Al final Bono se ha caído (y nadie sabe cómo ha sido) del escalafón. Pero hasta la víspera, desde que el alcalde republicano de Madrid, Pedro Rico, rindiera simbólicamente la ciudad a la quinta columna fascifranquista en 1939, no se había visto pirueta política semejante. Que la derecha se vista de tolerancia y buen rollito para captar votos de la otra orilla, era algo a lo que estábamos acostumbrados, Ruíz Gallardón mediante. Pero que la izquierda, oficial y de canapé incluso, se tiña de derechona con el fin de rebañar voluntades en su flanco más reaccionario, es algo inédito en los anales de la realpolitik. Porque eso es lo que significaba el nombramiento de José Bono, el hijo -y a mucha honra- del jefe local del Movimiento de Salobre : un brindis al adversario.
O sea, que cuando se levantara el telón electoral los madrileños iban a tener dos Bonos por el precio de uno. Alberto Ruíz Gallardón y José Bono, auténtico tándem de la bencina, clonados por un mismo principio político-ideológico : la ambición por el poder caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Al actual alcalde de Madrid el transformismo le ha llevado de ser un imberbe fiscal que secuestraba revistas, como la legendaria Cambio l6 a principio de la transición, a pasar por un auténtico liberal, mal que tuneladoras y zanjas le denuncien como el faraón de la obras públicas para negocios privados. Bono, por su parte, ha tenido otro recorrido equinoccial : ha mudado de abogado de Grapos en la escudería de Tierno Galván (esa “víbora con cataratas”, que dijo el filólogo Alfonso Guerra) a superpatriota por la gracias de Dios.
Pero si lo de Gallardón (otro joven Maura) tiene pase por venir de casta, lo de Bono es impresentable por proceder de un partido que aún se llama “socialista” y “obrero”. Aunque, cautivo del mal de altura propio de cuantos han escalado cimas desde simas en caída libre (como los Paco Vázquez, los Rodríguez Ybarra y tutti quanti), tome el rábano por las hojas y se ponga lo “español” de sus siglas por montera. Sin bromas. Bono irrumpía como cabeza de lista del PSOE en una ciudad que se echó a la calle y lideró la resistencia cívica contra la política reaccionaria del PP de Aznar, provocando con sus movilizaciones el impulso definitivo que proporcionó la victoria a Rodríguez Zapatero. Sublime contradicción que haría de nuevo, en las elecciones del 2007, de la villa y corte la meca del abstencionismo nacional.
Aunque en el cálculo político de Moncloa eso no parece contar mucho. Las encuestas porfían y sus hados prevén que la cantera donde el PSOE puede morder votos está a su derecha. Los antiglobalización, los jóvenes con futuro condicional, los emigrantes, los parados, los homosexuales y lesbianas y otros tantos colectivos marginados por los bien pensantes del hemisferio político dominante no suelen votar…más que cuando las cosas se ponen feas. Y no es el caso. Ahora no hay que correr riesgos innecesarios. Con lo de ETA, si el 11-M no se tuerce, Zapatero va sobrado. Vayamos, pues, todos juntos y el PSOE el primero por la senda de la involución. ¡Vivan las caenas !
Pero se equivoca adrede (“mientes Marcelino y tú lo sabes”) el mago Zapatero. Lo de Bono no es simplemente una “pasada”, es un error político seminal. Porque José Bono no sólo ha faltado a su palabra de que se iba definitivamente de la política cuando abandonó sorpresiva e irresponsablemente el ministerio de Defensa en pleno proceso de negociación con ETA (fuga de la que debe una explicación, como de su salida del Consejo de Estado de volver a la política). Representa mucho y malo más. Es como una de esas muñecas rusas que a medida que se abren dan paso a otra gemela perode enana jaez. El medallero del campechano Bono (¿irían también Raphael y las folklóricas al mitin inaugural como cuando entró en Defensa ?) tiene más garbanzeros episodios nacionales que los que han podido haber atesorar a lo largo de su pías y dilatadas vidas sus íntimos monseñor Rouco Varela y Antonio Cañizares. Por ejemplo.
Bono ministro de Defensa fue quien nombró para un alto cargo en el Ejército a uno de los implicados en el 23-F, no se enteró de los vuelos secretos de la CIA sobre territorio español con personas raptadas y torturadas, mantuvo la estatua de Franco en la Academia de Zaragoza e hizo desfilar juntos a miembros de la resistencia antinazi con voluntarios de la División Azul pronazi. Bono presidente de la Comunidad de Castilla La Mancha permitió la megaurbanización de su amigo Francisco Hernando, El Pocero, en Seseña (el constructor que le hizo su cuadra de caballos), toleró un proyecto de construcción sobre los restos de la vieja ciudad visigótica en Toledo y proclamó sus credenciales conservadoras negando raíz ética al matrimonio entre parejas de mismo sexo y la reforma del aborto, mientras frente al problema vasco sostenía con idéntico descaro que los etarras presos deberían “suicidarse” como la banda Baader-Meinhof en las cárceles alemanas. Como dice el título de la autobiografía de este Cid Campeador del autombo y las tertulias, “Bono se presenta”…por sí sólo, no necesita manual de autoayuda.
Otra cosa sería lo que quedaría del (d)efecto Bono cuando su par Alberto Ruíz Gallardón le pasara por la izquierda y su marcada campaña “carca” hiciera imposible un gobierno de izquierdas con IU en Madrid. Precisamente en la plaza fuerte que sufrió un golpe de Estado con el tránsfuga Tamayo (al final Bono cumpliría las expectativas de los conspiradores) para que el poder no cambiara de manos ni de proveedores. Entonces y sólo entonces convendría recordar que los Bonos existen porque otros los imponen. Y también que hubo una vez un partido socialista que incluyó en su programa el compromiso de “primarias” como contrato con la ciudadanía. La batalla de Madrid : Bono interruptus y cuéntame como pasó. Pregunta :¿llegará al fin el populista José Bono a postularse como el líder natural que necesita el Partido Popular ?
Fuente: Rafael Cid