Había que poner de rodillas a Mariano Rajoy y a la tigresa Esperanza Aguirre. Y así fue. Aunque no sin fatigas. Rajoy tenía a su favor unas encuestas que aseguraban varios puntos de ventaja al PP sobre el PSOE en caso de elecciones. También la vergonzosa complicidad de unos jueces en Valencia que exoneraron al barón Camps en la derivada fallera del caso Gürtel.

Había que poner de rodillas a Mariano Rajoy y a la tigresa Esperanza Aguirre. Y así fue. Aunque no sin fatigas. Rajoy tenía a su favor unas encuestas que aseguraban varios puntos de ventaja al PP sobre el PSOE en caso de elecciones. También la vergonzosa complicidad de unos jueces en Valencia que exoneraron al barón Camps en la derivada fallera del caso Gürtel.

Pero la eficaz traca del Grupo Prisa, ahondando en la madre de todas las corrupciones, que cabalgaba del tesorero de Génova, Luis Bárcenas, al espionaje de “esperanzistas” contra “gallardonistas” en Madrid, y amenazaba con abrir otro frente en Castilla y León a través de la caja B de la empresa Tecomsa, ha hecho tirar la toalla a la plana mayor del Partido Popular para no devenir fiambre.

La Cosa Nostra no lo hubiera hecho mejor, porque el resultado de tan vasta y variopinta batalla ha sido que doña Esperanza y don Mariano cedan al fin en su pretensión de colocar en la cúpula de Cajamadrid, la segunda entidad por volumen de depósitos, a uno de los suyos. De esta forma, Rodrigo Rato, ex vicepresidente económico con Aznar y ex director fallido del Fondo Monetario Internacional (FMI) por gracia de Bush al tercer hombre de la cumbre de las Azores, será el encumbrado a la entidad del oso y el madroño. Un triunfo de su patrón el Banco Santander, de La Caixa y de Felipe González, con quien Rato compartió rechifla en un reciente simposio sobre América Latina, organizado por Repsol YPF, cuando ambos coincidieron que entre las muchas habilidades del líder nacional del PP estaba la de “sorber y soplar a la vez”.

El “fuego amigo”, disparando por elevación, ha permitido el más difícil todavía de introducir una caballo de Troya en la financiera que avala parte de los créditos de Prisa, mientras el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz-Gallardón, íntimo de aquella casa, pasaba a la clandestinidad tras el batacazo de los Juegos Olímpicos, no sin antes firmar un fajo de subidas de impuestos de marcado talante confiscatorio. Rato, antiguo miembro del consejo del holding industrial de La Caixa, Criteria, grupo que nada más salir a bolsa compró por 1.500 millones de uros el 20% de Inbursa, una sociedad de cartera del multimillonario mexicano Slim, el protector de González que posee el 10% del periódico New York Times, decidirá en exclusiva los destinos de Cajamadrid. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Salvo reacción contraria de última hora de Rodríguez Zapatero, quien al parecer tenía apalabrado con Rajoy para ese puesto a Luis de Grandes, antiguo secretario de Economía con el PP y, qué guasa, delegado en España de la delictiva Lehman Brothers, aparte de comentarista suplente de economía en CNN+.

Así que la sombría telaraña de Gürtel dibuja una posible entente La Caixa- Cajamadrid, Rato-González, que sólo podría descarrilar por las presiones del presidente de la Generalitat José Montilla sobre la entidad catalana. Aunque la oportuna “Operación Pretoria”, desplegada en tiempo real por el juez Baltasar Garzón, ha colocado a significados capitanes del PSC, en muchos casos posibles delfines de Zapatero en la carrera sucesoria, como Manuela de Madre y Carme Chacón, en la misma incómoda y pedigüeña situación por la que atraviesan Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre con sus duelos y quebrantos.

Ya en el 1999, cuando no se detectaban todavía problemas de morosidad, el presidente de Cajamadrid, Miguel Blesa, intentó una fusión con La Caixa, entonces dirigida por Josep Vilarasau, que podría dar lugar a la primera caja de Europa y la tercera institución financiera de España por recursos. Aquella pretensión quedó en espasmo porque los intrincados y contradictorios salvoconductos políticos que se necesitaban para coronar la operación lo hacían impracticable. No obstante, Blesa no cejó en la idea. En mayo de 2009 buscó sin éxito repetir esa fuga hacia adelante con Caixa Galicia y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM).

Pero, sin duda, el negocio redondo consiste en integrar Cajamadrid, 20% del mercado, con La Caixa, 30% del mercado, y conseguir así alcanzar las dimensiones que hace tiempo han logrado los bancos con sus fusiones acordeón. Recientemente un directivo del sector señalaba la asimetría del sistema financiero, con 2 megabancos (BSCH y BBVA) monopolizando el 40% del mercado y 50 cajas repartiéndose el 50%. De ahí la solidez de un ayuntamiento La Caixa y Cajamadrid, líderes en su segmento de negocio, que encima arrastran una problemática semejante. Como demuestra el hecho de que solas ambas dos han tomado el 46% de las subastas del Fondo de Adquisición de Activos Financieros puesto a disposición del sistema por el gobierno.

Todo indica, pues, que condenados a entenderse y firmada la pipa de la paz entre las tribus político-económicas en liza, desencriptada la caja negra y desamortizada la cosa nostra, se abrirá un radiante porvenir para el parquet. Incluso asuntos como la entrada de savia nueva en Digital Plus, tanto tiempo en el alero, pueden estar a punto de caramelo, según acaba de manifestar el presidente de Telefónica, Cesar Alierta. Telefónica puede si quiere. Tiene el 5% de La Caixa y el 3% de Cajamadrid, y La Caixa, por su parte, es el segundo accionista mayoritario de Repsol con el 12,5%, la empresa anfitriona del simpático encuentro Rato-González.

A veces, lo que nos pasa, como decía Ortega, es que no sabemos lo que nos pasa. Aunque Gasset añadiría : y para eso nos sirve la sociedad del conocimiento.

Rafael Cid