Cuando se habla de fascismo, surge en el imaginario personajes ataviados con la camisa caqui, o azul, botas de montar, cinturones militares, esvásticas o flechas y yugos… También los grupos neofascistas han generado una estética definida por gruesas botas, pantalones de camuflaje o negros, cadenas, cabezas rapadas…

Cuando se habla de fascismo, surge en el imaginario personajes ataviados con la camisa caqui, o azul, botas de montar, cinturones militares, esvásticas o flechas y yugos… También los grupos neofascistas han generado una estética definida por gruesas botas, pantalones de camuflaje o negros, cadenas, cabezas rapadas…

Las imágenes ayudan en ocasiones a identificar, mediante la forma, algo de los contenidos y permiten, a propios y a extraños, situarse ante el fenómeno. Es bastante más complejo identificar los comportamientos autoritarios que desarrollan personas que mantienen una estética totalmente alejada de los estereotipos fascistas, pero que no por ello se sitúan fuera de esa macabra órbita.

Después de muchos años de dictadura es muy probable que los comportamientos autoritarios se encuentren alojados en el inconsciente colectivo y que precisamente se reproduzcan, ya ayudan a conseguir determinados objetivos. No es extraño observar a personas cercanas que mantienen actitudes que rozan, cuando no entran de lleno en las liturgias fascistas.

Una organización libertaria, es decir antiautoritaria, debe estar alerta para analizar los comportamientos que se desarrollan en su seno, al objeto de comprobar que se encuentran libres de prácticas fascistas, que siempre son desarrolladas por personalidades autoritarias. La investigación socio-psicológica ha desarrollado instrumentos que permiten analizar las conductas e identificar el grado de autoritarismo que se encuentra en ellas. Precisamente fue después del ascenso del nazismo al poder cuando se inicia esta línea de investigación, que en 1950 ofrece sus primeras conclusiones con la publicación de “la personalidad autoritaria”1. Fue en 1940 cuando se inician las investigaciones sobre el antisemitismo, elaborando la escala AS, que demuestran que el antisemitismo es un elemento de un constructo más amplio y por ello se elaboró una nueva escala E. de Etnocentrismo, descubriendo, en la investigación subsiguiente para validar esta escala, que correlacionaban las actitudes Etnocéntricas con conductas conservadoras, por lo que desarrollaron una escala orientada a detectar el conservadurismo político–económico, CEP. La hipótesis del grupo de Adorno era que el Antisemitismo, Etnocentrismo y Conservadurismo podrían ser manifestaciones de una personalidad determinada que ellos denominaron : fascismo potencial o personalismos potencialmente antidemocráticos.

Esta personalidad es posible identificarla mediante nueve componentes de la escala F (FASCISMO POTENCIAL O AUTORITARISMO). Conviene ir tomando nota de ellos, ya que toda organización libertaria debe ser muy consciente de la existencia de estas personalidades fascista, primero para identificarlas y posteriormente evitar el influjo nocivo.

1.- Convencionalismo : Adhesión acrítica a valores tradicionales. (Algunos de ellos pueden encontrarse camuflados en la misma organización)

2.- Sumisión a la autoridad : Tendencia a someterse y aceptar incondicionalmente figuras de autoridad reconocidas. (Incluyendo las de personalidades vivas o fallecidas, cultos a las personalidad…)

3.- Agresividad autoritaria : Tendencia a rechazar, perseguir o castigar a trasgresores de valores tradicionales. (Convencionalismo).

4.- Anti-intercepción : Rechazo y desprecio hacia lo subjetivo, imaginativo, sentimientos. Se asocia a debilidad.

5.- Superstición y estereotipia : Creencia en determinantes místicos u ocultos. Tendencia a pensar en categorías estrictas. (Las organizaciones también desarrollan sus propios mitos)

6.- Poder y dureza : Comprende las relaciones en términos bipolares (dominación-sumisión, fortaleza-debilidad). (¡O conmigo o contra mí !, siempre hay una conjura, siempre otros pretende dar golpes de estado)

7.-Afán destructivo y cinismo : Hostilidad generalizada. Creencia en la naturaleza humana guerrera. (Si la organización no sigue el guión hay que destruirla)

8.- Proyectividad : Tendencia a reflejar sus propios impulsos (inaceptables) hacia fuera. Miedos, inseguridades, su propia violencia. (Piensa el ladrón que todos son de su condición).

9.- Sexo : Preocupación exagerada puritana, gran intolerancia hacia homosexualidad

La naturaleza humana, fruto de una construcción lenta y laboriosa, sujeta a determinadas experiencias muy significativas, se muestra como la resultante compleja de la interacción de muchas variables. Es necesario al menos comprender algunos de los mecanismos que permiten identificar la personalidad autoritaria que por su propia tendencia tiende al control de las organizaciones donde se encuentra. El más claro indicio de su posible existencia es la resistencia a perder el control de la parcela de “poder” que a fuerza de persistir logra, la personalidad fascista, conquistar en la organización. Para evitar la pérdida de poder utiliza cuanto está a su alcance llegando incluso a la mentira, al insulto, a la calumnia, en un afán de destruir la fuente, que a su juicio, podría producir el cambio de su status en la organización. Una personalidad autoritaria jamás se contenta con ser uno más en la asamblea. Su convicción de poseedor de la verdad, la única, les hace adoptar papeles de agentes intervinientes, con manifestaciones llenas de energía, que para sus seguidores (siempre los lideres autoritarios los tienen) son muestras de la mística verdadera.

En muchas organizaciones la mística que en su seno desarrollan estas personalidades fascistas, lleva a legitimar un dogma que siempre se pretende imponer al resto de la organización, justificado por la “historia”, la “tradición”, o la “verdad”. Para conseguirlo se recurre al engaño, a la calumnia, a la presión psicológica de los contrarios e incluso a su destrucción moral, social o física. Cuando alguien comience a hablarnos mal de otra de persona, consideremos esto como un primer síntoma de esa personalidad fascista2. En libertad podemos errar, en libertad podemos analizar críticamente los comportamientos propios o de otras personas, defender o rechazar ideas, propuestas… En libertad no podemos destruir a las personas, su fama o su imagen, porque si esto ocurre es un indicador fiable de que estaremos entonces adoptando un comportamiento fascista.

Fdo. Rafael Fenoy Rico