Es moneda común, cuando se habla de la crisis económica, acusar de ésta a los bancos, a los especuladores, a los llamados mercados financieros y, también, a los políticos malvados y corruptos. Es decir, tendemos a considerar que la culpa de la crisis es por cuatro malvados que en muy poco tiempo se han hecho con el poder, destruyendo nuestra forma de vida por afán de codicia. 

Poca gente, sin embargo, es capaz de reflexionar y de intentar ver cómo se ha creado esta situación, y si su origen, quizá, pudiera ser más antiguo de lo que quisiéramos reconocer y por otra parte si no somos también responsable por apoyar el sistema de dominio con sus diversos coloridos y variaciones. Nosotros no nos conformamos con la explicación primera de un grupo que, surgido de la nada, toma las riendas del mando y es capaz de hacer y deshacer a su antojo.

Poca gente, sin embargo, es capaz de reflexionar y de intentar ver cómo se ha creado esta situación, y si su origen, quizá, pudiera ser más antiguo de lo que quisiéramos reconocer y por otra parte si no somos también responsable por apoyar el sistema de dominio con sus diversos coloridos y variaciones. Nosotros no nos conformamos con la explicación primera de un grupo que, surgido de la nada, toma las riendas del mando y es capaz de hacer y deshacer a su antojo. En nuestra opinión la realidad es más compleja, y tenemos que , por un lado, ser capaces de reconocer esa complejidad, y, por otra, dejar de lado el victimismo y ser capaces, primero, de reconocer nuestra parte de responsabilidad, y en segundo lugar reflexionar y ver si podemos ir planteando una alternativa que no pase por pintar la fachada. 

Si nos centramos en nuestro país y estudiamos el pasado, observamos como, en parte de él, y tras la invasión árabe y los primeros siglos de la reconquista, en algunas regiones de la Península Ibérica, se fueron extendiendo en aldeas, pueblos y villas formas de autogobierno, los Concejos abiertos, donde los vecinos reunidos en Asamblea tomaban decisiones en lo que se refiere a la forma de organización política, judicial, económica y demás de su núcleo de población. Este sistema político asambleario y comunal en cuanto a los recursos naturales, fue, lógicamente, imperfecto, pues coexistía con la existencia de la Monarquía. Y, con el paso del tiempo las prerrogativas del Rey, de la Corona, fueron ampliándose, marchitándose la vida del Concejo . 

Es decir que el tiempo lo que fue provocando fue una concentración del poder, en nombre de la eficacia, y una progresiva destrucción de los órganos de autogobierno popular. Es la modernidad, aquella que acabó con el absolutismo en nombre de los derechos humanos, la que prosigue esa forma de concentración de poder, desarrollando el aparato estatal e impulsando el capitalismo, liquidando definitivamente, o casi definitivamente lo que subsistía de las antiguas formas de vida semi-libres. 

Aparte del impulso a la creación de un potente aparato militar y policial, se apoyó el llamado sufragio censitario, o democracia representativa, donde inicialmente sólo un porcentaje mínimo de la población podía votar, para posteriormente irse ampliando. Pero, como vemos, acabó vinculándose democracia, o autogobierno del pueblo, a gobierno de una minoría. Por otra parte, la propiedad comunal, base de la democracia concejil en el terreno económico, fue comprada o expropiada por el Estado, para posteriormente ser privatizada. Esto, junto con la creación de industrias de guerra por el Estado para su política imperialista o de defensa exterior, supuso la expansión del sistema capitalista con el consiguiente impulso a la creación de instituciones bancarias y la monetarización de la vida de la población progresivamente, base del sistema financiero actual. 

Con todo esto lo que queremos expresar es que la situación político-económica del mundo actual es fruto de una lenta evolución que supone el crecimiento y triunfo de poderes verticales en todos los ámbitos de la vida, es decir la demolición de una democracia política entendida como federación de Consejos o Concejos desde vecinales hasta comarcales, nacionales o internacionales incluso, es decir de abajo a arriba, para crear un aparato estatal desde el cual una oligarquía crea las diversas leyes con las que pastorear a la población. Mientras, en el ámbito económico la privatización o estatización de la tierra y los recursos naturales, así como empresas e industrias, es decir la expansión y triunfo del trabajo asalariado, supone también liquidar con cualquier vida democrática en el terreno laboral o económico. 

Toda esta maquinaria opresiva, unida al gran poder de multinacionales, banca y demás, al crear una visión de la vida donde todo es dinero y donde todo debe esperarse de las alturas, nunca de los iguales, de las redes horizontales, junto con el control político-empresarial de los medios de comunicación y el enorme desarrollo de sistemas tecnológicos y educativos manipuladores de la conciencia ha alcanzado su punto culminante en nuestros tiempos. Pero tal sistema se está desmoronando en nuestros países, entre otras circunstancias por la artificiosidad y la dificultad de sostenerlo. Pero también porque otros países piden el paso. De ahí el empeño de las oligarquías político-económicas de hacer recaer el peso del derrumbe en el rebaño asalariado. 

Estamos asistiendo, cierto, a protestas de diferentes sectores sociales, desde la educación a la sanidad, entre otros más. Pero estas protestas de clases medias lógicamente asustadas por el empobrecimiento, parten de un error de base. Y es que sólo centran su atención en las consecuencias de la crisis, no en sus causas. No viendo, o queriendo ver su raíz profunda, anhelan volver a la sociedad granja o de consumo de antes de la caída. Pero es esa misma sociedad, esa cosmovisión de la vida en todos sus aspectos con la consiguiente jerarquización de toda actividad la que ha creado esta situación. Usando una metáfora nuestras protestas serían como la de perrillos falderos que, ante la disminución en la ración de alimento que le ofrecen sus amos, reaccionan gruñendo y ladrando, sin ver más allá. 

Si el objetivo de la sociedad, nuestro objetivo, se limita a intentar volver a épocas de consumismo con menos paro y más dinero para todos, estaremos derrotados por la clase dirigente. 

Tenemos que ser capaces de pensar alternativas, que no pasen por las vaguedades de los partidos, sindicatos y grupos izquierdistas o simplemente críticos superficiales de la situación,con su buena fe, que no negamos. Pretender meros cambios estéticos tales como nuevos procesos constituyentes para lograr nuevos y mejores amos, una República de la que se espera que nos salve de los males, la tasa Tobin, la reforma de la ley electoral, unas gotas de la moda decrecentista o un llamamiento a una economía sostenible que no se sabe bien en que consiste, son senderos que a nada conducen. 

Necesitamos ser capaces primero de pensar una verdadera alternativa, una alternativa autogestionaria. Una alternativa de este tipo pasa por ser capaz de reflexionar sobre como construir una sociedad autogestionada, una sociedad que se tome en serio la idea de acabar con el trabajo asalariado y la concentración de poder en todos los niveles para construir la democracia en su verdadero sentido. La de individuos y trabajadores que no buscan el lucro y la competencia , sino el bien común, la cooperación y la libertad frente al dirigismo y las formas de propiedad que dan dominio a unos frente a otros. Se necesitan reestablecer lazos horizontales de apoyo mutuo y, mientras el dinero sea necesario, defender alguna forma de finanzas éticas, o de moneda que no pueda acumularse o dar poder a unos sobre otros. Las grandes urbes deberán ir dejando paso a núcleos de población donde sea más factible el reencuentro con la libertad perdida, la libertad política del vecindario, del barrio. Un sistema socialista autogestionario deberá evitar todo mecanismo de adoctrinamiento o manipulación, favoreciendo la pluralidad y la libertad de conciencia. En tal sociedad, el tiempo de silencio para la reflexión será fundamental. También la alternativa autogestionaria tendrá que ser capaz de plantear una carta de derechos y deberes, una nueva y elevada moral. Sólo dando una gran importancia hacia los deberes, entendidos como deberes de servicio y ayuda a los iguales podrá surgir una nueva civilización pues los derechos sin deberes suponen ponerse en una postura de inferioridad, de aceptación de que se es un menor de edad que tiene que ser dominado por otros a cambio de ciertas migajas. Y como podemos observar, los derechos, igual que se otorgan son eliminados cuando ya no interesan. Y más allá de esto es imprescindible ir elaborando una estrategia a años vista, pues el esfuerzo de reconstrucción es de muchos años 

Somos conscientes de que hoy por hoy hay muy poco en nuestra realidad que pueda servir como núcleo de ese futuro. El 15- M, en sus comienzos, se acercaba a estos planteamientos, pero poco queda de él y lo que subsiste se está alejando de estas ideas. La Cooperativa Integral, nacida en Cataluña, y que en otras zonas de España se está copiando, es la forma de organización más afín, al plantear formas de organización económicas lo más independiente posible del Estado y el capitalismo. 

Del Concejo abierto medieval al anarcosindicalismo y el anarquismo en la Guerra Civil, las experiencias pasadas de autogobierno político y económico nos sirven de estudio, pero el presente tiene que seguir una nueva forma. Una forma no sectaria, que pueda integrar a la mayoría de la población- incluyendo gentes con sentimiento religioso-, que habite con ellos, no en ghettos ni se crea en posesión de la verdad. Que construya sus pequeñas o grandes alternativas en medio de esta sociedad, para que pueda ser observada y analizada en lo bueno y lo malo por todo el que quiera. 

Todo esto es muy complicado, pero si no somos capaces de estructurar algo parecido, es decir de construir lo que podríamos definir como una Plataforma autogestionaria que aglutine sindicatos libertarios, colectivos, redes y cooperativas autogestionadas, de finanzas alternativas, mercados sociales, e individuos sin adscripción que simpaticemos con el ideal socialista libertario o de autogestión, con un ideario sencillo pero claro y una praxis adecuada, es decir una Organización que una teoría y praxis nunca seremos nada. Esta es, pensamos, la única forma de que podamos reconstruirnos como fuerza social con presencia en algún momento, pues, como hemos dicho, el tiempo del mero anarquismo y anarcosindicalismo tipo CNT y FAI, pasó a la historia, aunque su aliento y el apoyo de lo que subsiste sea necesario. Dejar aunque sea un sustrato en el presente de real alternativa para que una hornada de nuevos seres más concienciados y creativos puedan usarla para expandirla, en el futuro, es esencial pues si no seremos más y más destruidos y más y más arrastrados allá donde los amos decidan. 

Alfredo Carreras Rodríguez


Fuente: Alfredo Carreras Rodríguez