Artículo de opinión de Enric Tarrida
Cualquier organización o colectivo humano esta expuesta a que uno o varios de sus miembros tengan un comportamiento ilícito, ilegal, deshonesto. Y siendo así, no es justo ni procedente responsabilizar y/o culpabilizar al resto de personas de dicha asociación, ni tampoco a la organización a la que pertenecen.
Esto tiene poca discusión, pero acto seguido hay que dejar claro que los casos de corrupción que estamos contemplando cada día no tiene nada que ver con esto.
Cualquier organización o colectivo humano esta expuesta a que uno o varios de sus miembros tengan un comportamiento ilícito, ilegal, deshonesto. Y siendo así, no es justo ni procedente responsabilizar y/o culpabilizar al resto de personas de dicha asociación, ni tampoco a la organización a la que pertenecen.
Esto tiene poca discusión, pero acto seguido hay que dejar claro que los casos de corrupción que estamos contemplando cada día no tiene nada que ver con esto.
Las actuaciones deshonestas de partidos políticos, sindicatos mayoritarios, patronales, empresarios, banqueros, etc, nos evidencian que estamos ante algo que esta enraizado en nuestra sociedad, estamos ante una realidad que no responde a actuaciones espontáneas, individuales y esporádicas, sino de prácticas habituales que han podrido de arriba a abajo todas las instituciones, y han calado de modo profundo en nuestro modelo social.
Respecto a partidos y sindicatos es inaceptable que los cargos, los máximos responsables de estos entes, digan ser desconocedores de lo que estaba y “esta” pasando en sus casas, del mismo modo que comienza a ser infumable que cualquier miembro, asociado u afiliado de estas organizaciones pueda aducir que ellos no tienen nada que ver con estos comportamientos mafiosos, ni tampoco es aceptable el generalizar esos comportamientos “con el…y tu más”, cuando hay también que dejar claro que muchas organizaciones no han participado del saqueo y lo han denunciado, y desde luego la mayoría de las personas trabajadoras de este país se han dedicado simplemente a trabajar honradamente y a sobrevivir.
Es tal la envergadura del latrocinio perpetrado que nadie a estas alturas pueda declararse desconocedor de lo que estaba ocurriendo, y mantener por otro lado que pretenden “cambiarlas desde dentro” no deja de ser un autoengaño paralizante que llevamos escuchando años y años sin que se haya producido ninguna modificación real, al contrario, los continuos escándalos de corrupción confirman un deterioro de sus fundamentos que tiene imposible arreglo.
Me refiero claro a las organizaciones llamadas de izquierda, es decir, aquellas que supuestamente tienen entre sus principios la solidaridad, la igualdad, la justicia social, etc, aquellas organizaciones que no justifican que la ambición desmedida, ni la acumulación de la riqueza son valores aceptables en las relaciones humanas, que creen en una sociedad desarrollada y democrática. Aquellas que se suponen tienen claro que en el orden de prioridades esta el general bienestar de las personas, aquellas que defienden una sociedad más justa y digna, sin privilegios. Y centramos aún más el análisis en lo que llamamos sindicatos de clase mayoritarios, y que lamentablemente son lo segundo y casi nada de los primero.
No es solo el robo de los ERES, ni el expolio llevado a cabo con la formación, dinero de las personas trabajadoras que ha engordado los bolsillos de políticos, empresarios y sindicalistas, en lugar de destinarse a su cometido. No es solo la participación en consejos de administración de bancos, el cobro de dietas millonarias, el uso de tarjetas oscuras, etc, ha cambio de mirar para otro lado mientras se estafaba a la ciudadanía. No termina en la recepción de créditos blandos de la banca o subvenciones sin propósito preciso. Tampoco que muchos hayan percibido premios y prebendas por doquier, cobrado sobresueldos y colocado a familiares a gogo en las empresas donde tenían que defender los intereses de sus representados, los trabajadores.
Es además de todo esto la acción sindical llevada a cabo, es en el día a día donde han pervertido el objetivo y finalidad de las organizaciones sindicales, haciéndolas cómplices cuando no plenos participantes de la continua perdida de derechos de los trabajadores, firmando reformas laborales, acuerdos infumables con la Patronal, convenios retrógrados, cuando no ERES vergonzosos que han echado a la calle a miles de trabajadores. Todo esto y mucho más, ocurrido no solo en estos años de crisis, sino desde los últimos decenios, han significado retrocesos sociales sin igual, a la vez que ha asegurado lluvia de millones sobre los aparatos de estas organizaciones y en los bolsillos de muchos de sus dirigentes. Todas estas prebendas, subvenciones recibidas, liberaciones extra estatutarias,
sobresueldos para cargos sindicales, ha engrasado todo lo anterior y mucho más; privatizaciones de servicios y empresas públicas han sido también la mafiosa contrapartida.
Y nadie de estas organizaciones puede ya llamarse a engaño, es tal el nivel de corrupción, que la obscena realidad ha superado con creces las vergüenzas que suponíamos, y estas prácticas han calado todos los niveles, siendo aceptable y normal que alguien se presente a simple delegado para medrar, promocionar, colocar a parientes, o simplemente protegerse ante un posible despido, o para librarse de un Expediente de Regulación de Empleo, el cual ha firmado enviando a muchos de sus compañeros al paro.
Y siendo conocido y público que en muchos sitios es casi imprescindible tener carnet de un sindicato para entrar a trabajar, siendo por el contrario imposible acceder a dicha empresa si te identifican con una organización sindical “no adepta al régimen”.
No es solo la corrupción legal, la que puede tener consecuencias penales, la que ha corrompido a estas organizaciones. Es esa connivencia casi continua contra las honestas prácticas sindicales, la participación y colaboración en evitar que entren sindicatos de verdad en los comités de empresas o a delegados, hasta llegar al punto de ofrecerse a presentar candidatos del propio empresario bajo sus siglas, o incluso animando al despido de los que consideran sus oponentes, olvidando que son personas trabajadoras, iguales de clase, a quienes deberían defender.
No es solo su absoluta entrega al contrario, la renuncia a plantar cara ante los abusos y las injusticias, es que incluso llegan a trabajar activamente para paralizar conflictos, actuando en contra de la voluntad de los trabajadores.
Pero todo esto y mas ocurre, y ocurre con repugnante frecuencia, y hace que los saludables comportamientos de militantes de estos sindicatos (los llamados mayoritarios) sean una honrosa excepción, pero lamentablemente no marquen estilo en sus organizaciones.
Y todo esto es corrupción y mucho más, va directamente contra los trabajadores y trabajadoras de este pais, porque aunque puedan ser legales muchas de estas prácticas no son en absoluto inocuas.
Es decir, igual no es delito que una multinacional, empresario o administración premie el pertenecer a un sindicato facilitando ingreso en el empleo, promoción o colocación de familiares, seguro que no es ilegal que los delegados/miembros de comité presentados por un determinado o determinados sindicatos reciban rápido ascenso o tengan la suerte de que familiares suyos acceden a trabajar, estoy muy seguro de que los pactos hechos permitiendo liberaciones por encima de la ley o sobresueldos según el cargo sindical que se ocupa no son causa de pena carcelaria, pero tengo claro que es inmoral, indecente y que es otra manera de corromperse y por extensión de ensuciar y degradar a todos los trabajadores, porque mientras no digamos lo contrario son los que nos representan, son los elegidos por nosotros.
Y todo esto como decía, no es gratuito, lo pagamos todos. ¿O nos creemos que estas facilidades y prebendas dadas por empresarios y administraciones obedece a simpatías por unas siglas u otras? Estos privilegios se otorgan a cambio de nuestros derechos, de nuestras condiciones de trabajo, de nuestra dignidad…. y lo pagamos bien pagado entre todas y todos.
Quien se mantiene dentro de estas organizaciones mafiosas es responsable como mínimo de complicidad con estos comportamientos, puesto que evidentemente no se ha realizado la depuración necesaria de sus organizaciones. Ni lo van a poder hacer puesto que quienes controlan sus aparatos han formado y forman parte del entramado.
El funcionamiento “sistemático” de los agentes sociales (“ex sindicatos mayoritarios”), ha sido fundamental para romper el sentimiento de clase, para debilitar la capacidad de actuación y respuesta de los trabajadores. Son co-responsables de los recortes sufridos, de las perdidas de derechos, de la fragmentación de la clase trabajadora. Estos sindicatos han ensuciado, manchado y dilapidado el trabajo honesto, generoso, solidario de muchos sindicalistas, muchos de ellos pertenecientes a sus propias filas, han ensuciado la honorable historia de las luchas de las y los trabajadores.
No es asunto baladí, ni ninguna persona de bien puede contemporizar con el tema, hablamos de aquellos que han demostrada
entrega a sus ideales de justicia social arriesgando hasta la vida, frente a quienes se han lucrado de los despidos, la formación, etc, de los trabajadores. Estos que se han hecho ricos han manchado la memoria de nuestros sufridos y anónimos héroes.
A estos “agentes sociales” no les estamos pidiendo, ni hemos pedido que llegaran a estos sacrificios, solo se les exigía que fueran honrados, honrados eso si hasta la medula, como la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país.
Es evidentemente como decíamos que la corrupción es sistemática, y con ello intrínseca al modo de funcionar de nuestro actual modelo social. Cobra por tanto más sentido que nunca las alternativas de estas organizaciones que durante mucho tiempo se nos ha llamado, de modo peyorativo, “anti- sistema”.
La CGT , ahora hablo del sindicato en el que participo de modo activo desde hace unos años, ha tenido dentro de esa definición antisistema una destacada, coherente, continua y seria participación, consistente básicamente en hacer aquello para lo que esta un sindicato; defender los intereses de los trabajadores, y haciéndolo desde principios tan antisistema como la solidaridad, la coherencia, la participación, la democracia directa, la honradez, la independencia política y partidista, etc, y por ello ha sufrido el ostracismo de parte del poder, de sus medios de comunicación, en fin, de los que mandan. Y sus militantes, no pocas veces, han recibido como premio represión sindical en forma de despidos, falta de promoción e incluso con el desprecio a sus ideales, intentando señalarlos ante sus compañeros como radicales extremistas, simplemente por exigir el cumplimientos de “la ley” y/o el mantener la coherencia de defender a los trabajadores ejerciendo su función como delegado.
Mientras tanto, “los mayoritarios” campaban (y campan) a sus anchas, recibían facilidades de todo tipo, horas sindicales de mas y liberaciones “gratuitas”. Se les ofrecía el mercado de la colocación, del enchufismo, del amiguismo, a cambio claro de domesticar al trabajador, a la trabajadora.
Estas organizaciones han asumido con tal voracidad los principios del contrario, lo opuesto a los que debe ser una organización de trabajadores y para los trabajadores, que han asumido llamarse, como deciamos, “agentes sociales” mejor que sindicatos.
Tampoco ha sido escaso el papel jugado por las organizaciones politicas llamadas de izquierda, compartiendo no pocas veces cargo entre unos y otros, en una demostración del tanto monta monta tanto. Los viejos clichés de las ideologías políticas han hecho también que en estas organizaciones se valore más un discurso falso y vacuo (pero que les regala el oído), que una práctica honesta y coherente con lo que decian defender. De este modo, la corrupción también ha calado en estas organizaciones, y hoy al descubierto están abocadas a perder el apoyo social que esperaban tener. Muchas veces al autoritarismo latente en ellas, les ha hecho desconfiar de las organizaciones que se declaran independientes y no asumen ser correa de transmisión de nada ni nadie.
La Confederación General del Trabajo, ha demostrado sobradamente que hay otra forma de hacer sindicalismo que la que nos venden los oficiales, pero que para que funcione de verdad, para que consiga su propósito de conseguir ser una herramienta liberalizadora para los trabajadores y transformadora de la sociedad es necesario que se sumen muchas más buenas voluntades, es necesaria una enorme generosidad por parte de todas, y también es necesario que todas aquellas organizaciones que comparten principios y expectativas de cambio se unan, se agrupen, posibiliten el cambio.
Es decir, hace falta un vendaval que limpie todo, el temporal que levante mar gruesa. Es necesario que hagamos lo posible que haya esperanza de que nuestros hijos y nietos crezcan en una sociedad justa y libre, libre y justa, y para ello, para que no se trate simplemente de recambiar al que manda, en un quítate tu que me pongo yo, y para ello tenemos que hacerlo nosotros desde abajo, sin esperar que nadie nos venga a salvar. Debemos rearmar nuestros principios, perder complejos ante los poderosos, y abandonar a los traidores, ya no hay tiempo para perder.
Por esta razón desde CGT, luchamos en todos los frentes posibles, lo hacemos en las empresas, en la calle con los movimientos sociales, denunciando las injusticias, la corrupción, y apoyando y creando por donde nos dejan nuevos modelos de vivir, de relacionarnos.
La CGT, es una herramienta, es la herramienta de las personas trabajadoras, de todos aquellos ciudadanos que comparten los valores universales nombrados, en la CGT cabemos muchas, diversos e iguales, con una premisa básica, en CGT no hay lugar para la promoción personal, para el beneficio egoísta.
En la CGT, no hay sobresueldos, es más, nuestros cargos de gestión (que nunca son ejecutivos) no están asalariados, no hay ningún beneficio en ello más allá de la satisfacción de aportar un grano de arena en la construcción del mañana posible.
Nuestra organización y quienes formamos parte de ella podemos y sin duda cometemos errores, pero desde luego estamos fuera del circuito de la corrupción, y lo estamos no por imposibilidad sino por convicción, por principios.
CGT ha rechazado la formación subvencionada, porque sabia (sin poder probarlo) que era un modo de financiación de sindicatos (y otros), con el dinero nuestro, de todas. CGT no se lucra firmando ERE, la CGT no esta en muchos sitios porque se le ha impedido su acceso, puesto que somos testigos incómodos, y nuestra voz, nuestra palabra no esta comprada, CGT no se ha arrugado de estar donde podía y debía, demostrando cuando hemos estado que no hay una única forma de hacer las cosas y que decir siempre amen al que manda no es el camino para cambiar las cosas. CGT no acepta la premisa de que el despido es libre en nuestro país, plantando cara a estas situaciones como no hacen otras organizaciones. CGT no se arruga ante los poderosos, no rinde pleitesías, ni ríe gracias de nadie. CGT, sus mujeres y hombres trabajan seriamente, concienzudamente, honradamente para transformar esta sociedad que no nos gusta. CGT ha plantado cara y denunciado lo que no se han molestado hacer aquellos que tienen muchos mas recursos. CGT es esto y mucho más.
Así es CGT esta ahí, se ofrece como el pan de los pobres, pero hay que cuidarla, engrasarla, hay que tratarla también con justicia, sin regalos por supuesto, pero con el respeto que se merece. Necesita que muchas personas se suban a bordo y dejen de mirarnos desde el muelle.
Hoy hace falta la CGT, hacen falta muchas cegetes, hay que marcar una frontera clara, y dejar en evidencia con quien se esta, si con los damnificados, o con los sinvergüenzas de ayer hoy y mañana.
Urge que las buenas personas os paséis de modo definitivo a esta lado, sin miedos ni prejuicios, que tengamos la valentía de abandonar el calor de los mayoritarios, con sus recursos manchados.
Como siempre, pero hoy mucho más, es necesario que algo arriesguemos si queremos de verdad cambiar algo. Y aquí cabéis todas, y hay mucho por hacer, y hay que hacerlo entre todas.
Enric Tarrida CGT-Valencia
Fuente: Enric Tarrida