Artículo de opinión de Rafael Fenoy Rico

La gestión “privada” de Renfe, Adif … pone de manifiesto que con criterios empresariales privados, pocas empresas son viables. A la larga o a la corta, acaban siendo nada rentables, desde la perspectiva económica o bien las competidoras, que se arremolinan, cual rémoras, y acaban chupándole el beneficio y provocando su ruina.

La gestión “privada” de Renfe, Adif … pone de manifiesto que con criterios empresariales privados, pocas empresas son viables. A la larga o a la corta, acaban siendo nada rentables, desde la perspectiva económica o bien las competidoras, que se arremolinan, cual rémoras, y acaban chupándole el beneficio y provocando su ruina.

La legendaria RENFE, empresa pública, nacida con vocación de auténtico servicio público, se ha ido fraccionando y fraccionando en sectores de “negocio” y, claro está, aquellos más rentables económicamente se han ido privatizando, al igual que otros servicios públicos como CORREOS, por ejemplo. CGT lleva años luchando por esta diabólica lógica privatizadora que han desarrollado todos los gobiernos de la llamada transición política en este país. Primero, se diseña un plan para convertirlos en económicamente insostenibles. Segundo, se separan los sectores que dan mayores beneficios. Tercero, se privatizan estos sectores, vendiéndolos a bajo costo, normalmente a empresas testaferro de grupos afines a quienes detentan el poder político. Cuarto, los sectores con “perdidas”, pero que prestan servicios públicos esenciales, acaban convertidos en empresas “publicas”, que aumentan gastos a fuerza de ampliar la plantilla de altos cargos, la mayoría procedente de la política, que de esta forma acceden a llevarse mediante nóminas millonarias los dineros públicos e incluso generando contratos de bienes y servicios a empresas privadas afines…

CGT ha venido denunciando que el incremento de los gastos de Renfe, y que amplía la deuda, son generados por el aumento de casi el 50% del abono de cánones a Adif (una empresa que antes estaba integrada en ella) por el uso de la infraestructura, por la desmedida inversión en alta velocidad, por la segregación de Renfe en cinco sociedades anónimas que multiplican los equipos directivos. En el caso de “Renfe Viajeros” se ingresa por venta de billetes un 5% más pero registra unas pérdidas de 105 millones, mientras crece el número de directivos.

La división de Renfe en cinco sociedades anónimas conlleva la creación de cinco nuevos Consejos de Administración y, en el caso que nos ocupa, la creación de tres nuevos cargos directivos, mientras en la empresa se aplica un ERE para despedir, al menos, a 500 trabajadores sin reposición de empleo, introduciendo la precariedad laboral y el empeoramiento de las condiciones laborales y económicas.

Al aumento de los gastos se le suma la falta de abono en el año natural de las Obligaciones de Servicio Público (OSP) que deben realizar el Estado y las Comunidades Autónomas a la empresa pública. Sólo en 2014 la cantidad no percibida supera los 600 millones de euros. Una prueba más de la escandalosa morosidad de las administraciones públicas, permitiendo con ello la liquidez en las arcas públicas para sostener el ejército de sueldos a políticos y el pago de servicios a empresas privadas afines. Una manera como otra de transferir fraudulentamente dineros públicos a bolsillos privados.

Rafael Fenoy Rico

 


Fuente: Rafael Fenoy Rico