Artículo de opinión de Rafael Cid.

“Lean la Biblia, necesitamos más ateos”

(Pintada callejera)

“Lean la Biblia, necesitamos más ateos”

(Pintada callejera)

A menudo los listos oficiales se comportan como auténticos papanatas. Mientras están en la pomada y los medios que les cortejan jalean sus ocurrencias, parecen superdotados en el país de los enanos. Pero cuando vienen mal dadas y se apagan las candilejas, ¡imbécil el último! Este es el viacrucis abierto ante el PSOE después de culminar en monumental chasco el mantra del “gobierno del cambio”. Una operación cosmética, rayana en la ciencia-ficción, que ha sido coreada como una genialidad por parte del séquito adicto y las terminales mediáticas implicadas. Es lo que tienen todos las Iglesias y los Ejércitos. Que cuando el jefe manda “por ahí”, hablando ex cátedra, todos aprietan el paso impasible el ademán aunque al fondo solo esté el abismo. La doctrina ahoga la vida porque exige desprenderse del espíritu crítico. Cosas de la obediencia debida.

Lo que ha ocurrido en la filas del partido socialista en estos casi cuatro meses de conversaciones a piñón fijo para “echar al PP del poder” pertenece a la antología del disparate. Sobre todo en una formación política de su experiencia, con más de 22 años en el gobierno y una auténtica de fieles todas las categorías: desde las finanzas a la academia; desde los medios de comunicación a las empresas del Ibex. Todos, y en primer tiempo de saludo sus máximos dirigentes, han hecho un ejercicio de estulticia corporativa como pocas veces se ha visto. Y ahora, no saben, no contestan, en la mejor tradición del oscurantismo pío. Abducidos por sus propias fantasías, como escolares pillados copiando en el examen. Celtiberia show.

Porque haber puesto en circulación como moneda de curso legal la especie de que el pacto con Ciudadanos y sus cuarenta mariachis iba a misa, y que además a semejante aquelarre se podía unir la orquesta Podemos, era pretender hacer creer que dos más tres son ocho y que los obispos levitan. Y así ha ocurrido hasta que la realidad se ha impuesto al esperpento y la superstición. ¿A ver ahora cómo arreglan este descomunal entuerto que ha pillado a justos y pecadores con el carrito de los helados? No olvidemos que la insólita operación PSOE-Ciudadanos fue aprobada en consulta por la militancia y refrendada por el mismísimo Comité Federal, que además validó mantener a Pedro Sánchez, el maestro alquimista, como líder supremo del partido hasta las elecciones. Y a ese consolidado de los 90 escaños del PSOE y los 40 de Ciudadanos lo llamaron la “vía 169”, confundiendo la ambición con la realidad y pensando que más bajo que cayeron el 20-D ya no podían caer. A tumba abierta.

Desconozco si habrá “sorpasso” del pablismo expandido con el afluente garzonista de Izquierda Unida (aquellos “cenizos” que decía con saña el mandamás de Podemos anteayer), o esa trama se quedará en agua de borrajas en la teoría o en práctica. Pero lo innegable es que el PSOE, como se han cansado de proclamar Sánchez y su replicante Cesar Luena, ha hecho historia ¡Y de qué manera! Salvo que saquen a última hora una carta de la chistera, a diestra (con el PP) o siniestra (con Podemos), al socialismo homologado le espera un tsunami. En mayo volverá a obtener los peores resultados de su historia; otra vez deberá colgar el anuncio “se busca líder”; y sentirá sobre su nuca el aliento de quienes podían haber sido sus compañeros de viaje si de verdad fuera algo más que la “sedicente izquierda”. Begin the beguine.

¿Y por qué? ¿Son tan obtusos como para ignorar que el amancebamiento con Ciudadanos era un viaje a ninguna parte? Porque se han pasado de listos. Los gurús del PSOE pensaban podían repetir la carambola de la transición, confundiendo churras con merinas, y sin darse cuenta que la memoria es traidora y la ambición ágrafa. Creían los cerebros de Ferraz que la startup emergente era como aquel PCE de Santiago Carrillo y que golosinando a Podemos con un zurrón de cargos y sinecuras lograrían succionar a sus cuadros políticos, como ocurrió entonces con la camada stalinista-carrillista. Precisamente los mismos visionarios que hoy, desde las poltronas de las baronías y la ejecutiva federal, han sido muñidores del fallido amancebamiento Sánchez-Rivera. Esos Vips que, cuando Pablo Iglesias exigió la vicepresidencia y un paquete de ministerios, creyeron haber encontrado en su desmedida arrogancia la horma de su zapato y el cepo de su codicia. Empachados de BOE y cegados por el mal de atura de creerse sus propias falacias, fueron de victoria en victoria hasta la derrota final. Han hecho historia y, si abundan en el empeño, pueden llegar a ser solo historia.

Respecto al posible vuelco electoral de la confluencia Podemos + IU, convendría ser prudentes y no tirar las campanas al vuelo. Creer que el 26-J una hipotética coalición de ambas formaciones tiene asegurado adelantar al PSOE favorecida por la ley electoral es mucho decir. Tanto como pensar que todos los votantes de Podemos el 20-D, sin excepción, votarán en las comicios junto a Izquierda Unida y viceversa, o que habrá nuevos electores que abandonaran la abstención para dar su confianza a esa atropellada conjunción de izquierdas. Contando además con que la confluencias repiten la misma apuesta y asistan a la cita con las urnas de la mano del “pablismo”, algo en discusión por la mala experiencia de no poder formar grupo propio en esta legislatura narciturus.

Pero el sufragio, incluso entre el atrabiliario censo español, tiene otras connotaciones más complejas, como enseña la experiencia histórica. Basta recordar que en las elecciones del año 2.000, también planteadas como un órdago derecha-izquierda, la alianza pre-electoral entre el PSOE de Joaquín Almunia y la Izquierda Unida liderada por Francisco Frutos se saldó con un espectacular fracaso. No solo perdieron juntos más de tres millones de votos y 29 diputados, sino que en aquella ocasión las urnas dieron la mayoría absoluta al PP de José María Aznar. Aún hay mucha gente progresista que arrastra el prejuicio del ascendente comunista sobre las siglas IU, y no para bien. Y si ahora esa situación se repitiera, mutatis mutandis, Pablo Iglesias podría ver cuestionado su liderazgo en Podemos.

El dramón para el PSOE es que su rechazo a sumar con Podemos (el único partido sin vínculos offshore), con el resultado de bloqueo consiguiente, evidencia que Ferraz es el principal responsable de que el Partido Popular siga en el poder. Lo cuenten como lo cuenten: ¡¡la commedia é finita!!

Rafael Cid

 


Fuente: Rafael Cid