Es curioso, y posiblemente revelador de la pasta con que está hecha nuestra democracia de karaoke, pero en las dos grandes crisis económicas registradas en España, la salida de urgencia arbitrada por las autoridades para capear el temporal ha consistido en buscar el apoyo de dictaduras tan ricas como oprobiosas. Durante la crisis el petróleo de los años setenta del siglo XX, el rescate vino de la mano de los petrodólares de los medievales emiratos árabes, a través del famoso grupo KIO (Kuwait Investment Office), y en la ...
Es curioso, y posiblemente revelador de la pasta con que está hecha nuestra democracia de karaoke, pero en las dos grandes crisis económicas registradas en España, la salida de urgencia arbitrada por las autoridades para capear el temporal ha consistido en buscar el apoyo de dictaduras tan ricas como oprobiosas. Durante la crisis el petróleo de los años setenta del siglo XX, el rescate vino de la mano de los petrodólares de los medievales emiratos árabes, a través del famoso grupo KIO (Kuwait Investment Office), y en la …
Es curioso, y posiblemente revelador de la pasta con que está hecha nuestra democracia de karaoke, pero en las dos grandes crisis económicas registradas en España, la salida de urgencia arbitrada por las autoridades para capear el temporal ha consistido en buscar el apoyo de dictaduras tan ricas como oprobiosas. Durante la crisis el petróleo de los años setenta del siglo XX, el rescate vino de la mano de los petrodólares de los medievales emiratos árabes, a través del famoso grupo KIO (Kuwait Investment Office), y en la actual del XXI se ha puesto la pista de aterrizaje para que sea el régimen totalitario chino quien saque las castañas del fuego a nuestra maltrecha, cleptómana y desacreditada oligarquía. A caballo regalado no le mires el diente.
Todo ello con las lógicas consecuencias (daños colaterales) que toda operación hecha bajo la divisa coste-beneficio conlleva cuando se busca remendar sobre la marcha las cuentas públicas para taponar una potencial agitación social que se lleve por delante el modelo de dominación-explotación existente y con él a sus máximos responsables. La historia se pisa los talones. El “plan Marshall” de los kuwaitíes derivó en una fenomenal estructura de sobornos institucionales que colonizó todo el sistema con las servidumbres correspondientes para el Estado de derecho, concluyendo en un enorme fiasco cuando colapsó la compra de voluntades en todos los ámbitos de la Administración.
Visto en perspectiva, cabría decir que el boom inmobiliario, con la derivada de destrucción del litoral mediterráneo, y la instalación en esa zona de importantes organizaciones criminales, se incubó en aquella etapa. Aquellos vientos trajeron estos lodos. Porque cuando se apagaron los últimos destellos de la propaganda oficial y apareció la terca realidad tanto tiempo ocultada bajo de la alfombra, el país se encontró con el mayor índice de paro e inflación de la historia, y a buena parte de la clase política incursa en procesos judiciales por corrupción, malversación de recursos públicos (caso Fondos Reservados), terrorismo de Estado (caso Gal) y financiación ilegal de partidos (Filesa, Malesa, Time-Export). Era el legado de la pinza entre el felipismo (que ahora vuelve a querer darnos lecciones) y la plutocracia de los jeques. Una España eufórica y mendaz que el entonces ministro de Economía y Hacienda Carlos Solchaga definió como el país del mundo en que era más fácil hacer dinero.
Ahora, cuando esa misma estirpe sátrapa que apadrinó a KIO se ve de nuevo con el agua al cuello por sus manejos mafiosos y especulativos, la boya del salvamento va a pasar a manos de la superpotencia china. El socio de última instancia hoy es un coloso financiero y un pigmeo democrático, que parece decidido a recompensar el silencio del gobierno español ante los continuos atropellos del mandarinato a los derechos humanos comprando deuda y firmando acuerdos con algunas de las empresas españolas con más proyección internacional. Y, como ocurrió con el festín de los petrodólares, la operación está dirigida por la vieja guardia del partido socialista, a cuyo frente se encuentra el ex ministro Pedro Solbes, presidente el Foro España-China, y el ex secretario general de la OTAN Javier Solana, quien acabar de perpetrar una hagiografía sobre la marca-país China en El País a modo de reclamo. Elogios y ditirambos sin la más mínima referencia al lado oscuro del Estado-ballena que ostenta el liderazgo mundial en ejecuciones de la pena capital, represión de grupos religiosos (como la población musulmana uigur de Xinjiang) y nacionalidades (la Audiencia Nacional, para confort de cierta izquierda oriunda, rechazó investigar las matanzas del Tíbet), campos de reeducación por el trabajo para disidentes y censura de internet.
Ya lo sentenció el padre de la nueva china, Deng Xiaoping, “gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones”. A partir de ahí, todo es posible. El Partido Comunista Chino (PCCH) al frente de la mayor revolución capitalista de la historia y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) utilizando la crisis para imponer la más grave contrarreforma social y laboral habida en España. No se trata del ocaso de las ideologías, sino del abandono de la democracia. Por eso las izquierdas en el poder usan los valores de la derecha para mantenerse y las derechas, cuando llega la hora de recambio, no dudan en fichar a miembros de la oposición para sus gobiernos (caso Francia con Sarkozy y Catalunya con Mas). Cuando el pueblo sale de la escena política y entran las masas, el poder se hace autorreferencial. De hecho la modernidad capitalista en China y España llegó mediante el mismo modelo tautológico de transición. Gato blanco, gato negro…
Rafael Cid