España es diferente porque los españoles somos indiferentes. Mientras en los restantes países sometidos a la brutal purga que los mercados decretan a sus dóciles gobiernos las gentes se echan a la calle para decir alto y claro “no a los recortes sociales” -caso de Grecia primero y luego y sucesivamente de Irlanda, Portugal y Reino Unido-, ...

… aquí no sólo mandan los de siempre sino que el propio
presidente del gobierno Rodríguez Zapatero busca hacerse la
foto-poster con los magnates que le dictan la hoja de ruta que más
conviene a sus negocios.

… aquí no sólo mandan los de siempre sino que el propio
presidente del gobierno Rodríguez Zapatero busca hacerse la
foto-poster con los magnates que le dictan la hoja de ruta que más
conviene a sus negocios.

Ya ocurrió
hace semanas con el famoso encuentro del Rey con el clan de los
poderosos que le entregó un memorándum para “regenerar España”.
Un conciliábulo de notables que dio lugar acto seguido a una ristra
de entrevistas de Moncloa con nuestros oligarcas. Hablamos de los
dueños de esas empresas que al mismo tiempo que destruyen empleo a
mansalva aumentan sus beneficios, quizás porque una cosa lleva a la
otra. O sea, tenemos un gobierno corporativo, que se expresa a través
de una bicefalia, la que forman Zapatero y Botín, franquicia y
franquiciado. Y eso sí que es friki y hasta locoide.

Claro que
con todo, sólo sería una nota de color, como el rojo tiburón de
los tirantes que luce el presidente del Banco Santander, si no
tuviera consecuencias dolorosas para los ciudadanos. La experiencia
nos indica que el ejecutivo está haciendo más caso a las peroratas,
vulgo mandatos, de la gran banca que a las justas demandas de los
ciudadanos. Es cierto, en descargo de la casta financiera, que esta
pinza ha sido bendecida en sus puntos cardinales por las cúpulas de
CCOO y UGT, los señores del novísimo sindicalismo vertical, por
cierto con intereses comunes en el terreno de los planes de pensiones
privados con algunos de los principales bancos.

Que la banca
es quien se lleva el gato al agua en esta presunta democracia es ya
un disco rayado. Lo que pasa es que ni siquiera nuestros políticos
guardan las formas ni les importa el qué dirán. Practican el dicho
“que hablen de nosotros aunque sea mal”. Las palabras de Emilio
Botín recomendando al presidente del gobierno que agote la
legislatura y no plantee el tema sucesorio hasta el 2012 son las de
un personaje proceloso. Por venir de quien viene. De un presunto
protector de malhechores. Botín ha dado su respaldo cerrado al
consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, tras haber sido
éste condenado a 3 meses de cárcel e inhabilitación por el
Tribunal Supremo por un delito de acusación falsa.

Y ahora,
como en una escena de
Los Soprano,
permanecemos a la espera de que el gobierno de los recortes sociales
a los trabajadores que sufren la crisis económica (provocada por las
finanzas especulativas) acceda al indulto solicitado para Sáenz por
el banco que gestionó un fondo basura de
Lehman
Brothers
a través de su filial de 5
estrellas Banif. Mientras, en el mundo real, el discapacitado físico
José Luis Burgos sigue su tenaz lucha contra el Santander, la
entidad presidida por Emilio Botín que pretende desahuciarle y
llevarse su casa como botín. La banca española ganó 14.000
millones de euros en 2010.

Rafael Cid