Hace ahora 75 años, el 19 de julio de 1936, el pueblo español en armas derrotó al primer fascismo, impidiendo que el golpe de Estado de los militares acaudillados por Franco se consumara y con ello que España se convirtiera junto con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler en una pieza más del macabro proyecto de exterminio ideológico que perpetró el Holocausto.
Fue en Barcelona y fueron simples trabajadores y ciudadanos, con la
ayuda de algunos militares y guardias civiles leales a la república, cuando se
estranguló de raíz la sublevación, dando comienzo a una guerra y a una
revolución que galvanizó al mundo democrático por el coraje, la dignidad y el
heroísmo de un pueblo que, por primera vez en la historia, vencía a un ejército
moderno ayudado por tierra, mar y aire por las potencias nazifascistas.
Fue en Barcelona y fueron simples trabajadores y ciudadanos, con la
ayuda de algunos militares y guardias civiles leales a la república, cuando se
estranguló de raíz la sublevación, dando comienzo a una guerra y a una
revolución que galvanizó al mundo democrático por el coraje, la dignidad y el
heroísmo de un pueblo que, por primera vez en la historia, vencía a un ejército
moderno ayudado por tierra, mar y aire por las potencias nazifascistas.
¿Cómo fue posible esa hazaña propia de las tragedias griegas? ¿Cómo una
sociedad en alpargatas, sin más pertrechos que sus ansias de libertad, pudo autogestionarse
para frenar en seco a unos militares curtidos en la lucha colonial y en la
represión de los movimientos sociales? La respuesta clave, frente a las miles
de respuestas contingentes, es una: porque luchaban por defender lo suyo, sin líderes
ni personajes providenciales que capitalizaran su legítimo afán revolucionario
antisistema, como el 15-M de hoy, para construir un mundo mejor.
Pero todo ese legado se arruinó en la transición. Un pacto entre
notables de izquierda y derecha hecho a espaldas del pueblo, cuyas
consecuencias estamos padeciendo en estos momentos de crisis caníbal, cuando es
el “fuego amigo” de la izquierda oficial el que ha conducido al paro y a la
desdicha a la parte más vulnerable de la población. Por eso, que no vengan con
monsergas sobre lo mala que es la derecha aprovechando la rememoración sesgada
y equidistante del golpe militar.
Que la derecha española es lo más facha que parió madre ya lo sabemos.
Faltaría más. Y lo sabemos porque esa es la derecha que abrazó nuestra
impostada izquierda, formada por las cúpulas del PSOE y el PCE, con el famoso
consenso que se tradujo en la continuidad del posfranquismo con el Rey y toda
su patulea a la cabeza. Un negocio entre notables aquella transición-transacción
que dura hasta la fecha y que consagró a nuestra cavernícola derecha, esa misma
que ahora sus muñidores de la izquierda denuncian para captar votos entre
desmemoriados como si fueran ajenos a su rehabilitación, y que impidió en su día
el establecimiento en España de una derecha civilizada, a la europea, como se
demostró en el fracaso electoral de la democracia cristiana, que tuvo que
buscar su nicho en las filas del PSOE.
Por eso, ¡fuera caretas!, si la derecha gana las elecciones generales y
llega al poder es porque la izquierda en el gobierno la ha traído en volandas
con su miserable y canalla política antisocial. La misma izquierda trampa que
jura y promete su cargo delante de una biblia y un crucifijo. La misma que se
ha negado a abolir las sentencias del franquismo. La misma que bendice la
incalificable excepción de que sea España el único país de la Unión Europea
donde los partidos fascistas que provocaron la criminal Cruzada sean de curso
legal.
Aquel 19 de julio demostró que si se podía con el ejército, que el
pueblo unido, sin líderes ni logreros, puede cambiar el sistema. Y este 15-M
persiste en la misma digna convicción, querer es poder y se empieza diciendo “no”.
Porque las gentes que protagonizaron el 19-J del 36 y los ciudadanos activos
que han hecho posible el 15-M del 2011 llevan un mundo nuevo en sus corazones.
¡No nos representan!
¡Lo llaman democracia y no lo es!
Rafael Cid