La didáctica de la dominación es poliédrica y polisémica. Tiene diferentes significados y distintas caras. Según sea el juego de intereses de los protagonistas. Normalmente los ricos y poderosos esgrimen sus posiciones pensando en la chequera y el corto plazo. Sin importarles incurrir en flagrantes contradicciones. El dinero todo lo aguanta y todo lo justifica. Y si los interesados carecen de argumentos propios, siempre pueden contratar los servicios de un “lobby” tentacular para la faena. El caso es que, reine quien reine, gane siempre la banca. Como está mandao.

La didáctica de la dominación es poliédrica y polisémica. Tiene diferentes significados y distintas caras. Según sea el juego de intereses de los protagonistas. Normalmente los ricos y poderosos esgrimen sus posiciones pensando en la chequera y el corto plazo. Sin importarles incurrir en flagrantes contradicciones. El dinero todo lo aguanta y todo lo justifica. Y si los interesados carecen de argumentos propios, siempre pueden contratar los servicios de un “lobby” tentacular para la faena. El caso es que, reine quien reine, gane siempre la banca. Como está mandao.

En este sentido es paradigmático el guirigay que se está armando en el gallinero celtibérico con la bolivianización de los hidrocarburos por Evo Morales. Medios de comunicación, políticos y patronal se han alzado contra la medida como si de la toma de La Bastilla por el dirigente aymará se tratara. Instan a Zapatero a que intervenga pronto y contundentemente -incluso pidiendo que cese la ayuda de cooperación al desarrollo-, en una finta que revela el poco respeto que les merece el gobierno legal de aquél país. Gobierno que en última instancia lo único que ha hecho es asumir el control de su riqueza estratégica, como anunció en su programa electoral. O sea, ese patriotismo de los pobres para esquivar el saqueo de algunas multinacionales preñadas con políticos corruptos, es poco menos que terrorismo económico, petroterrorismo.

Lo más curioso es que quienes adoptan esta belicosa y chulesca actitud contra el nacionalismo boliviano son los mismos, mutatis mutandis, que aquí han sacado pecho de patriotas de toda la vida, criminalizando la reforma de los estatutos de autonomía porque rompía la unidad de mercado (Cuevas dixit). En realidad lo que estos adelantados del parné y el beneficio exponencial se traen entre manos es un patriotismo full, a la carta. Una noción de patria que actúa como bandera de conveniencia o comodín, según el que lo use. Si es la élite se aprueba con bulimia, y si parte de la plebe se demoniza con alevosía. La chusma nunca tiene patria, y su nacionalismo es pura revancha de clase. La patria de verdad, como las buenas maneras, las leyes, Dios y la santa compaña, está con ellos. Por antonomasia. Por eso siempre dan “todo por la patria”, aunque la cara se la rompan a los otros.

A Evo lo están haciendo ya el jersey de pino. Lo quieren tumbar. Es un mal ejemplo. Fidel Castro está amortizado por su edad. Chávez es un molesto penco de impuro pasado golpista. Pero Evo Morales, pobre, indio y respetuoso con el álgebra democrático, es demasiado. De ahí que hacer de la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos un acto revolucionario pueda ser el camino para iniciar el asalto definitivo a esa forma de patriotismo subversivo que practica el trío. Sólo queda por ver, quién y por dónde brota la contraofensiva. Con Salvador Allende había una ITT estadounidense capaz de hacer el trabajo de minado. Ahora, en latinoamérica las únicas multinacionales de fuste son españolas.

Hay un patriotismo de élites que no entiende de nacionalismos de clase y un nacionalismo de clase que no sabe ni de élites ni de patriotas. George Bush, es un patriota que invade Irak porque tiene la segunda reserva mundial de crudo. Evo Morales es un peligroso bárbaro porque nacionaliza sus hidrocarburos sin consensuarlo con las multinacionales depredadoras. A lo del primero se llama política razonable basada en la libertad y la prosperidad. La del segundo, un anacronismo y un atropello de lesa humanidad. Como la obra de Pirandello : así es si así parece en esta democracia de percepción que nos embarga.


Fuente: Rafael Cid