Creadores no es un apartado de correos del Vaticano. Ni una nueva secta alucinógena. Ni siquiera un capítulo de la novela de Orwell 1984. Es el adn del ministerio de Cultura, el área de gobierno que lleva González Sinde, el santo y seña de esos emprendedores de lujo que mandan como dioses en la Casa de las Siete Chimeneas de Madrid. Porque los creadores con derechos de autor, propiedad intelectual (¿un oxímoron ?), o como quiera que se llame esa especie de derecho de pernada de los parranderos vips de la sociedad del conocimiento, tienen allí su cuartel general y en la SGAE su vomitorio.
Y si la sede del antiguo Circo Price aún no fija, limpia y da esplendor, como la RAE, desde que el PSOE descubrió la movida como agit-pro mejorado, se comporta como la Brunete mediática : imprime carácter y otorga credenciales de artista por su valor de cambio. ¡Inefables esos editoriales bípedos de El País y El Mundo, el viernes 4 de diciembre, contra los “piratas de la red” ; ellos los logreros de la golosina del infoentretenimiento !
Hay una argumentación enternecedora en su tonsura lúdico-intelectual. Deprisa, deprisa, el grupo mediático-cultural y de ocio que tiene alojado entre sus ejecutivos al ex ministro del “gratis total”, editorializa que “…hay un principio indiscutible : quienes invierten trabajo o arriesgan dinero en este sector tiene (sic) derecho a ver protegida su retribución”. La industria del ocio para quien la trabaja, afirma campanudamente el gran monopolizador de codificadores, siguiendo una doctrina abusiva del “creacionismo” que busca apoyo en el derecho comparado de otros países europeos, por tantas cosas distintos y distantes, y por tanto incomparables. Mientras la tierra sigue siendo para el que no la trabaja y el paro estructural para los desfasados, ellos son la sal del libre mercado.
Creadores o sólo endiosados, lo cierto es que tienen mando en plaza y autoridad delegada para meter en la cárcel a los manteros (¡en un país que aún no da dado con ningún banquero entre rejas por la devastadora crisis !) y ahora pretenden levantar un muro en internet para que la industria cultural y del entretenimiento siga haciendo caja. No se han dado cuenta que los tiempos están cambiando y que ya hasta las farmacéuticas están deslegitimadas para hacer impunemente negocio privatizando patentes de primera necesidad. Y no se han dado cuenta porque siguen aplicando la teoría de “desmotando a la monja-bulo”, que consiste en ignorar lo que desprecian. Y qué chungo también ver al reaccionario PP subirse al carro de los “piratas”, cuando hace sólo una semana estaba en la nao capitana votando junto a los socialistas en el parlamento europeo a favor del cerrojazo en internet.
Pero en el proceloso océano de la red la fauna más abundante son las dañinas pirañas. ¿Cuántas veces los directivos de los medios han intentado desacreditar al periodismo digital con la excusa de su escasa fiabilidad, reconociendo en él una seria competencia que desborda los estrechos límites de ese modelo de empresa informativa-publicitaria-especulativa que monopoliza los gate-keepers ? ¿Acaso son más fiables que el demo internauta unos medios que no sólo linchan moralmente a un ciudadano denunciándole como asesino y violador de su pequeña hijastra sino que además envenenan al público para ilustrar su crónica negra ? ¿Ha habido algún organismo que se haya atrevido de oficio siquiera a insinuar acciones penales para redimir esa infamia ? ¿Son creadores sólo los artistas multimillonarios que se reparten la tarta de la industria cultural y las subvenciones públicas y no los nóveles que utilizan el espacio sin dueño ni censura de la red para difundir su obra ? Será un cruce de cables, pero ahora me viene a la memoria la frase de Brecht “que es robar un banco comparado con fundarlo”.
Sí, es la sociedad del conocimiento en vuelo rasante y, como ocurrió con la okupación primitiva, quieren poner puertas a su campo de acción y esconder la llave en bajo el sumidero. Pero no será fácil. Como en las grandes transformaciones, está naciendo un nuevo sujeto histórico, un tercer estado, que no se dejará mansamente corromper por sus cantos de sirena ni amedrentar por sus somatenes. La transversalidad de la red, su ecumenismo, su condición de ágora sobrevenida, está al margen del negocio por el ocio. Es global y militante. No tiene fronteras ni banderas de conveniencia. También es un totum revolutum. Un desiderátum que ha permitido cimentar la última alternativa importante capaz de destronar al desorden establecido. Es un agitador sistémico que da la voz a los que no la tienen, llega donde nadie fue y democratiza las relaciones en la horizontalidad de sus mensajes. Los “piratas” de hoy son los “hackers” de ayer, los únicos niveladores que pueden acabar con la brecha digital y la sociedad dual en red que reclaman nuestros creacionistas con pedigrí y sus satélites. La sociedad civil del siglo XXI se incuba en el hormiguero de la red, y su sesgo definitivo dependerá de si se desarrolla libre o en cautividad, como la mayoría de los humanos hoy. El apagón analógico tiene fases de estricto control (Echelon, Sitel…) y otras de puro desfalco (creacionismo).
Y como siempre ocurre, una cosa es la escena en la política espectáculo y los medios replicantes y otra la realidad de calle. En el propio parlamento, el día de puertas abiertas para la lectura de la constitución, un estudiante con sentido cívico se permitió la licencia de hacer una exposición crítica de la carta Magna en el apartado referido a los sindicatos…y fue mandado callar. Si eso ocurre en la sede de la soberanía popular sin que salten todas las alarmas, qué podemos esperar para las webs, el último bien público social que aún no ha sido circuncidado con la estabulación privada. Recordemos una vez más a Luisa Michel :”es preciso que la verdad ascienda desde los tugurios porque desde arriba sólo caen mentiras”
Rafael Cid