López con Basagoiti, Blanco con Aguirre, el ministro de Trabajo contra el gobernador del Banco de España y Zapatero bendiciéndolo todo desde el altar mayor, ¿a quién creer ? ¿Al PSOE “malo” que pacta con los chicos del PP para reconquistar Euskadi y aprueba los latrocinios urbanísticos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o al PSOE “bueno” que defiende la integridad del sistema de pensiones frente a las revisiones neoliberales de Miguel Ángel Fernández Ordoñez ? Una estrategia especulativa, hecha de parches, intereses inconfesables, cortoplacismo y miedo al abismo está convirtiendo al gobierno en un espectro político. Las verdaderas intenciones, dentro, por el calor ; en el escaparate, sólo clones.
López con Basagoiti, Blanco con Aguirre, el ministro de Trabajo contra el gobernador del Banco de España y Zapatero bendiciéndolo todo desde el altar mayor, ¿a quién creer ? ¿Al PSOE “malo” que pacta con los chicos del PP para reconquistar Euskadi y aprueba los latrocinios urbanísticos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o al PSOE “bueno” que defiende la integridad del sistema de pensiones frente a las revisiones neoliberales de Miguel Ángel Fernández Ordoñez ? Una estrategia especulativa, hecha de parches, intereses inconfesables, cortoplacismo y miedo al abismo está convirtiendo al gobierno en un espectro político.
En el 2004, con una economía boyante, el Partido Popular naufragó sin remisión porque creyó que tenía ganada a la opinión pública. Pero bastó que agentes sociales y algunos medios influyentes agitaran la criminal guerra de Irak para que el hechizo saltara en mil pedazos. La “España va bien” de Aznar y su pertinaz cuadrilla fue incapaz de resistir en las urnas el vendaval opositor generado en la calle contra la política genocida del “trío de las Azores”.
Ahora, cinco años más tarde, es el propio Zapatero quien se enfrenta con una papeleta similar, tras una primera legislatura de guiños a la izquierda mediática que le aupó al poder. ¿Ser o no ser ? En medio de una crisis económica que no se la ve final, la cuestión para el gobierno del PSOE es crucial : ¿seguir con la mal llamada política de Estado y de líneas rojas, lo que implica pactos contradictorios puntales con el PP de Rajoy, para lograr salvar las votaciones en el Parlamento, o engatusar de nuevo a la izquierda para evitar una debacle electoral a manos del partido de “los descamisados”, como le sucedió a su predecesor en La Moncloa ?
Y así, tras algunos titubeos y pendoneos patrióticos, tal que el Pacto de investidura con el PP en Euskadi configurando un anti-Lizarra centralista, todo parece indicar que se va optar por reeditar el esquema populista de antaño. Torres Mora, el ideólogo de cabecera de Zapatero, surge de nuevo como el director de orquesta preferido para capear el temporal. Esta vez, levantando la divisa de la “igualdad” en donde en el 2004 se vendió republicanismo y pacifismo de boutique. Todo porque los últimos sondeos sobre intención de voto arrojan una victoria desahogada para el Partido Popular.
El proyecto de ley sobre libertad religiosa y de ampliación del aborto, referentes indudables de profundización en el terreno igualitario, se vendrían a sumar a mayores a ese ministerio de Igualdad flambeado, cuyas atribuciones hasta la fecha están constreñidas a la discriminación de género. No cabe duda que el concepto de igualdad sigue siendo una reivindicación con prestigio entre la izquierda, pero la igualdad transformadora es la entendida como justicia política, a la manera postulada por William Godwin, y no como ese atrezzo salvapantallas de la discriminación positiva. Porque esta última es tactismo de quita y pon, y no prescribe la institucionalización de una auténtica cultura de democracia social.
De hecho ese formato pret a porter es el que ha seguido el PSOE desde que desbancó al PP para intentar mantener un cierto grado de adhesión ciudadana sin comprometer su perfil de partido de orden y, por tanto, de gobierno. No resultan creíbles leyes como las previstas mientras desde los poderes del Estado se las refuta con actitudes como, por ejemplo, la jura o la promesa por parte de los ministros delante de una biblia y un crucifijo, en colusión con el artículo 16.3 de la Constitución. Aunque ¡vaya usted a saber !, también existen normas sobre igualdad de género y es precisamente la Carta Magna la que proclama lo contrario al primar al varón sobre la mujer en el orden sucesorio de la Corona. Claro, que el propio texto fundamental es una obra machista, ya que entre los “padres de la constitución” no había una sola “madre”.
La zancada progresista que publicita ahora ZP para zanganear la crisis necesita contar con los grandes medios de comunicación para que nos se revuelvan contra el gobierno, como le ocurrió a Aznar con el sudario de Irak, y con el mundo de cine, la movida y el famoseo progre. Es ese contexto hay que valorar el cambio en el ministerio de Cultura, poniendo a su frente a la cineasta González Sinde, y las medidas “desreguladoras” del sector audiovisual, permitiendo fusiones entre cadenas de televisión con una mano y con la otra cerrando al grifo de la publicidad a TVE para solaz de las emisoras privadas. Lo que no deja de ser, en su modalidad, una nueva fase de la “operación rescate” del capital : se transfieren recursos de lo público a lo privado. Otra provechosa “desregulación” hecha por el Estado en nuestro nombre y por nuestro propio bien.
Mientras, en el mundo real, los trabajadores de Telemadrid, siguen con sus razonadas, justas y ejemplares protestas y huelgas en defensa de la libertad de expresión ante la ceguera general. Sólos ante la mugre, pero con la cabeza alta. ¡¡ Allons enfants !!
Fuente: Rafael Cid