La reacción de cierta izquierda europea ante la muerte en una cárcel castrista de Orlando Zapata demuestra la persistencia de los mitos cavernarios como mecanismo de protección ideológica. Es ya una triste tradición que determinados sectores del comunismo residual hagan caso omiso de los crímenes cometidos por sus referentes políticos a manera de afirmación en sus alternativas.

La reacción de cierta izquierda europea ante la muerte en una cárcel castrista de Orlando Zapata demuestra la persistencia de los mitos cavernarios como mecanismo de protección ideológica. Es ya una triste tradición que determinados sectores del comunismo residual hagan caso omiso de los crímenes cometidos por sus referentes políticos a manera de afirmación en sus alternativas.

Con la infantil excusa de la conspiración imperialista esos movimientos estimulan un patético “ y tú más ” como desplante ante una realidad criticada de la que en el fondo no se diferencian más que en el formato. Desde la ciega fidelidad reclamada por los totalitarismos que persiguen un fin político a cualquier precio, los valedores del régimen cubano representan una variante de socialismo de cuartel predestinada a nuevas y más audaces atrocidades en la defensa numantina de su famélico statu quo.

La situación de primera necesidad en que se encuentra la mayor parte de la población de Cuba, excepción hecha de la nomenklatura dirigente, ha sido ninguneada con la excusa del bloqueo yanqui. Una realidad pervertida que no es óbice para que la isla sea un destino turístico y congresual de primer nivel. El espectáculo único en el mundo de los balseros que continuamente se echan al mar para salir del país jugándose la vida, es despachado con el recurso de baja estofa de calificarlos de enemigos de la revolución. La represión sobre la disidencia pacífica, las detenciones arbitrarias, los procesamientos telenovelados, los encarcelamientos, las torturas y las muertes sobrevenidas, son ofrendas inevitables para defenderse de los ataques de la CIA y Miami. Siempre la conspiración sionista-capitalista.

Y toda esta grosera propaganda del tres al cuarto es metabolizada sin percance visible para buena parte de sus acólitos en los países occidentales que, no obstante, aspiran a liderar una salida de izquierdas a la crisis actual. Los mismos que denuncian con toda justicia y razón el terrible comercio de la pateras con la inmigración clandestina, los que con idéntico merecimiento apoyaron la huelga de hambre realizada por la activista saharaui de los derechos humanos Aminatu Haidar, ahora y de continuo silencian los crímenes de Estado de los hermanos Castro, su régimen de miseria y oprobio, y la persecución de cualquier disidencia que cuestione la estabilidad de los pretorianos del sistema.

La historia del socialismo autoritario es un camino de servidumbre, voluntaria en una primera fase y forzada tras decantarse en sus propias contradicciones. La URSS, faro de la emancipación mundial, devino en un inmenso universo concentracionario sobre sus propios ciudadanos, tras haber sometido a cárcel, persecución, exterminio y procesos inquisitoriales a los cuadros de la revolución refractarios, para finalmente descubrir las virtudes del capitalismo salvaje. Otro tanto ha ocurrido con la versión purista y radical del comunismo maoísta, demostrando una cohabitación con el capitalismo de última generación que afirma un común adn liberticida y explotador entre ambos sistemas en el pasado rivales.

Bakunin, opositor de Marx en esa materia jesuítica de los fines que justifican medios, dejó dicho que socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad y libertad sin socialismo privilegio e injusticia. Orlando Zapata, muerto en las cárceles de la dictadura castrista, era un humilde albañil de raza negra que llevaba un mundo nuevo en su corazón. Un acopio de dignidad y osadía intolerable para un gobierno que recluta a sus ciudadanos en la disciplina de la obediencia debida y de la momificada revolución pendiente.

Rafael Cid