Cuando se usa el lenguaje normalmente se hace con cierto relajo, ya que en la cotidianidad de la vida los seres humanos actuamos con cierto relajo. No es que seamos inconscientes de aquello que decimos, sino que en el fondo las palabras pretenden establecer relaciones interesantes con quienes nos rodean. Pedimos, agradecemos, ofrecemos, informamos, opinamos, preguntamos, comentamos, nos reímos, y sonreímos, nos quejamos y lamentamos…

Pero cuando un político habla utiliza palabras cargadas de intenciones y estas nunca son inocentes, ya que pretenden alcanzar un objetivo que siempre se dirige a la modificación de conductas ciudadanas. Bien porque se pretenda ganar simpatías, o porque hay que limar antipatías. Siempre pensando que los escuchantes deben asumir el discurso que se pronuncia.

Pero cuando un político habla utiliza palabras cargadas de intenciones y estas nunca son inocentes, ya que pretenden alcanzar un objetivo que siempre se dirige a la modificación de conductas ciudadanas. Bien porque se pretenda ganar simpatías, o porque hay que limar antipatías. Siempre pensando que los escuchantes deben asumir el discurso que se pronuncia.

En estos días se habla del Pacto del Euro y el común no acaba de comprender su nefasto alcance. La primera cuestión de la que debemos partir es que en esta desunida Unión Europea, los conceptos de nación y patria han caducado. Estas palabras cargadas de simbólica ideología fueron útiles para una burguesía que luchaba por arrebatar a las monarquías el poder. Siguieron siendo útiles mientras que los grupos más fuertes del capitalismo burgués consolidaban el dominio imperialista del mundo, y conseguían llevar a la humanidad a dos guerras mundiales explicitas y una tercera fría. Una vez desaparecido el antagónico bloque soviético, se enfrentan entre ellos para generar más beneficios. La sobre explotación de todos los hábitats y de todas las materias primas no era suficiente para saciar la enorme ambición de aquellos que juegan a tener el mayor poder posible a costa de lo que sea, sin limitaciones legales.

Las multinacionales, conformadas por los sistema financieros, crean estructuras supranacionales precisamente para imponer sus lógicas super explotadoras. Los Estados nacionales democráticos que deben asumir con cierto recato estos mensajes neoliberales comienzan a ser para sus planes un problema y por ello crean la Unión Europea. Precisamente en una región del planeta donde los nacionalismos, por esa burguesía alentados antaño son ahora un incordio en su afán de hacerse con más plusvalía. Y en esas están cuando aprueban el tratado de Lisboa que da el visto bueno a la privatización de todos los sectores públicos. En paralelo se planifica, hasta el detalle, la crisis financiera enmarcándola en otras crisis: alimentaria, energética, poblacional, medioambiental…Y es ahora cuando después de haber chupado los “superhabits” de los estados democráticos mediante inyecciones a los bancos, otra hora en bancarrota, se platea una nueva vuelta a este infernal exprimidor de energías humanas con el Nuevo Pacto del Euro. A grades rasgos esta nueva y perversa maniobra trata de:

a) Que los salarios evolucionen en función de la “productividad”, sin tener en consideración el incremento de la subida de precios

b) Que las reformas fiscales reduzcan los impuestos y las cargas sociales de los empleadores, mientras se aumentan el IVA y la reducción de prestaciones sociales a los empleados y empleadas.

c) Que las reformas de los sistemas de pensiones, privatizándolos, aumenten la diferencia entre la ciudadanía. Alargando la vida laboral y condenando al paro a más jóvenes.

d) Privatizar toda empresa o sector publico que pueda producir beneficio: Ferrocarril, Correos, Aena, Loterias…

e) Aumentar las aportaciones directas de los ciudadanos y ciudadanas a los servicios sociales, de salud y educativos. Se instaurará el copago.

Y todo ello debe hacerse obligatoriamente ya que los mercados y bancos, que son quienes controlan las economías nacionales de la Unión Europea, lo imponen. Hoy le toca a Grecia y ahí están todos los estados de la Unión desunida presionando para que acepte las condiciones económicas que hipotecará casi de por vida el futuro de los griegos. ¿Cuándo nos tocará a los españoles o italianos, o portugueses o irlandeses…? Quizás una salida sea centrarse en el terruño y decir con el poeta: “Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios mi libertad, mi ley la fuerza y el viento, mi única patria la mar”

Fdo Rafael Fenoy Rico Secretario de Jurídica de CGT