Siempre hay que sorprender al lector para captar su atención y aunque lo que se diga o predique sea muy, muy viejo, es preciso utilizar términos novedosos no relacionados tradicionalmente con este campo para atraer a la lectura. Una de estas relaciones extrañas la encontramos en la expresión: “una enseñanza líquida”. Se aplica un concepto ligado al campo de la física, como es el estado líquido, a un constructo humano de pensamiento como es la enseñanza. Esto se hace posiblemente para contraponer la cualidad de los líquidos, que se ajustan a los recipientes donde se encuentran, con la estructura de los centros educativos que por contraposición asumirían la cualidad de rígidos.

El argumentario es
conocido en el terreno educativo, desde que irrumpieron las nuevas tecnologías
de la información y comunicación, herederas de las audiovisuales. Hace más de
treinta años, ya era evidente que la “escuela” había sido desplazada por estos
medios de comunicación como única fuente de conocimiento y que lo que veía
venir era un mundo interconectado y el acceso de todos a todo el conocimiento
en cualquier momento de la vida. Vieja aspiración comeniana.

El argumentario es
conocido en el terreno educativo, desde que irrumpieron las nuevas tecnologías
de la información y comunicación, herederas de las audiovisuales. Hace más de
treinta años, ya era evidente que la “escuela” había sido desplazada por estos
medios de comunicación como única fuente de conocimiento y que lo que veía
venir era un mundo interconectado y el acceso de todos a todo el conocimiento
en cualquier momento de la vida. Vieja aspiración comeniana.

Hace más de un año en
Canadá se cuestiona un distrito educativo local, si la educación del SXXI
requiere necesariamente de un sistema educativo tal cual lo conocemos. Es
decir centros educativos, profesorado, alumnado que asiste obligatoriamente
durante horas, calendario escolar… Es de sabios cuestionar el presente, oteando
el futuro, porque de esta forma pueden prevenirse los efectos indeseables del
mañana por lo que hacemos en el hoy. Por ello es oportuno preguntarse: ¿Qué
sentido tiene en estos momentos la obligatoriedad de la escolarización en
horario y tiempo fijo? Los derechos a la educación de la infancia y la juventud
¿sólo se salvaguardan con la escolarización obligatoria? Si hacemos memoria de
cómo se construyó el sistema educativo que hoy conocemos, basado en la
escolarización, nos daremos cuenta de que en los inicios solo las instituciones
escolares tenían capacidad de difundir conocimiento y que al obligar a toda la
población infantil y juvenil a escolarizarse se conseguía que pudiera ser
“instruida” y educada.

Pero en estos momentos
hay múltiples fuentes de conocimiento y al alcance prácticamente de todas las
personas. Incluso el acceso a estos no es prioridad de las enseñanzas
escolares, ya que la institución escolar sigue recreándose ellas misma en su obligatoria
existencia. Tímidos intentos de abrir las “escuelas” a un mundo infinito de
saberes a través de la NTIC (nuevas tecnologías de la información y
comunicación) son la prueba de ello. Mientras tanto la infancia y juventud
pasa gran parte de sus vidas conectados a la navegación por la red. Y en ella
se encuentra de todo, en el sentido amplísimo de la palabra. La institución
escolar en momentos críticos como los que vivimos, con altísimas tasas de
desempleo y recortes de los gastos sociales en las administraciones públicas,
se presenta como cara e innecesaria al menos en parte. Ya que si las familias
por millones tienen tiempo libre, porque no tienen empleo, falta dinero público
para mantener docentes y edificios en número suficiente, ¿porqué mantener el
modelo de escolarización obligatoria? Sería más rentable dar “libertad” a las
familias para que escolarizaran a sus hijos y ofrecerles un modelo de enseñanza
alternativo ON LINE, para que desde el hogar pudieran educarse sus hijas e
hijos. Esta iniciativa política además contaría con el apoyo decidido de del
movimiento “Homeshooling”, o educar en casa, que desde hace varias décadas no
para de afianzarse exigiendo el derecho de la familia a la educación de su
descendencia, sin intermediarios.

Se juntan el hambre con
las ganas de comer y el nuevo modelo parece servido para entrar en el debate,
primer paso para que pueda en fecha no lejana tomar carta de naturaleza y
acaben vendiendo a la ciudadanía que es mucho mejor que el añejo, anticuado y
obsoleto de la escolarización obligatoria, que conlleva la presencia física de
alumnado y docentes en el mismo espacio y tiempo para educarse. No parece que
sea casual que en estos momentos piensen algunos canadienses en una Educación
Líquida, cuando las coordenadas económicas y sociales pintan un escenario
verdaderamente dantesco.

Fdo. Rafael Fenoy Rico
Secretario de Comunicación CGT Enseñanza