En los centros de menores cerrados se producen malos tratos de todo tipo : físicos, psicológicos e incluso ambientales.
Recientemente la llamada opinión pública se ha visto sacudida al presentar el Defensor del Pueblo su Informe sobre centros de protección de menores con trastornos de conducta y en situación de dificultad social, en el que se denuncia la terrible situación que viven los menores en los llamados centros terapéuticos. Lo mismo ocurre en los centros de reforma. Los centros de reforma están destinados al cumplimiento de medidas judiciales, es decir, donde se interna a los menores condenados por haber cometido algún delito. En los centros terapéuticos se interna a aquellos menores a los que se diagnostica un trastorno de conducta, menores que no han cometido ningún delito pero que son psiquiatrizados. En estos centros se interna a niños incluso menores de 10 años, y que al estar en situación de protección, no tienen un tiempo definido de internamiento, pudiendo estar encerrados hasta la mayoría de edad.
Así, antes de profundizar en la institucionalización de los niños, convertidos al instante en menores, es necesario puntualizar brevemente algunas ideas : en primer lugar es necesario reiterar la muy dudosa capacidad de los psicólogos para etiquetar a los niños que se encuentran en situación de pobreza. son diagnósticos de escasísima base científica que sirven a intereses de índole muy distinta a los que luego haremos referencia.
Asumida la ausencia de base científica, nos ocupamos a continuación de otro equívoco socialmente aceptado : el concepto de delincuencia juvenil no es más que un equívoco rentable formado a base de extrapolaciones injustas, atribuciones erróneas y sobre todo estudios interesados a cargo de instituciones determinadas encargadas de garantizar la estructura social efectivamente existente.
Si nos ceñimos a la realidad y dejamos de lado eufemismos, buenas intenciones y neolenguas de las leyes escritas pensando siempre en el bien posterior del menor, sólo podemos decir que ambos tipos de centros no son sino cárceles para niños (estando además los terapéuticos en un limbo jurídico), cumpliendo exactamente la misma función que tienen las prisiones para adultos : venganza institucionalizada y ocultamiento de las consecuencias de la exclusión social generada por el sistema socioeconómico capitalista. Las consecuencias sobre el individuo encarcelado son igualmente destructivas.
No a O’Belen | 16-8-2009
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Fuente: Kaosenlared