Rusia está decidida a jugar con todas las cartas de la baraja. Y a su favor cuenta con aliados (ha financiado a la ultraderecha europea) como Le Pen, Abascal, Orban, la Liga de Salvini, Berlusconi, Donald Trump (un activo de Putin pues lavó dinero de los oligarcas rusos) , el presidente de Serbia Vucic, el régimen de los ayatolas de Irán, la India, Bielorrusia, Kazajistán, el chino Xi Jinping, Kim Jong-un de Corea del Norte, Bachar al-Assad, Bolsonaro, también el bolivariano Maduro (Moscú tiene dos bases militares en Venezuela), el presidente argentino Alberto Fernández (que planea que su país sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina y así romper su dependencia con el FMI) el estado plurinacional de Bolivia con Evo Morales y ahora Arce, que afianza su relación con Rusia luego de firmar un acuerdo de cooperación militar en el 2016 para emanciparse de la dependencia tecnológica de EEUU, otro amigo incondicional es el presidente cubano Diaz Canel o el nicaragüense Daniel Ortega. ¡Y si sus camaradas supieran que la Unión Soviética en 1954 y Putin en el 2002 pidieron la entrada en la OTAN! Aunque sus miembros se la denegaron por su carácter antidemocrático.
Putin, el capo del cartel del Kremlin, es como Pablo Escobar, pero con bombas atómicas, el cabecilla de una banda de oligarcas mafiosos ligados con el crimen organizado en los cinco continentes.
Rusia se decanta por el sistema mafioso de control estatal y monopolios muy parecido al de bandas delincuenciales. Un capitalismo criminal corporativo y gansteril en alianza con los oligarcas y que cuenta con un capital financiero de 800.000 millones de euros.
Ucrania es el granero de Rusia y de Europa – los productos derivados del trigo han subido un 35%- es el tesoro más preciado. Sus tierras negras producen 5 veces más que en cualquier parte del mundo. Stalin ya la castigó por sus ansias independentistas y el sabotaje al Kremlin con una hambruna que causó unos 4 millones de muertos. Sus habitantes desesperados comían perros, ratas y hasta sus hijos. A este luctuoso episodio históricamente se le conoce como el holocausto ucraniano (holodomor).
Los rusos siguiendo el guion de una novela negra cometen atentados de falsa bandera como el del bombardeo a una escuela en Donetsk supuestamente atribuidos a las fuerzas armadas ucranianas. Putin argumenta que ha tomado la decisión de invadir Ucrania atendiendo un llamado de la población prorrusa de los territorios separatistas amenazados por Kiev (casus belli). Esta es una «operación especial militar» -según el lenguaje del Kremlin- para defender Donbáss y garantizar la seguridad de Rusia. Al fin y al cabo, Ucrania había pertenecido a la Unión Soviética y su comportamiento es el de un «país rebelde» cuyo objetivo es integrarse en Europa y la OTAN.
Este es el típico ataque preventivo que ha movilizado 200.000 soldados en una ofensiva nunca vista desde la segunda guerra mundial. Su misión: imponer la «paz y la libertad» e iniciar la «desnazificación» de Ucrania. Un claro desafío a occidente y socios de la OTAN en su afán de reconstruir el sueño imperial de la Unión Soviética cuando dominaba buena parte del Este de Europa. Ucrania es la cuna de Rusia y buena parte de la población es rusa. Ha llegado el momento de restituir la mesiánica Rus de Kiev. Putin sueña con ser «Vladimir el Grande» y besar el crucifijo de oro de los patriarcas en la catedral Santa Sofia de Kiev.
Rusia ya venía denunciando desde hace décadas que siente amenazada la seguridad nacional. Es la hora de aplicar la táctica nazi del blitzkrieg, la guerra relámpago de Hitler, para tomar por completo el territorio ucraniano en el menor tiempo posible para que no haya una larga campaña de desgaste que ensucie su reputación ante la opinión pública mundial. Además, era el momento preciso dada la penosa retirada de EE.UU y la OTAN de Afganistán que demostraba su indiscutible debilidad militar. Se sabía de antemano que Washington no estaba dispuesto a asumir la costosa y ruinosa defensa de Europa. Se enarbola el arma geopolítica de los hechos consumados para derrocar el régimen «degenerado y corrupto» de Zelensky. El Kremlin lo acusa de estar apoyado por «neonazis y drogadictos»
Los aliados occidentales indignados ponen el grito en el cielo porque los han traicionado y los han humillado. ¡Se ha violado el derecho internacional! Pero ellos mismos crearon el monstruo y durante décadas consintieron sus veleidades y caprichos belicistas. Y encima la mafia rusa se ha infiltrado a nivel planetario coludida con los gobiernos y la delincuencia organizada.
¿Qué hacer ante tamaña agresión perpetrada por el ejército ruso? Que si el bloqueo de las cuentas de magnates rusos, el congelar los activos y limitar el acceso a los mercados comerciales europeos, paralizar sus exportaciones o importaciones, bloquear las transacciones monetarias internacionales, la cancelación del gasoducto Nord Stream 2 (el mayor negocio de la transición energética ecosostenible promovido por Alemania) O sea, condenar a la ruina a Rusia y convertirla en un paria internacional. Hay que tomar drásticas medidas disuasorias que obliguen a Putin a claudicar. Pero como se ha demostrado con los casos de Cuba, Venezuela, Irán o Siria los que verdaderamente sufren las consecuencias es la población civil. Las sanciones que le impongan a Rusia, China la compensa. Porque quieren tumbar al dólar e imponer el oro como valor refugio. Los ciudadanos rusos adoctrinados en el amor patriótico resistirán a muerte las restricciones y el bloqueo. Quienes protesten contra la ocupación de Ucrania serán considerados traidores y lo más probable es que les pase lo mismo que a las disidentes de Pussy Riot condenadas al extrañamiento en Siberia.
Pero esta violenta tempestad muy pronto puede disiparse cuando Europa, EE.UU y la comunidad internacional hagan un llamado al diálogo con Rusia para preservar la paz y la seguridad mundial. Entonces, quizás veamos a Putin y Biden, el jefe del G7 y la OTAN, estrecharse las manos para legalizar la ocupación y borrón y cuenta nueva. Mansos y sumisos los líderes occidentales rogarán para que Rusia tan solo se contente con invadir Ucrania y no rebase las fronteras europeas.
El grupo de naciones más poderosas militar y económicamente del planeta se muestran impotentes ante el desafío del imperialismo ruso.Ucrania ha sido abandonada tanto por Europa como por los EEUU pues si se involucran en el conflicto podría desencadenarse una Tercera Guerra Mundial.
Ha bastado con que el matón misógino y racista de Putin les haya propinado tremenda bofetada en el hocico para dejarlos tendidos sobre la lona. No es el mundo color de rosa de los likes y selfies el que impera sino la fuerza bruta y el salvajismo. ¿Qué podemos esperar de la civilización occidental que apostaba por el diálogo soltando palomitas de la paz? Boris Jonhson ha dicho que «lo de Ucrania va a ser peor que la Segunda Guerra Mundial»
Y otra vez Macron insiste en el diálogo con Putin que ante sus ruegos se ha comprometido a parar los ataques a civiles en Ucrania. Pero a los cinco minutos un comunicado de última hora de las agencias de noticias confirma que se ha producido un bombardeo ruso con lanzacohetes Grad en la ciudad ucraniana de Jarkov que ha dejado decenas de muertos y cientos de heridos. Ucrania pide la integración inmediata en la UE. Si no se detiene esta criminal ofensiva el desastre humanitario será descomunal. ¿esta guerra la parará el embargo económico? Mientras la población civil sufre la brutalidad de los bombardeos aéreos y los combates terrestres y presas del pánico huyen a los países vecinos. Hay que prepararse para lo peor porque Rusia jamás aceptará una derrota.
Fuente: Carlos de Urabá