Si uno creyera en la fuerza evocadora de los eslóganes, ahora mismo diría que ZP ha recuperado aquel talante del que tanto blasonaba : el compromiso asumido desde el balcón de Ferraz ante unos seguidores que le pedían “no nos falles” tras derrotar a Aznar. Porque a primera vista Rodríguez Zapatero ha oído a la calle que viene reclamando “que la crisis la paguen los ricos”.
El impuestazo “a los que realmente tienen” parece ir en esa dirección. Una carga fiscal extraordinaria sobre patrimonios de más de un millón de euros para una crisis igualmente extraordinaria induce a esa convicción. Pero…
Vaya por delante que por primera vez desde que el gobierno está adoptando medidas para combatir el déficit y la deuda, tomaba una decisión que no perjudica al conjunto de los trabajadores, activos o pasivos. Como, por el contrario, ha ocurrido con la congelación de pensiones, la rebaja salarial de los funcionarios y el aumento del IVA, entre otras medidas de menor calado. Esta vez, los que tienen más, que no los que más tienen, iban a pasar por caja para contribuir al sostenimiento general. Además se introducía un elemento estratégico de cierto nivel : actuar sobre los ingresos y no sólo sobre los gastos, como venía siendo la doctrina oficial.
Pero hay algunos peros. El más notable es el que se refiere al sistema financiero. La gran banca (y las multinacionales en presencia) sigue siendo la niña bonita del ejecutivo. El sistema financiero permanece intocable. Puede que las medidas anunciadas afecten a ejecutivos y personal de alta dirección de esas áreas mercantiles, pero desde luego no están dirigidas sobre el núcleo duro del negocio bancario, su caja negra. Ni hay tasa sobre los beneficios (en misma lógica de “no tocar, peligro, alta tensión” con que se frustró la cumbre europea sobre el tema), ni se emprenden acciones para que parte de lo que han succionado durante la fase expansiva de la crisis retorne a la sociedad que ha aportado los recursos públicos para el rescate de “la mejor banca del mundo”.
En este sentido, nada nuevo bajo el sol. El gobierno de Zapatero mantiene la línea de apoyo y transferencia social a los bancos y cajas, como ha venido haciendo hasta hora des-regulando normativas que podían poner plomo en unos balances lastrados por el crac de las hipotecas y faltos de liquidez para afrontar sin agobios los vencimientos de los créditos tomados del mercado de capitales. Ya sabemos que el duopolio banca-Estado es un matrimonio de conveniencia : la banca funciona como prestamista de última instancia del Estado, quien a su vez actúa como su avalista, tras haber tomado ésta dinero barato del BCE para invertirlo en deuda pública a mayor interés. Un duopolio-tándem de usura pro nobis encadenado a la suerte que los caprichosos mercados deparen.
Este era un escenario de difícil digestión pero inevitable si no existiera otro pero, esta vez a la totalidad. Más allá de la demagogia de los hechos que el impuestazo supone, lo cierto y verdad es que la banca que está en el origen de la crisis y que, por el birlibirloque de la servidumbre de la clase política, es también su gran beneficiaria, no ha sido ni siquiera rozada por esas medidas de ajuste. El riesgo moral, no sólo sigue intacto sino que se fortalece a medida que pasan los días y la impunidad se entroniza. Aquella célebre frase que nuestra regeneracionista Concepción Arenal mandó labrar en la entrada de las cárceles, “Odia el delito y compadece al delincuente” es pólvora mojada. Ahora la divisa triunfante es “premia el delito y bendice al delincuente”.
Cerca de 5 millones de parados, excluidos Unos 3 de funcionarios (esos vagos excesivos, del refranero gubernamental), estigmatizados a la peronista manera. Otros 6 millones de pensionistas, congelados. El consumo, encarecido por el indiscriminado IVA. Y ahora los trabajadores de cuello blanco, profesionales, jefes y altos ejecutivos, como presunta garantía de una política pata negra de izquierdas. Pero nadie mete en vereda a las SICAVs, los paraísos fiscales (fecales), el fraude a la Hacienda, la economía sumergida, la corrupción urbi et orbi y el festín de la gran banca que no contenta con zamparse parte del mercado de las cajas, utilizando los recursos públicos del FROB (hasta 99.000 millones de euros), sigue retribuyendo a sus máximos gestores con “paracaídas de oro”, como los 85 millones de euros que le esperan al director general de Banesto Alfredo Sáez cuando se jubile.
Pero el prometido ajuste por la vía de los ingresos de “los que realmente tienen” (ZP dixt), anunciado como medida estrella del Consejo de Ministros del jueves 20 de mayo, quedó en agua de borrajas. Lo que haya pasado desde que en esa mañana todos los medios de comunicación lo anunciaran en sus previsiones hasta que fuera desplazado “a su momento oportuno” pertenece al secreto del sumario. Pero al menos sabemos que sobre las 14:00 horas una filtración a la cadena SER revolucionaba los mentideros al concretar la carga del impuesto en rentas millonarias, que acto seguido el Ibex 35 se desplomaba de nuevo, y que sólo cuando se supo que nada de eso iba a acordarse en la reunión del gabinete moderó su caída. ¿El parto de los montes o un hábil contraataque de la Brunete financiera que se opone al equilibrio fiscal desde la vertiente de los ingresos ?
Que la crisis la paguen los culpables.
Rafael Cid