus ilusiones de participar en un futuro
gobierno que seguirá un camino de izquierda alternativa para el
desarrollo del capitalismo griego. Hay que añadir aquí que el Grupo de
Trabajadores y Desempleados de la plaza Sintagma, donde algunos de
nosotros participamos, emitió una resolución condenando las
provocaciones y las falsas divisiones dentro del movimiento, pero el
texto nunca fue votado como un tema de discusión. Este fue el resultado
de la intervención de los organizadores de izquierda y de la
manipulación combinada con el débil apoyo de otros participantes.
Sin embargo, una gran cantidad de puntos
de vista diferentes se han expresado sobre el tema de las
“provocaciones” y también del “carácter violento o pacifista de nuestro
movimiento”. El carácter dinámico y contradictorio de la asamblea se
remonta a algunas de las decisiones tomadas por la asamblea dos días
antes de la huelga general de 48 horas, los días 28 y 29 de junio. Los
organizadores de izquierda lograron ganar una votación solicitando a la
policía a “mostrar respeto a la voluntad de las personas y al derecho
constitucional de la soberanía del pueblo (…) y a no evitar que la gente
proteja su propia Constitución”. Al mismo tiempo, hubo otra resolución
que condena a “los profesionales de la violencia que sirven al sistema y
no al movimiento”, lo que refleja las provocaciones de izquierdistas
contra los que no actúan de acuerdo a la ideología de obediencia a la
“ley y el orden”. Por el contrario, un día después, en otra decisión, la
Asamblea votó a favor de “los que chocan con las fuerzas de represión.
Nadie con un altavoz debería hablar en contra de ellos”. El mismo día,
la propuesta de “la condena de cualquier tipo de violencia durante las
próximas 48 horas de la huelga” no fue autorizada.
Cabe señalar que hasta ahora el
“movimiento de las plazas” ha sido muy eficaz en el sentido de que se
las arregló para ampliar el campo de la oposición a la política del
gobierno, algo que los ataques convencionales en general y las huelgas
de la sección aislada, no había logrado hacer. Esto obligó al
desacreditado GSEE a llamar a un paro de 24 horas el 15 de Junio y una
huelga de 48 horas, cuando el segundo memorándum iba a ser votado y
muchos trabajadores tuvieran la oportunidad de participar en las
manifestaciones desde la mañana hasta la noche.
A pesar de que no se logró anular el
voto del memorándum, se logró crear una crisis política. Nunca antes,
ni siquiera durante los disturbios de diciembre de 2008, el sistema
político de la representación se vio tan irremediablemente
deslegitimado. Sin embargo, los organizadores de izquierda lograron
conservar la función de mediación de los sindicatos, al menos en un
nivel ideológico, a través de un cartel común convocando a la huelga
general de 48 horas.
Una primera observación sobre esta
huelga es que es imposible realizar una estimación exacta del número de
personas que participaron en los eventos durante estos dos días. Hubo un
continuo flujo de entrada y salida de personas hacia y desde el terreno
de la lucha en el centro de Atenas (es decir, la plaza Sintagma y las
calles adyacentes) y el número de manifestantes osciló entre unos pocos
miles hasta 100 mil personas. Sin embargo, la participación en la
huelga, en la manifestación y en los conflictos fue mucho menor en el
primer día que en el segundo día: el número de manifestantes en la plaza
Sintagma el martes 28 de Junio no excedió las 20 mil personas. Durante
ambos días, fuertes enfrentamientos se produjeron entre los
manifestantes y la policía antidisturbios en gran parte del centro de la
ciudad alrededor de la plaza Sintagma. Miles de armas químicas fueron
lanzadas por la policía antidisturbios creando un ambiente tóxico y
sofocante. Ciertamente, en el segundo día, la movilización fue más
intensa y masiva.
Según la policía, 131 policías
resultaron heridos, 75 personas fueron arrestadas y se presentaron
cargos contra 38. De acuerdo con el equipo médico de la plaza Sintagma,
más de 700 personas recibieron primeros auxilios en los centros médicos
improvisados en la plaza y el interior de la estación del metro
Sintagma y alrededor de 100 fueron trasladados a hospitales. Fueron
reportados daños en bancos, edificios ministeriales, hoteles de lujo, la
oficina de correos de la plaza Sintagma y algunas tiendas comerciales y
restaurantes.
No hay duda de que desde el principio el
objetivo del Estado era evacuar la plaza, para aterrorizar y dispersar a
los manifestantes[1].
El segundo día, además de la
congregación en plaza Sintagma, se hicieron esfuerzos para instalar
bloqueos desde temprano por la mañana para evitar que el Primer ministro
entrara en el parlamento. Este plan fue votado en la asamblea de
Sintagma, así como en otras asambleas formadas en vecindarios fuera del
centro de Atenas. Desafortunadamente sólo unos cuantos cientos de
manifestantes participaron en los bloqueos, los cuales fueron atacados
inmediatamente con ferocidad, alejados y disipados por la policía. Así
que el plan de evitar que los políticos llegaran al parlamento no
funcionó. En el caso del bloqueo de la avenida Vasileos Konstantinou,
los manifestantes fueron alejados hacia calles aledañas, donde
instalaron barricadas. Después de algunas horas y de leves
enfrentamientos con la policía antimotines, comenzaron una gran marcha
que pasó por las zonas turísticas del centro, para finalizar con un
mitin en la plaza Sintagma. Se debe hacer notar que la organización de
los bloqueos fue totalmente ineficiente ya que las organizaciones de
izquierda, que jugaron un importante papel a través del control de los
grupos de la asamblea de Sintagma, no hicieron nada para asegurar una
mayor participación y verdadera confrontación con la policía. Sin
embargo, la actitud de los de izquierda no justifica la incapacidad de
la asamblea misma para implementar sus decisiones, ni justifica la
pasividad de gran parte de sus participantes.
Con respecto a los conflictos alrededor
del parlamento, se dieron escenas similares a las del primer día, pero
en el segundo fue más difícil para la policía lograr su objetivo. Miles
de manifestantes participaron en los enfrentamientos del segundo día. La
mayoría de ellos iban preparados para los enfrentamientos, llevaban
máscaras anti-gases o algún otro equipo improvisado de protección,
muchos iban con soluciones antiácidos, y algunos iban totalmente
equipados para pelear con los policías. En casi todos los casos había
una “vanguardia”, donde se daban las batallas, y había una
“retaguardia”, donde la gente gritaba consignas, ayudaba a quienes lo
necesitaran e incluso “proveían” a la “vanguardia” con nueva gente.
La “gente pacífica” respaldaba a quienes
se enfrentaban con la policía: la presencia física de una gran multitud
fue un obstáculo para las maniobras de la policía. Los manifestantes
bloquearon un grupo de motos de los infames policías de las fuerzas
“DIAS” y “DELTA”, parándose frente a ellos cuando se preparaban para
atacar. Los manifestantes “pacíficos” no estaban espantados por los
enfrentamientos, sólo los violentos y continuos ataques de la policía
antimotines y de la policía motorizada los obligaron a abandonar las
calles alrededor de Sintagma. Contrario a lo que muchos predijeron en
los días previos, y especialmente durante los enfrentamientos con la
policía el 28 de junio, los enfrentamientos no “espantaron” a la
“gente”, sino que los enfrentamientos expresaban una rabia acumulada en
contra de un deslegitimado gobierno, de la brutalidad de la policía y
del empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Especialmente en este día reaparecieron
en las calles de Atenas los insurgentes de diciembre del 2008
(anarquistas, anti-autoridades, estudiantes, ultras y jóvenes precarios
proletarios) junto con una considerable parte de la clase trabajadora
más “respetable” y estable, quienes protestaban contra las medidas de
seguridad enfrentándose con la policía. Era la primera vez, después del 5
de mayo del 2010, que esto sucedía.
La huelga general de 48 horas tuvo otra
similitud con la rebelión de diciembre del 2008: el juego. Muchos de las
consignas y cantos de los manifestantes en contra del gobierno y del
FMI se basaban en consignas y cantos de la terraza cultural, mientras
que durante los enfrentamientos con la policía, los tambores alentaban a
los manifestantes a mantener sus posiciones.
Ambos días, la policía eventualmente
“limpió” por la noche los alrededores y las calles centrales. Sólo
algunos determinados se quedaron a velar en la plaza.
La diversidad de los miles de personas
que participaron en los enfrentamientos desafió en la práctica las
teorías de conspiración que las organizaciones y partidos de izquierda,
así como los medios tenían sobre los “provocadores” o “bandas
para-estatales; demostrando lo ridículo que son los medios masivos
frente a esos grupos “específicos” que siempre “generan caos”. Mucha
gente se dio cuenta de la necesidad de lanzar piedras, prender fogatas y
formar barricadas contra los furiosos e implacables policías, quienes
siguen órdenes del capital y del Estado.
Este cambio fue también resultado de
superar las confrontaciones (no sólo verbales) entre “no violentos” y
“violentos” manifestantes en el último mes de movilizaciones. Muchos de
los manifestantes “no violentos”, especialmente los más grandes, se
dieron cuenta que detrás de las “máscaras” de los “provocadores”, había
casi siempre gente joven, llena de coraje. En una ocasión una señora de
60 años platicaba amigablemente con un joven “enmascarado” de 16 años
acerca del “derecho a pelear contra los policías”, y al mismo tiempo,
“indignados” bien vestidos discutían con “revoltosos” sobre cuestiones
similares. En otros casos, personas “no violentas” con problemas
respiratorios fueron ayudadas por manifestantes “enmascarados” que
estaban bien preparados. La cuestión de la violencia es una de las
discusiones sociales y políticas que prevalecen dentro de la multitud
movilizada, y juega un rol muy importante al dar forma a las
movilizaciones mismas, así como a las actitudes contradictorias de los
manifestantes. Podemos decir que estas disputas crean una limitada
“esfera pública proletaria”, en la cual lo teórico y lo práctico se
oponen.
Otro asunto importante en estos días de coraje fue la combinación entre revuelta y celebración.
Después de las peleas había música en vivo, la gente cantaba, y, como
dijimos antes, en algunas ocasiones ¡los tambores acompañaban los
contra-ataques hacia los grupos anti-motines! Durante la tarde del 28
hubo un concierto a pesar de las peleas y de los gases lacrimógenos; los
manifestantes bailaban mientras la policía lanzaba gases lacrimógenos
en la plaza. La expropiación de galletas, pasteles y helados a una
cadena de cafeterías le dio un toque dulce al 29, aunque la comisión de
comida, desde las bocinas, condenó los saqueos, quizá luego de haber
sido regañados por “organizadores” de izquierda. Después, esa misma
tarde, un grupo grande de integrantes de la misma SYRIZA intentó evitar
que la gente juntara piedras, las cuales serían usadas en caso de un
probable ataque por parte de grupos anti-motines; sin embargo, como no
había un plan alternativo para el ataque, tuvieron que desistir en su
intento. Poco después el equipo de sonido fue removido de la plaza con
el pretexto de que podría ser dañado. La decisión de quitarle la “voz” a
la movilización en ese momento, justo cuando en los alrededores se
daban los más fuertes enfrentamientos con la policía, debilitó la
defensa de la plaza. Unos minutos después, un grupo de anti-motines
invadió la plaza y con una operación particularmente violenta dispersó a
la multitud hacia la estación del metro. Sólo unos cuantos cientos
regresaron, y aún menos permanecieron en la plaza hasta tarde en la
noche.
Debemos mencionar también que el
sentimiento de ira contra los políticos realmente está creciendo. Aparte
de los enfrentamientos dispersos, la ira se refleja también en condenas
verbales que uno puede escuchar por aquí y por allá: “deberíamos quemar
el parlamento”, “deberíamos colgarlos”, “deberíamos tomar las armas”,
“deberíamos visitar las casas del Primer ministro”, etcétera.
Es notable que la mayoría de estas frases provengan de gente adulta.
Varios de los casos de “arrestos” de policías encubiertos hechos por
parte de personas revelan el nivel de ira: la noche del 29,
manifestantes se apoderaron de un policía encubierto dentro del metro
Sintagma, trataban de detenerlo cuando los socorristas de la Cruz Roja
intervinieron y lo ayudaron a escapar (de acuerdo a algunos rumores, no
tenía su arma cuando se fue).
Respecto a los sindicatos (GSEE-ADEDY),
salvo la huelga de 48 horas, la cual fue más o menos resultado de la
presión del “movimiento de la plaza”, no jugaron un papel muy
importante. Es característico que sus grupos atrajeron a unos cuantos
cientos de personas, y en el segundo día, cuando el paquete de
austeridad fue votado, el GSEE organizó para esa misma tarde una
manifestación en otra plaza del centro (cerca de la plaza Omonia, justo
en la dirección contraria). Además, el 30 de junio el GSEE, convencido
de sus teorías de conspiración, publicó un comunicado de prensa en el
cual condenaban “la destrucción y las revueltas ya decididas entre gente
encapuchada y la policía, quienes operaban en contra de trabajadores y
manifestantes (…) El GSEE condena cualquier tipo de violencia, provenga
de donde provenga, y hace un llamado a que el gobierno asuma sus
responsabilidades…”. Por otro lado, el ADEDY se mantuvo cauteloso, pues
en sus comunicados de prensa del 29 y del 30 de junio condenaron el
“barbarismo del gobierno” y la “brutalidad de la policía” en contra de
los manifestantes, e incluso llamó a una manifestación para el 20 de
junio en la plaza Sintagma, la cual nunca fue organizada.
Algunos puntos generales referentes al
movimiento en contra de la imposición de las más severas medidas de
austeridad impuestas desde la segunda guerra mundial:
1) El nacionalismo (más que nada en su
forma populista) es dominante, y es favorecido tanto por alas de extrema
derecha como por partidos y gente de izquierda. Incluso para muchos de
los proletarios o pequeño burgueses golpeados por la crisis y que no
están afiliados a ningún partido político, la identidad nacional aparece
como el último refugio imaginario justo cuando todo se está derrumbando
rápidamente. Detrás de las consignas contra la “extranjera venta del
gobierno” o por la “salvación del país”, la “soberanía nacional” y una
“nueva constitución” subyace un profundo miedo y alienación para los
cuales la “comunidad nacional” aparece como una solución mágica
unificadora. Los intereses de clase comúnmente se expresan en términos
de nacionalismo y racismo, provocando un confuso y explosivo coctel
político.
2) La manipulación de la mayor asamblea
de la plaza Sintagma (hay otras asambleas en otros barrios de Atenas y
de ciudades griegas) por parte de “incógnitos” integrantes de partidos y
organizaciones de izquierda es evidente y realmente destructiva en un
movimiento con dirección de clase. Sin embargo, debido a una profunda
crisis de legitimación al sistema político de representación, deben
ocultar su identidad política y mantener un balance entre los discursos,
por una parte de “autodeterminación”, “democracia directa”, “acción
colectiva”, “antirracismo”, “cambio social” etcétera, y por la otra
parte con el nacionalismo extremo y con los comportamientos tipo matones
de algunos individuos de extrema derecha que participan en los grupos
de la plaza. Todo esto de una forma no muy exitosa.
3) Una significativa parte del medio
antiautoritario, así como parte de la izquierda (especialmente los
marxistas-leninistas y la mayoría de los sindicalistas del comercio)
mantienen su distancia respecto a las asambleas o son abiertamente
hostiles a ellas. Los primeros acusan a las asambleas por ser tolerantes
con los fascistas frente al parlamento, con los integrantes de los
grupos de defensa de las asambleas, o por ser pequeño burgueses,
reformistas políticos manipulados por ciertos partidos de izquierda. Los
segundos las acusan por ser apolíticas, hostiles a la izquierda y por
el “movimiento sindicalizado”.
Una cosa es cierta: este movimiento
volátil y contradictorio atrae la atención de todo el espectro político y
constituye una expresión de la crisis de la relación de clases y de la
política en general. Ningún otro conflicto se ha expresado a sí mismo de
una forma tan ambivalente y explosiva en las últimas décadas. Lo que
todo el espectro político encuentra inquietante en las asambleas es que
las crecientes proletarias ira e indignación ya no se expresan a través
de los canales de mediación política de los partidos y sindicatos. Por
eso mismo ya no puede ser controlada y es potencialmente peligrosa por
su sistema de representación política y unionista en general. Así que el
papel de la provocación es crucial porque sirve como un exorcismo, una
calumnia en contra de una creciente parte de la población que se exilió
en la tierra de nadie de la “actividad paraestatal” y debería permanecer
inmóvil. En otro nivel, el carácter multiforme y abierto del movimiento
pone en la agenda el asunto de la auto-organización del conflicto, aún si el contenido de éste permanece vago.
El debate sobre la naturaleza de la duda es una cuestión escabrosa ya
que llevaría a un movimiento de “abstención de pagos” al Estado griego
(un asunto que va más allá del horizonte político de los partidos, los
sindicatos y la mayoría de la izquierda extra-parlamentaria). Después
del sanguinario voto del programa de medio término es incierto qué
dirección tomará el movimiento de las asambleas, en un momento en que
todas las certezas parecen derretirse en el aire.
__________
[1]
Como después se reveló en los medios de comunicación, este objetivo se
planificó y decidió en una conferencia de alto nivel de los generales de
la policía griega desde el martes, y muestra tanto la importancia que
el gobierno otorga a la votación de las nuevas medidas de austeridad,
así como la absurdo de la teoría de la “provocación” de los policías a
través de la violencia. Además, a partir de conversaciones acaloradas
entre policías antimotines y los manifestantes, se puede concluir que
esos escuadrones deben haber tenido algún tipo de formación ideológica
proporcionada por funcionarios del gobierno para que ninguna duda moral
pueda interponerse al momento de ejecutar órdenes: el argumento
dominante es que la mayoría de los manifestantes son “funcionarios
públicos que han perdido sus privilegios”.
Fuente: Desinformémonos