Una decena de familiares de víctimas del franquismo en Valencia presenta una denuncia en el consulado argentino de Madrid para sumarse a la querella abierta en Buenos Aires
Con el objetivo de apoyar la querella contra el franquismo abierta en Argentina y denunciar los crímenes cometidos contra sus familiares, un grupo de hijos, nietos y bisnietos entregó el pasado viernes en el consulado argentino de Madrid pruebas de desapariciones forzadas cometidas en la posguerra.
Con el objetivo de apoyar la querella contra el franquismo abierta en Argentina y denunciar los crímenes cometidos contra sus familiares, un grupo de hijos, nietos y bisnietos entregó el pasado viernes en el consulado argentino de Madrid pruebas de desapariciones forzadas cometidas en la posguerra.
Es el caso de los nietos y bisnieto de Eduardo Pérez Palomares, periodista del periódico Levante y teniente de alcalde en Tavernes de Valldigna (Valencia) por la Federación Anarquista Ibérica. Para documentar la denuncia, la familia de Pérez Palomares ha remitido a la jueza argentina María Servini, entre otros, sus dos ingresos en prisión -en Sueca y Valencia-, la orden de fusilamiento bajo «auditoría de guerra» y el expediente de una denuncia por robo interpuesta 19 meses después de su muerte.
«Parece que querían inventar los motivos de su muerte a posteriori, pero le mataron por su ideología; era una de esas personas peligrosas para el franquismo por ser un intelectual», puntualiza a Público Mario Estruch, fotógrafo y bisnieto de Pérez Palomares.
Además de la documentación, para Estruch cobra importancia enviar en el legajo una fotografía de su bisabuelo. «A veces se habla solo de nombres y números, pero quiero que la jueza vea su cara», aguarda.
Pérez Palomares fue fusilado un año después de la Guerra Civil en el cementerio de Paterna (Valencia), un lugar que alberga los restos de más de 2.200 republicanos ejecutados y arrojados a fosas comunes del camposanto. Gracias al Ateneo Republicano de Paterna, Estruch tiene localizada la zona exacta de la fosa de su bisabuelo.
El pasado 1 de mayo, 73 años después del fusilamiento de Pérez Palomares, sus descendientes se reunieron ante la zona de la fosa común y descubrieron accidentalmente la baldosa con su nombre: un pequeño detalle contra el olvido que colocó la mujer del republicano pocos días después del fusilamiento. «Estaba debajo de un florero; ese día mi tía lo retiró un poco y vimos la inscripción; fue muy emocionante ver el nombre de mi bisabuelo justo 73 años después», relata Estruch, quien explica la existencia de estas baldosas con el nombre de la víctima y la fecha del asesinato gracias a la ayuda del enterrador del cementerio de Paterna, un republicano que esquivó una condena a muerte pero arrastró la desgracia de tener que enterrar a todos sus amigos y compañeros. «Hay más nombres de vecinos de Tavernes fusilados ese día en Paterna; y en su fosa sabemos que hay unas 20 personas, pero puede que haya más», intuye el bisnieto.
Respecto a la posibilidad de exhumar el cuerpo, Estruch reconoce la dificultad de la tarea sin disponer de subvenciones, ya que el cementerio de Paterna es una de las mayores fosas comunes de España. «Esperamos que cambie el Gobierno, vuelvan las ayudas y podamos enterrar juntos a mis bisabuelos en el pueblo», anhela.
En otra parte del cementerio, en el cuadrante izquierdo, enterramiento número 82, se localizan los restos de Bautista Cualladó Domenech, un jornalero afiliado a la CNT fusilado en octubre de 1939. Su hija, su nieto y un sobrino llegaron el viernes desde Benifaió, Valencia, para sumarse a la querella argentina contra el franquismo. En su caso, envían a la jueza Servini la partida de defunción, el parte de fusilamiento y documentos de su paso por la cárcel de San Miguel de los Reyes. Al igual que los familiares de Pérez Palomares, también remiten denuncias presentadas contra Cualladó años después de su fusilamiento.
«Estaba en la plaza del pueblo cuando llegó la Guardia Civil, preguntó por él y se lo llevaron», explica su nieto Eduardo Ortuño. «La ilusión de mi madre -de 77 años- es encontrar a su padre», confiesa Ortuño, quien contactó con el Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia (GRMHV) para buscar la fosa de su abuelo. Este colectivo es, además, el responsable de la primera fosa abierta en España gracias a la ayuda obtenida con una campaña de micromecenazgo en internet, el pasado septiembre. La iniciativa busca recuperar los restos de José Valls, socialista fusilado en septiembre de 1938 y enterrado en una fosa del cementerio de Borriol (Castellón). «Ahora estamos a la espera de los resultados del laboratorio», aclara Miguel Mezquida, director del grupo arqueólogos que realizó las labores de exhumación. El nieto y bisnieto de Valls también presentaron pruebas de la desaparición de su familiar el pasado viernes en el consulado argentino.
Documentar el terror sistemático
El GRMHV tiene intención de continuar sus expediciones a la legación argentina en Madrid para llevar más denuncias. Las de la semana pasada se suman a las cerca de 30 que ya tienen presentadas. Su trabajo contribuye a documentar la represión franquista en la Comunidad Valenciana, y sirve como prueba del terror sistemático promovido por las autoridades de la dictadura en todo el país.
«Se trata de una querella genérica contra el franquismo, y es importante toda la información que se aporte y que ilustre a la jueza [Servini] que en diferentes zonas de España se cometieron las mismas atrocidades», explica Matías Alonso, portavoz del GRHMV. «Las familias quieren aportar su granito de arena y ver que la justicia condena el franquismo, sólo eso, no piden indemnizaciones, sino que el mundo entero sepa que en España pasó algo. Quieren que la justicia les dé esperanzas», concluye Alonso.
El colectivo valenciano forma parte también de la red Ceaqua, la plataforma estatal que aglutina a la mayoría de asociaciones y particulares sumados como denunciantes, querellantes o apoyos ciudadanos a la causa judicial contra el franquismo abierta en Argentina en 2010.
PATRICIA CAMPELO
http://www.publico.es/politica/494752/quiero-que-la-jueza-vea-la-cara-de-mi-abuelo
Fuente: Público.es