En España el discurso xenófobo es el del macizo de la raza. Las campañas contra la emigración (la adjetiven de “salvaje” o de “civilizada” siempre suena a linchamiento) que la derecha, de tapadillo, y los ultras, con coros y danzas, propagan tienen en el “go home” su divisa.

En España el discurso xenófobo es el del macizo de la raza. Las campañas contra la emigración (la adjetiven de “salvaje” o de “civilizada” siempre suena a linchamiento) que la derecha, de tapadillo, y los ultras, con coros y danzas, propagan tienen en el “go home” su divisa.

Una percepción que ha ido calando entre la gente sencilla, siempre indefensa ante las intoxicaciones de las mass media y demás cantamañanas. Émulos de aquel “Santiago y cierra España”, tan cutre y fachoso, el frente patriótico desprecia a la emigración porque la ignora.

Pero la realidad es otra bien distinta. Ellos ponen los muertos. Emigrantes colombianos, son tres de los seis “soldados españoles” muertos en El Libano. Emigrantes eran los dos ecuatorianos fallecidos en el atentado de la T4 en Madrid. Emigrantes, en fin, son los lazarillos que asisten a nuestros ancianos, las empleadas de hogar que trabajan en nuestras casas, las chicas que cuidan a nuestros pequeños, y toda esa marea humana laboral, mal pagada y peor considerada, que ayuda a equilibrar la caja de la seguridad social…para que el gobierno se la juegue a la bolsa.

¿Dónde está pues la intolerable invasión ? No hay alianza de civilizaciones porque la ideología dominante, que hoy más que nunca es la de la clase dominante, impone la pegatina de la xenofobia. Un empanada mental que fermenta en cocos colonizados por un patriotismo cuartelero, cuando precisamente son estos emigrantes los que más patria hacen en tierra extraña. Siempre fue así, los outsiders hacen patria, aunque los del impasible el ademán no lo saben. Ya en 1571 un maqueto al revés, Esteban de Garibay, escribió la primera “Historia de todos los reinos de España”, y en el reciente 1976, el periférico Bosch Gimpera publicó su “España para todos” demostrando que el verdadero patriotismo integrador está en la solidaridad. Nuestro admirado Fermín Salvochea, otro raro, solía decir : “mi patria es el mundo, mi familia la humanidad, mi religión hacer el bien”.

Pero no hagamos cuentos. La realidad es campanuda. Toda la emigración es mercenaria, su gente está aquí por dinero, para ganarse la vida que en sus países de origen les niegan. Quizá no haya ya lucha de clases porque la conciencia está alienada, pero clases y desigualdad, haberlas haylas. Si no a la emigración la llamaríamos turismo o movilidad profesional. Las políticas de exclusión son exclusas que el poder maneja para dejar pasar a los que ponen los muertos y sufren los trabajos basura y cerrar el paso a las pateras que denuncian la letal injusticia del neoliberalismo del intercambio desigual y placebo. La opulencia de un veinte por ciento de la humanidad se cimenta sobre la penuria del ochenta por ciento restante.


Fuente: Rafael Cid